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"Cuando era chico los vecinos me decían MacGyver", contó el bombero Ricardo Vidal

Barrio Sur

El Oficial Inspector de los Bomberos Voluntarios de San Miguel de Tucumán tuvo una actuación destacada en el operativo para sofocar el incendio en Previsión Social. Historia de una vocación de servicio que no conoce obstáculos.

Ricardo, a la izquierda, rodeado de sus colegas





El incendio que se desató anoche en el subsuelo del edificio del Instituto de Seguridad y Previsión Social (IPSST) tuvo sus héroes: los bomberos voluntarios que acudieron al llamado para atender la emergencia. En la transmisión en vivo de eltucumano.com, los lectores que seguían minuto a minuto los acontecimientos, destacaron la tarea de ese grupo de hombres y mujeres con un espíritu solidario que no mide riesgos.

Esta mañana, el oficial inspector Ricardo Vidal Moreno estaba nuevamente apostado en el Cuartel de Bomberos Voluntarios, al que reconoce como su segundo hogar. Con el ánimo calmado, recibió la llamada de este diario para contar cómo vivió anoche esos momentos de máxima tensión. Y también para hablar sobre las razones que hacen que las palabras le queden atrapadas en la garganta cada vez que concluye un operativo de estas características.   

Luego de enfermar de cáncer de colon a los 33 años, Ricardo fue sometido a varias operaciones de distintas magnitud que resultaron exitosas. Esa segunda oportunidad que le dio la vida fue lo que lo motivó a dedicar su vida a ayudar al prójimo. Pensó entonces que la mejor forma de canalizar esa inquietud era sumándose al Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Provincia de Tucumán.

Si bien las secuelas del cáncer lo dejaron con una discapacidad del 80%, eso no le impide en la actualidad trepar en altura ni realizar ejercicio físico para mantenerse en forma. “Siento que después de la enfermedad, me regalaron la vida. Entonces, decidí ayudar a otras personas”, asegura con convencimiento Ricardo, quien es fisiatra y profesor superior nacional de gimnasia.

"Muchas veces soy muy 'corto' para hablar, después de las cirugías pienso más rápido de lo que puedo expresarme", se sincera el Oficial en referencia a la emoción que lo invadió anoche cuando brindó los detalles del operativo a la prensa. 

"¿Qué es lo primero que piensa cuando llega a un incendio como el de anoche?", le pregunté. “En la autobomba vamos rezando para que no haya ninguna víctima, porque el dolor más grande para nosotros es que muera una criatura o una persona mayor. Lo material se subsana más tarde o más temprano, pero las vidas humanas son irreparables”, respondió.


Una infancia con herramientas

El sueño de ser bombero quizá sea el más recurrente entre los más chicos. Se equipara a ser un héroe como los de las historietas. En ese aspecto, Ricardo era un niño más que imaginaba rescatar a todo aquel que estuviera en problemas.

“Los vecinos me decían McGyver porque siempre me llamaban cuando tenían un inconveniente”, cuenta entre risas. En el barrio, también volvía la cabeza cuando escuchaba 'Pardale', en referencia al personaje que inventaba objetos innovadores. “Agradezco a mi papá que nunca me dio juguetes, sino herramientas para que desarrolle la imaginación”, recordó.

Nada le haría suponer que esas habilidades potenciadas en la infancia le serían tan útiles hoy para rescatar a personas que se encuentran en peligro. “Los Bomberos Voluntarios recibimos llamados todos los días para liberar a personas que quedaron encerradas en su casa, rescatar animalitos que cayeron en lugares inaccesibles o llevar agua a personas que se quedaron sin ese servicio”, detalló y agregó "ihasta espantamos murciélagos!". 

En otro pasaje de  la charla, la infancia también vuelve a la memoria. “Anoche cuando llegamos me di cuenta que el incendio se había desencadenado en el subsuelo”. ¿Cómo supo eso?, fue la pregunta inevitable. “Porque cuando era chico, pasaba mucho tiempo en lo de mi padrino, ‘Mañuco’ Ramasco Padilla, quien vivía en Previsión Social. De ahí que conozco de memoria el edificio porque era donde jugábamos de chicos”, reveló.


Socios para los Bomberos

Ricardo cuenta que los Bomberos Voluntarios de Tucumán sirven de asistencia al Cuartel General de Bomberos de la Provincia. Todos los años, reciben un subsidio del Gobierno nacional y dos vales por 100 litros de combustible por parte de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Fuera de esos ingresos, el resto se hace “a pulmón”, con la contribución de los socios.

“Ahora, por ejemplo, estamos trabajando para mejorar la atención de catástrofes, emergencias y siniestros, que es lo que no hay en Tucumán”, adelantó sobre los proyectos del cuartel. “Nosotros resolvimos no vender rifas para financiarnos, solamente adherimos socios que contribuyen con nuestra tarea”, explicó el voluntario, quien pidió advertir a los tucumanos que acercarse al cuartel es la única forma de colaborar. Actualmente, las casi 30 personas integran el equipo sólo reciben como recompensa un seguro de vida. 

En el caso de Ricardo, que trabaja desde hace casi 15 años como bombero, logró resolver su sustento económico a través de sus invenciones para el cuidado medioambiental, su otra pasión. Muchas fueron patentadas y recibieron premios a nivel nacional. Pese a que empresas del exterior le ofrecieron comprar algunas –como la que evita la contaminación del agua por parte de citrícolas-, él prefiere dejar esa única herencia para sus tres hijos. Sin embargo, no reniega de su elección que muchas veces le implica renuncias.

“Ser bombero voluntario es la mejor paga porque recibir una sonrisa o un abrazo es lo que realmente no tiene precio”, dice emocionado. Eso es lo único que, a esta altura, no resigna.