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Una fotografía fue clave para recuperar la Casa Histórica

¿Sabías qué?

Cuna de la Independencia, fue demolida y reconstruida en distintos Gobiernos y con diferentes estilos. Recién en la década del 40 recuperó la fachada que actualmente se conoce. Y una imagen fue clave para lograr que el edificio se pareciera al original. Eso sí, desde 1816 hasta la actualidad, el Salón de la Jura se mantuvo intacto.





La Casa Histórica de la Independencia, que desde la década del 40 funciona como museo, pasó por varias transformaciones hasta recuperar la fachada que actualmente tiene y que se asemeja a la que tenía el edificio en donde se las Provincias Unidas proclamaron la independencia en 1816. La historia del edificio más famoso de Tucumán estuvo marcada por demoliciones y reconstrucciones. Y una foto fue clave para la remodelación definitiva.

En 1869 el fotógrafo Ángel Paganelli tomó una fotografía de la Casa Histórica sin saber que la imagen sería fundamental para la reconstrucción que se realizaría más de 70 años después, cuando ya prácticamente no quedaba nada de la construcción original, exceptuando el Salón de la Jura.

La casa original fue edificada en el siglo XVIII y perteneció a Francisca Bazán y a Miguel de Laguna. "En realidad era dote de ella esta casa", señaló la historiadora Valentina Mitrovich,  a cargo del Área de Investigación del Museo Casa Histórica. De cara al Congreso que se celebraría en Tucumán, Bernabé Aráoz, el primer gobernador de la provincia, consideró que la edificación sería util. "Hay que pensar que en ese momento no había muchas casas grandes que pudieran alojar a esa cantidad de personas", agregó la especialista. También destacó que, anteriormente, la casa sirvió para alojar al Ejército Revolucionario, que también la utilizaba como almacén de guerra.

Sin embargo, pronto la Casa Histórica perdería protagonismo y resplandor. "El Congreso se traslada en 1817 a Buenos Aires porque Güemes informa que venían los realistas desde el Norte y que era preciso trasladarlo a un sitio donde estuviera mejor resguardado", explicó la historiadora. Entonces, el abandono comenzó a castigar la construcción.

La situación cambió en 1874, cuando el Estado Nacional la escrituró y la destinó a sede ser Edificio de Correos y Telégrafos Nacionales y al Juzgado Federal. "Domingo Faustino Sarmiento fue, durante su presidencia, el gran impulsor de la red de telégrafos, convencido de que esta constituía un elemento central de unión e integración de todo el territorio nacional. De las señales de humo y fuego para enviar mensajes durante las guerras de Independencia, emitidas por los oficiales o soldados de los ejércitos, se había pasado en 1873 a integrar todo el territorio argentino mediante el telégrafo", se puede observar en uno de los carteles del museo de la Casa Histórica de la Independencia. "Para albergar sus nuevas funciones, la casa se reformó completamente. Fueron demolidos el pabellón del frente con sus pórticos y las habitaciones de ala sur del primer patio. Sólo se mantuvo intacto el salón de la jura", agrega el texto.


Demoler y reconstruir, parte II

El Correo se mudó y una nueva demolición llegaría. "Ya en el Siglo XX, con Roca en su segunda presidencia se decide intervenir", indicó Mitrovich. "Se hace un edificio al que se lo denominó 'El Palacete'", detalló la especialista. Se trataba de un pabellón de estilo francés de un estilo arquitectónico similar al de Casa de Gobierno. "En la entrada de la casa había un gran patio, unas rejas enormes y barrocas; se lo había adornado al techo con unas cabezas de puma", agregó. Se trataba de una obra monumental que acompañaba la idea de confianza en el progreso.

Una vez más, el Salón de la Jura se salvó. "Se lo recubrió, se le hizo como una casita y se lo rodeó con un gran techo de vidrio y también con una especie de atrio para cuando se dieran los discursos presidenciales", explicó Mitrovich. En esa época, Lola Mora realizó los murales y la estatua de la Libertad de plaza Independencia.


Demoler y reconstruir, parte III

El Palacete perduró hasta 1942. La década del 30, con los primeros gobiernos militares de Argentina, estuvo profundamente marcada por un nacionalismo católico conservador. "Había un profundo sentimiento patriótico", destacó la historiadora. En ese marco, surge la idea de revalorizar y destacar los lugares que marcaron la historia argentina.

"En el año 41 esta Casa pasa a ser declarada monumento nacional", señaló. En ese entonces, surge la decisión de que se recuperase la fachada colonial del edificio, para dejar atrás El Palacete con su estilo marcadamente europeo. El arquitecto Mario Buschiazzo fue elegido por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos para la reconstrucción de la Casa Histórica. Para su proyecto, fue fundamental la fotografía que Ángel Paganelli había tomado en 1869 de la fachada. También utilizó planos de 1874 de la Dirección Nacional de Arquitectura y testimonios.

El arquitecto, señaló Mitrovich, "llamó a varias familias patricias de Tucumán que pudieran donar tejas y otras cosas para hacer la reconstrucción. Finalmente, para el 24 de Septiembre de 1943, en coincidencia con la Batalla de Tucumán, la Casa Histórica con el tradicional estilo colonial de 1816 vio nuevamente la luz. La inauguración se celebró bajo la presidencia de Pedro Pablo Ramírez, también militar. Desde entonces, se instaló en el imaginario popular de los argentinos, aunque muchos desconocen de todas sus demoliciones y reconstrucciones.

Eso sí, esta vez, como todas las anteriores, el Salón de la Jura se mantuvo tal como en 1816.