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Su mascota es un buitre y andan juntos por Famaillá

Famaillá

Lo bautizó Pepe. Duerme en su casa. La historia del hombre que lo adoptó desde pichón. Video.




El señor Eugenio Ávila, de 78 años, llega a su casa en bicicleta y arriba suyo, a unos 10 metros de alto, lo acompaña su mascota: Un buitre llamado Pepe.

“Me fui a comprar aguarrás y el desgraciao se había quedado allá”, dice Ávila, quien había regresado al negocio para buscar a su ave.  


El hombre, a quien todos conocen como Genito, se sienta en el cordón y Pepe se posa sobre la farola de un poste de luz: su negro contrasta con el cielo azul.




En esta esquina de Famaillá, Genito entra a su casa y vuelve con una pieza de 200 gramos de pollo crudo. Pepe lo ve y vuela hacia él. Come de su mano. “También le gusta el tomate, para mí lo confunde con la carne por el color”. El ave, duerne en casa de Pepe, sobre una viga: "Llueva o haga mucho frío lo mismo está ahí".


“El otro día fui a un casamiento y este se quería meter a la iglesia”, cuenta Genito, quien ahora acaricia a su mascota en el pecho: con el dedo índice extendido, como si pasara un cepillo a contrapelo.




“Cuando me pierde en el centro, me espera en el bar El Cóndor. Y cuando lo ven aparecer a él, dicen: ahí viene Genito”.


El hombre se para y el pájaro camina detrás de él, como si fuera un perro que acompaña al amo. Genito tiene una leve renguera y Pepe camina con una pierna clueca. “Este me hace burla”. Asi caminan juntos:


Lo sigue cuando sale: “Cuando vamos a la plaza, camina al lado mío, sigue a mi pierna derecha”. Si anda en bicicleta, Pepe se adelanta y lo espera arriba de los faroles. Y si va en moto, algunas veces, vuela detrás.

Un muchacho que pasa en la moto lo saluda: “¡Pepe!”, grita. Llega Olga, la mujer de Genito. Muestra fotos de su teléfono celular: Pepe subido a la heladera, Pepe agarrado en el marco de una silla, Pepe de masapan en la torta de cumpleaños de Genito. “Si te descuidás se mete a la cama”, dice Olga.


Marcos, uno de los siete hijos de Genito y Olga cuenta cómo llegó el ave a su casa. Dice que un amigo lo encontró en Río Colorado. Con la deforestación de la zona, derribaron el árbol donde estaba el nido del pájaro. Entonces, pinchoncito, lo llevaron a Famaillá.


Lo tuvieron en una jaula. Luego, cuando creció, lo liberaron pero le ataron una soga a una pata. Un día, Pepe la cortó y se quedó en la casa.

Pepe tiene dos años, pesa unos tres kilos, según calculan sus dueños, y de pies a cabeza mide unos 70 centímetros. Con las alas cerradas, es más corpulento que un gato gordo. Sus alas extendidas alcanzan un metro y medio de envergadura.




“Por ahí algunos le dicen que es cuervo, pero es un buitre”, cuenta, convencido, Marcos. “Buitre americano negro”, muestra wikipedia en el teléfono. En la zona también se lo conoce también como jota de cabeza negra o gallinazo. Es un ave que habita, en Sudamérica, desde el centro de Argentina hasta el Sur de Estados Unidos.


Mimí, el gato de la casa, se le pone al lado. “Este lo despulga”, comenta Genito y el pájaro le da picotazos lentos sobre el pelaje del animal.


Cuando era joven, Genito competió en lucha libre y lucha greco romana. Ahora es letrista y  trabaja en su taller de pintura. Cuando trabaja siempre lo acompaña Pepe, salvo esas veces que tiene que ir a buscarlo en su bicicleta porque su mascota no ha vuelto a casa.