Top

Germán Alfaro, lágrimas y todo el festejo de un triunfo inolvidable

#VOTATUCUMÁN

El intendente reelecto ha sido el gran ganador de la noche capitalina y lo celebró con un llanto desbordado en un escenario montado para dejar un fuerte mensaje, pasos de baile y unas palabras a Silvia Elías de Pérez, lejos de la fiesta. VIDEO

Germán Alfaro, intendente de San Miguel de Tucumán por cuatro años más.





“Porque vos sos importante, Germán Alfaro intendente nuevamente”, retumba en el salón principal de la municipalidad. La versión de Damas Gratis sale desde la consola de sonido que mueve la dj de la conga que acaba de empezar cuando asoma él, el más importante de esta noche, Germán Alfaro, intendente, nuevamente.

Es una fiesta que se largó con música en vivo, con Karina, Dalila, Gladys, Gilda y todas las canciones populares que retumban en el corazón de Villa Amalia y, como esta noche ha quedado en claro, en muchísimos barrios más también. Es la música que sigue con nuestra Viru Kumbierón municipal pidiendo palmas, palmas y palmas al público que comienza a agolparse contra el escenario, con ganas, pero también cansado.

Las chicas de remera azul que llegaron a las siete de la tarde, que explican que la juventud votó a Germán por políticas públicas como el boleto universitario, son las chicas que deliran cuando llega Walter Berarducci. Gritan, celebran, pero están despiertas desde las seis de la mañana. Claro que hay alegría y optimismo en los rostros, pero da la sensación de que no han quedado más energías para sacudir la pista de baile. Hasta que aparece él, el más importante, nuevamente.

Alfaro sacude los dos brazos en alto. Ya lo había hecho una hora y media atrás. Fue un golpe de efecto para cambiar el semblante de algunos militantes preocupados ante la pantalla del celular y la frase de Leito esperanzado con el triunfo y un comentario susurrado a voces: “Dice que gana por dos puntos”. Es un momento, solo un momento, pero que se siente en el búnker. "Estamos haciendo números, ya bajamos", informan los asesores de Alfaro, quien sigue las pantallas de la Junta Electoral y los datos de sus fiscales en tiempo real, señalando por aquí sí, por aquí también, por aquí no.

Hasta la música parece bajar un par de decibeles mientras se demora la palabra oficial. Un grupo de señoras confiesa durante el vivo de el tucumano: "Estamos ansiosas. Dejamos mucho para llegar hasta este momento. Con él recuperamos los valores de la familia, lo necesitamos cuatro años más". Es entonces cuando el intendente sale de su despacho hecho una tromba, sonríe por primera vez desde su propio balcón, baja las escaleras al trote, llega de un pique al escenario, pide el micrófono y jura: “Les pido que nos acompañen un ratito más. Los números que tenemos son auspiciosos, pero queremos confirmarlos en un rato. Aguanten”.

El aguante lo hace arriba Beatriz Ávila, algo dolida con la campaña sucia de los últimos días, pero inmediatamente chicanera para dedicarle unas palabras “a las caras largas que ya festejaban por anticipado”. Será la única Betty ganadora de la noche, la que le estampará pasada la medianoche un beso con ruido a su marido mientras sus hijos lloran y lo abrazan y se secan las lágrimas y vuelven a abrazarlo y así. Es el festejo íntimo de una familia que se comparte con el público.

Es cuando Alfaro baja por las escaleras con ellos, los fieles le tiran papel picado en el pelo, le queda detrás de la oreja, entre el cuello de la camisa y la espalda, lo bañan de apretones y ante el primer abrazo de un camperón se quiebra Alfaro, se emociona, solo quiere llegar al escenario, pero los abrazos y los gritos lo frenan.

Las doñas lo besan en la frente, sube la música, Berarducci ya bailó como un ganador entre las chicas de la primera fila, una fila de guardias arma un cordón sobre el borde del escenario, dejan todo el escenario libre para el gran festejo que se viene, el del intendente reelecto que se agarra la cabeza, y llora más, ya es un llanto de verdad, cubriéndose la cara con los brazos para caer de rodillas, desplomándose, victorioso, ganador, gritándoles a todos lo que está sintiendo: “¡Me siento honrado porque los vecinos nuevamente me han reelegido como su intendente!”.

En ese momento se reincorpora Alfaro, baila mejor que Macri, se ríe con su gente con los dedos en V, y vuelve a ser el recio, el crítico, el duro. El ganador de la noche que, a pesar de que su compañera de boleta cortada ha quedado sola en un cuarto de hotel, sin música ni luces, él la recuerda: “Silvia es una luchadora nata, y estoy convencido de que este pequeño traspié no hará mella en su carrera política".

Es el Alfaro recio, crítico y duro que apunta a la macroestructura electoral cuando frunce los dientes: "Los tucumanos fuimos la vergüenza nacional. Cuando el aparato es más fuerte que la voluntad popular no hay democracia. Fuimos espartanos que dimos lucha al Gobierno de la provincia”. 

Y es el Alfaro que se saca del pecho todo lo que quería decir: “Gracias a ustedes por acompañarnos cuatro años más. Para esto es la función pública. Si tengo que derramar hasta la última gota de sangre por los vecinos de San Miguel de Tucumán, lo haré. Cuando hay convicción, nadie se arrodilla”. Justo él lo dice, el ganador absoluto de la noche capitalina, con las luces verdes y azules rebotándole en el pecho, en la noche más importante, la de Germán Alfaro intendente. Nuevamente.