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"No estaríamos acá si no hubiera sido por el Mercado": la emocionante historia de Gustavo Alzogaray

HISTORIAS DE ACÁ

A dos años del cierre, esta mañana un hombre apareció sentado en la peatonal vacía y, luego de revelar lo inesperado, evocó: "Cada vez que mi abuela cobraba la pensión en el Banco Nación, yo la acompañaba, íbamos primero a la Galería La Gran Vía a comprar bombones y luego al Mercado del Norte a comer pizzas". VIDEO

Gustavo Alzogaray. Su mirada lo dice todo.





Son las siete y media de la mañana y todavía las peatonales de Tucumán están en silencio. Solo un hombre ocupa uno de los asientos sobre Mendoza, a metros de una de las entradas del ex Mercado del Norte. Ese lugar, corazón de San Miguel de Tucumán, dejó de latir desde hace dos años y desde entonces luce vallado con la cartelería de turno.

Ese hombre que encuentra Javi El Vivo durante el móvil para latucumana de mañana con Oscar Mazza se llama Gustavo Alzogaray y está sentado ahí, como si esperara que el Mercado volviera a abrir sus puertas, como si esperara el murmullo del pueblo, el cántico de los vendedores ambulantes, las ofertas de las puesteras.

Esa es la banda sonora de la vida de Gustavo, es la que lo ha acompañado desde niño, literalmente desde el momento en el que nació fruto del amor de su padre Miguel Bernabé Alzogaray (hijo de Segundo Manuel) y de su madre Lucía Esther Dergham, quienes trabajaban en los puestos del Mercado y, entre mirada va y mirada viene, se casaron y nació él. “Así es: mis padres se conocieron aquí. Mis abuelos tenían negocio y mi madre trabajaba en la carnicería Doña Rosa. No estaríamos acá si no hubiera sido por el Mercado”.

No es casualidad que un periodista cubra el estado actual del ex Mercado y encuentre a un tucumano cuya vida ha estado marcada por ese lugar. Son pocas las personas que al menos una vez no lo hayan visitado. “Lechones y cabritos de excelencia era el rubro que desarrollaban mis abuelos. Una de mis tías empezó a los 10 años y estuvo acompañando a sus nietos hasta los 90 años. Es una fuente inagotable de trabajo, no solo permitía el abastecimiento de la gente sino a todos los negociantes que se ubicaban alrededor”.

Mientras Gustavo habla con Javi El Vivo y luego con la redacción de eltucumano, los tiempos verbales varían entre el pasado y el presente: “Para nosotros ha sido la posibilidad de aprender sobre la vida que se desarrollaba en el casco histórico que tenemos, que teníamos. A veces hablo en presente porque sigue arraigado en nosotros el Mercado. Todavía recuerdo cuando entraba por calle Maipú y hacia mano izquierda, frente a la calle de las pescaderías, estaban las carnicerías. El primer negocio era de la familia Alonso, enfrente estaban mis primos, y a la par mis abuelos”. 

“Por las mañanas yo iba al colegio y por la tarde jugábamos en el Mercado entre nosotros, con mis primos. Los Alzogaray eran comerciantes como Yeyo, que está casado con una prima mía. O la fiambrería Los Granjeros del Norte, que era de mi tío Waldo Alzogaray. Es decir, éramos toda una familia en el Mercado”, recuerda Gustavo, quien como miles de tucumanos y tucumanas tenía su día preferido del mes, el permitido, esa mañana que tenía un paseo de la mano de su abuela y que es lo más parecido a la felicidad que un niño pueda experimentar. 

“Cada vez que mi abuela cobraba la pensión en el Banco Nación, yo la acompañaba, íbamos primero a la Galería La Gran Vía a comprar bombones y luego al Mercado del Norte a comer pizzas. Era el tour obligado”, evoca Gustavo, quien atesora estos recuerdos y sentencia: “Es un vacío saber que hay una parte de tu vida que ha ido desapareciendo con el avance del progreso, con la tecnología, con esta idea de hacer un centro de atracción turística para vender Tucumán, ¿pero y nosotros? ¿Y los tucumanos?”, se pregunta, mientras se esperan los avances edilicios en el pulmón que, a dos años de su cierre, sigue apagado.

“No sé si sería viable tener un Mercado que no pierda la esencia y que sea moderno como quieren. No sé si sería viable por el avance inevitable, pero hay que buscar consenso, trabajo en conjunto. Se sabe que hay un gran caudal de personas altamente formadas en patrimonio, en arquitectura, en historia. Sería bueno un trabajo conjunto entre el Gobierno y las entidades que se encarguen de preservar nuestros edificios históricos a través de ordenanzas, que se mantenga ese tipo de estructura, en resumen, que mantenga el contacto entre el presente y el pasado de Tucumán”.

 Miguel Bernabé Alzogaray, el padre de Gustavo.