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"Me dicen Leona": la joven promesa que busca dejar su huella en el boxeo tucumano

HISTORIAS DE ACÁ

Flor conoció el mundo del cuadrilátero cuando apenas tenía cinco años, y fue amor a primera vista. Desde entonces. ha dejado en claro que su camino hacia la grandeza no es un simple sueño, sino una realidad que construye día a día con esfuerzo, valentía y una mentalidad inquebrantable.

foto de El Tucumano.





Dos fuerzas eternas se enfrentan cara a cara. Se estudian, se cubren, amagan, esquivan, golpean. A su alrededor, el resto de los presentes, inmersos en las sombras, quedan atrapados en el filo del suspenso, ansiosos por saber quién dará el último golpe. Tal vez la magia radique en ese contraste: en cómo la oscuridad silencia al mundo y permite que la acción hable, que los cuerpos transpiren y el esfuerzo brille.

Flor conoció el mundo del cuadrilátero en un club ubicado en Barrio Jardín cuando apenas tenía cinco años, y fue amor a primera vista. En ese instante, y a tan corto período de existencia, solo tenía clara una cosa: quería pelear. Su talento natural, combinado con una determinación inusual para su edad, pronto salió a la luz con un brillo que auguraba grandeza. Decidida a no quedarse en la banalidad del mero intento, se armó de coraje y se forjó en un personaje que refleja su espíritu.

“Me dicen ‘Leona’ porque mi padrino, Braían ‘El Prototipo’ González, me puso el apodo. Él vio en mí que no tengo miedo y que no me rindo fácilmente”, explicó a El Tucumano. Hoy, con 12 años y un entrenamiento ardoroso y agudo de varias horas en Satoshi team, gimnasio ubicado en el Pasaje Chazarreta, su carácter se identifica por una fuerte intensidad a la hora de conectar sus puños con las emociones más humanas. Y en el cuadrilátero, el amor y la pasión por el boxeo aparece ligado a ciertos deseos fundacionales como la seguridad propia, la defensa hacia el otro y la búsqueda de hacer de este deporte, un refugio para muchos. 

Aunque vivimos en una época donde las barreras de género se desdibujan cada vez más, persisten ciertos prejuicios que limitan o apagan los deseos de muchas jóvenes, aunque sea por un momento. El boxeo, en particular, aún lucha contra los estigmas relacionados con la feminidad y la sexualidad. Sin embargo, Flor no planea ceder terreno: “Mi meta es fija. Quiero ser profesional y enseñar a otros chicos y chicas este deporte. Más que nada, a las chicas, para que aprendan a defenderse, porque hoy la calle está muy difícil, muy insegura. Quienes más me apoyarón a la hora de involucrarme con este deporte fue mi abuela materna y mi mamá”, afirmó.

A lo largo de su corta pero intensa trayectoria, Florencia ha participado en alrededor de 30 torneos locales, enfrentándose a victorias y derrotas con la misma mentalidad: aprender y crecer. Según sus entrenadores, Cristian Darío y Marcos, las dos cualidades esenciales para brillar en el ring son la mentalidad y la valentía. Con el tiempo y el entrenamiento, las habilidades técnicas, la velocidad, la inteligencia y las estrategias llegan como resultado.

Ella tiene un talento natural para este deporte. Se nota que lo lleva en el corazón. Es muy fuerte, muy valiente, y me toma como ejemplo, lo que me enorgullece”, comentó “El Prototipo” González, su padrino quién la acompaña a sus entrenamientos en . Y agregó: “El boxeo es un deporte egoísta, porque estás tú solo contra el mundo. Pero Flor tiene una fortaleza mental y un corazón guerrero que la hacen destacar. No le teme a nada: ni a pelear, ni a perder, ni a enfrentar desafíos. Y eso, en un deportista, es invaluable”.

Desde pequeña, ha demostrado que el talento no tiene edad. Con apenas 12 años, esta joven boxeadora ya ha dejado en claro que su camino hacia la grandeza no es un simple sueño, sino una realidad que construye día a día con esfuerzo, valentía y una mentalidad inquebrantable.