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"Se emocionó Chacho": Aldana llevó a su abuelo a comer pizza al Mercado y conmovió a todos

HISTORIAS DE ACÁ

Don Eduardo Luna buscaba a su nieta todas las mañanas del jardín y no podían volver a su casa en Villa Urquiza sin pasar por dos porciones de especial y un vasito de gaseosa. Hoy a sus 81 años ella lo buscó a él, que planchó su camisa para la ocasión la noche anterior y el resto lo cuenta acá: "Nunca imaginé la repercusión de esto. Me escribió gente que no conozco hasta desde España y ahora todos quieren conocerlo".

Chacho disfrutó de una de las grandes pasiones de los tucumanos: la pizza del Mercado. Las fotos son de su nieta, Aldana Rufino.





“Aldana... Vamos, mi amor. A levantarse que vas a llegar tarde. Aldana…”, escuchaba la niña a los seis años, mientras remoloneaba en la cama un rato y otro rato más. Hasta que el tintineo de las tazas y las tortillas de la mañana la esperaban en la mesa de la cocina de la abuela Pila y el abuelo Chacho. De ahí, beso a la abuela, portate bien, y hasta la parada del 12 caminando juntos: Aldana y Chacho, nieta y abuelo, de ida a la escuela Rivadavia y de vuelta con una parada técnica en el Mercado del Norte: “Antes de volver a almorzar, mi abuelo siempre me llevaba a comer pizza. Dos porciones y un vaso de Mirinda manzana”.

Aldana Rufino tiene hoy 19 años y cursa el segundo año de Medicina. Dice que la lleva bien, que le quedan un par de finales, que estudia mucho, y que entre apuntes andaba cuando se le ocurrió una idea: “Le dije a mi abuelo que mañana lo voy a llevar a comer pizza en el mercado, como él me llevaba a mi cuando me buscaba del jardín”. Cuando se lo contó, su prima Alejandra le mandó una foto tomada anoche: Chacho, ansioso por la invitación de este mediodía, se puso a planchar la camisa y Aldana se emocionó como ahora que habla con el tucumano, después de que la historia se viralizara a través de Twitter con más de 200 mil corazones.

“Me emocionó mucho verlo planchando la camisa. Uno de los primeros trabajos de mi abuelo era planchar los trajes en una casa de ropa. Y luego trabajó en el diario La Gaceta, en la parte de las máquinas. Salía del trabajo, me pasaba a buscar del jardín de la Rivadavia, después cuando iba a la Normal, y siempre nos metíamos en el mercado, como hoy, en un local que ahora no recuerdo si era Pedrito o cuál, bien adentro del mercado, cerca de las carnicerías”, detalla Aldana que fue a buscar a don Eduardo Luna, a Chacho, que la esperaba puntual con la camisa planchada, y un detalle que conserva: “Sigue llevando el peine en el bolsillo. Siempre fue bien coqueto mi abuelo”.

Hay algunas cosas, claro, que han cambiado entre aquel ritual y el que hoy revivieron Aldana y su abuelo: “Recuerdo que durante esas caminatas cuando íbamos hasta la parada, mi abuelo iba adelante, un poco más adelante para ver si venía el colectivo. Ahora soy yo la que camina más rápido y él va más despacito atrás. Y otra diferencia es que antes comíamos dos porciones y un vaso de gaseosa. Ahora pedimos una promo de una pizza entera con una Mirinda de litro y cuarto. Lástima que ya no vienen las botellas de vidrio, pero está buena la promo: cuesta 200 pesos y no quedó ni una porción. Las pizzas más ricas de Tucumán son las del mercado”.

Mientras Chacho sonreía para las fotos con su nieta y su sobrina en el Mercado del Norte, las notificaciones al celular de Aldana no paraban de llegar: “Nunca imaginé que esta historia tuviera la repercusión que tuvo. Me mandaron mensajes personas que no conozco y viven en España, en México, en Ecuador. Cuando le conté a mi abuelo todo lo que estaba pasando, ya comiendo las milanesas con puré de mi abuela Pila, se me emocionó Chacho. Me crié con mis abuelos maternos, siempre me cuidaron cuando mi mamá no podía”, relata Aldana y hace una pausa porque está sensibilizada con todo lo que está viviendo.

“Mi abuelo tiene 81 años y anda con algunos dolores en la espalda. A veces se pierde un poco y tengo miedo que más adelante no se acuerde de estas cosas. Por eso aprovecho este tiempo y lo disfruto con él”, remarca Aldana, que ya tiene la próxima salida con el abuelo Chacho: “Lo voy a llevar a comer un sándwich de milanesa a la avenida Mitre. Vamos a ir caminando despacito mientras le cuento cómo me va en la facultad. A él le encanta escucharme hablar de mi carrera. Me dice que voy a hacer la primera médica de la familia y lo llena de orgullo. Lo único que le pido a la vida es que mi abuelo esté ahí el día que me reciba, que viva para ver cuando me entreguen el diploma. Eso le pido, nomás. Eso, y más mediodías como el de hoy”.