El salto de Mario Leito
PERFIL
Cómo llegó a ser candidato a intendente de San Miguel de Tucumán por el peronismo. Su vida marcada por la militancia, la dictadura que secuestró a su madre y los triunfos con Atlético Tucumán. Su plan para la ciudad: emergencia ambiental y clubes barriales para la integración. Qué piensa hacer para frenar la inseguridad.
Leito se arremanga la camisa para dar pelea en un bastión esquivo al PJ.
Quizás el padre de Mario Leito jamás imaginó la importancia de aquella enseñanza. Cuando su único hijo varón tenía ocho años y lo acompañaba en distintas actividades políticas, él lo paraba en el escenario, frente al micrófono, y le decía: “dale, hablá”. Entonces, se sonrojaba y nunca sabía qué decir. Hasta que un día, lo supo.
Han pasado 47 años de aquellos actos peronistas en Monteros. El progenitor de Leito ya no está, pero su hijo y tocayo ahora habla sin necesidad de una arenga que le otorgue coraje para subir al escenario.
Es jueves 28 de febrero de 2019, a las 20. Suenan los bombos y flamean las banderas de la militancia en el Club Caja Popular. En el escenario acaba de subir Leito acompañado por los dos máximos líderes del Partido Justicialista en la provincia. A la derecha, Juan Manzur, el gobernador, levanta los brazos con los dedos en V mirando al público. A su izquierda, Osvaldo Jaldo sonríe. En el medio, Mario Alberto Leito, de 55 años, casado, y ya candidato a intendente de San Miguel de Tucumán, mira con los ojos grandes bien abiertos. Busca, quizás, a su familia en la primera fila, o algún recuerdo de esa infancia que lo ayude con las palabras.
SALUDO. Leito, junto a Manzur y Jaldo, el día del lanzamiento de su candidatura.
“San Miguel de Tucumán es la antítesis de lo que ocurre en la provincia. La intendencia de Alfaro es la intendencia de Macri”, dice en el momento más candoroso que alcanzó su discurso. Tiene la camisa celeste transpirada y está agitado, como cuando era niño y jugaba a la pelota en su Monteros natal.
En aquellos años, la familia Leito estaba compuesta por el papá, Mario Alberto, dirigente gremial del ingenio Ñuñorco, la mamá, Nélida Aída Amado, docente y legisladora provincial electa en 1973, y sus cinco hijos: Graciela, Liliana, Miriam, Mario y Cecilia.
En una noche triste de 1976, Marito, de 11 años, tenía fiebre y Nélida lo cuidaba sentada en una silla, al lado de su cama. Hubo un grito que vino de afuera. Un grupo de hombres, encapuchados y con armas, se había metido a la casa y exigía que todos salieran de las habitaciones. “Me acuerdo de todo, hacía muchísimo frío, esa noche se llevaron a mi vieja”, recuerda ahora, en su departamento de barrio Norte. Fueron días de extrema angustia para la familia, hasta que pudieron encontrarla y gestionar su liberación. "Duró poco tiempo, por suerte".
Por esos días, ya había terminado la primaria en el Colegio Santísimo Rosario de Monteros, y sus padres decidieron mandarlo a estudiar en la Escuela Nacional de Enseñanza Técnica número 2, de la capital provincial. “Mi viejo quería que aprenda un oficio”, dice. Durante todo el secundario, vivió de lunes a viernes en la casa de su abuela Filomena, en Villa Alem. Los fines de semana los dividía entre viajes a su casa en Monteros, las primeras fiestas y bailes, y su infaltable asistencia a los partidos de Atlético.
En los años que siguieron a sus estudios secundarios, sucedieron hechos que fueron marcando su vida. Empezó la carrera de Derecho, conoció amigos que aún le duran y dio los primeros pasos en su carrera política: fue apoderado del Partido Justicialista, director provincial de la Juventud e interventor del Subsidio de Salud, la obra social más importante de la provincia.
En la primavera de 1990, durante una salida al boliche Bulldog, ubicado en el pasaje Padilla, tuvo una conversación que generó una conexión más cercana con una chica a la que ya conocía de algunos encuentros anteriores. “Charlamos diferente esa vez, y nos enganchamos”. Era María del Carmen Santamarina, una joven estudiante de arquitectura que días después se convertiría en su novia, y actualmente es su esposa, con quien tiene dos hijos: Mariano, de 18, y Morena, de 14.
EN FAMILIA, María, Morena, Mario y Mariano.
Ya recibida de arquitecta, María se encargó que el departamento de la familia Leito sea simple y armónico a la vez. El living comedor es amplio, tiene una mesa para ocho personas y los muebles, todos de madera, muestran fotos de la noche de la boda y de distintas vacaciones familiares. En uno de los extremos, junto a un ventanal, hay un sillón de dos cuerpos en el que Mario se sienta para la entrevista. Sirve un vaso de Sprite Zero, y despide cariñoso a su esposa, que está lista para ir al gimnasio. “Chau, Negra”, le dice, y le da un beso.
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Mario Leito casi siempre usa prendas con tonos de azul. Así lo hizo durante los 10 años que condujo la dirigencia de Atlético Tucumán, en el período de mayor éxito institucional y deportivo del club.
Durante su gestión, el estadio José Fierro amplió su capacidad con dos nuevas plateas, y se modernizó con nuevos vestuarios, sala de prensa, sala de reuniones y otros espacios. Ahora, está al nivel de los clubes más importantes del país. También compró un nuevo predio de 20 hectáreas, ubicado en San Andrés, que será destinado a las divisiones inferiores.
El equipo, en tanto, pasó de jugar la tercera categoría del fútbol argentino, a instalarse en primera y participar en torneos internacionales: del Torneo Argentino A a la Copa Libertadores, en nueve años.
“San Miguel de Tucumán es la antítesis de lo que ocurre en la provincia. La intendencia de Alfaro es la intendencia de Macri”, dice en el momento más candoroso que alcanzó su discurso. Tiene la camisa celeste transpirada y está agitado, como cuando era niño y jugaba a la pelota en su Monteros natal.
Ya recibida de arquitecta, María se encargó que el departamento de la familia Leito sea simple y armónico a la vez. El living comedor es amplio, tiene una mesa para ocho personas y los muebles, todos de madera, muestran fotos de la noche de la boda y de distintas vacaciones familiares. En uno de los extremos, junto a un ventanal, hay un sillón de dos cuerpos en el que Mario se sienta para la entrevista. Sirve un vaso de Sprite Zero, y despide cariñoso a su esposa, que está lista para ir al gimnasio. “Chau, Negra”, le dice, y le da un beso.
Este camino exitoso es el que hoy lo ubica como candidato, por encima de dirigentes de larga trayectoria peronista, que aspiraban a ser los elegidos.
En esta entrevista también viste de azul. Mientras habla carraspea y nunca deja quietas las manos. De a ratos gesticula abriendo los brazos, por momentos toma un almohadón y lo pone en su falda. Después juega tocando las puntas de sus dedos.
- Habían aparecido algunas fotos de cenas que tuve con compañeros, y muchos especulaban con que estaba preparando una candidatura, pero en ese momento no había nada. La realidad es que mi vínculo con el peronismo es de toda la vida, y ese tipo de encuentros fueron una constante a lo largo de los años. Pero por ese entonces no tenía pensado serlo. Luego el partido me eligió y me convocó para asumir este desafío, y yo acepté.
- A lo largo de mi vida tuve distintos roles dentro del peronismo, hasta llegué a ser apoderado del Partido, pero hace 16 años que no ocupo ningún cargo político. En esta instancia me llamaron, me ofrecieron esta posibilidad y este gran desafío, y yo acepté. ¿Cómo no iba a aceptar si me estaban eligiendo a mi? Es similar a lo que pasó con Atlético, donde me llamaron para sumarme en un momento que tenía mucho más para perder que para ganar, pero logramos cambiar la realidad. Muchos pensaban que las cosas eran imposibles, y pudimos demostrar que con vocación, ganas, ideas, proyectos, equipos, podemos transformar hasta la derrota más dolorosa en el triunfo más importante.
- Lo estamos trabajando, sí, junto a un equipo técnico con el que analizamos las distintas necesidades de los vecinos. Si vos hoy le preguntas a cualquiera de los tucumanos de la capital si está conforme con la ciudad, el 80% te va a decir que no, que podemos vivir en una ciudad mejor, más limpia, con menos baches, con más seguridad, con más árboles, con un tránsito más ordenado. Y tienen razón, claro que podemos vivir mejor, pero para eso hay que tener decisión, ideas, alguien que conduzca, un proyecto, un equipo de laburo. Pero para eso también hay que ganar las elecciones y estar en la intendencia, porque desde afuera no podemos hacer nada.
- El día que asumamos vamos a decretar la emergencia ambiental, y en 90 días le vamos a entregar una ciudad totalmente distinta a los tucumanos.
- Hay que trabajar desde la periferia al centro. Primero hay que integrar a los sectores más vulnerables que tenemos, hacerlos parte de la sociedad. Si a vos no te interesa nada, si no sos capaz de pasarle una máquina, de llevarles agua, de llevarles luz, de ayudarles, ¿qué podes pretender de esa gente que no tiene posibilidades en la vida?, ¿vos crees que esa gente nos puede querer a los que vivimos un poco más acá?, seguramente no, y muchas veces esa gente, por necesidad, sale a delinquir. Entonces, yo pregunto, ¿por qué no los integramos, los hacemos parte de la sociedad, hacemos que se sientan reconocidos, que tengan otras posibilidades? Si comenzamos así, vamos a ir combatiendo toda esa delincuencia.
- Se empieza por fortalecer los centros vecinales, los clubes barriales. Deben ser el lugar de encuentro para los chicos, para la familia. Los niños tienen que estar en la escuela o haciendo deporte, y hay que trabajar en eso. Pero hay clubes que no tienen ni para pagar la luz, y es el Estado el que tiene que ir en ayuda de eso. Nosotros ya lo hemos hecho, hemos podido construir un club quebrado, fundido, concursado, en un club exitoso.
Aldo será uno de los casi 500.000 tucumanos que deberán elegir al nuevo intendente de la capital, en las elecciones del próximo domingo 9 de junio. El padrón definitivo aún no ha sido confirmado, pero se estima que el electorado en esta ciudad alcanzará el medio millón de personas.