"Hago asados para más de 200 personas": Cristina, la asadora tucumana que rompió el molde
Un día la necesidad se presentó y surgió algo inmenso: una tucumana se metió de lleno en un sector de la gastronomía que parece estar reservado para los hombres: "Muchos me quedan mirando cuando me ven estaqueando todo solita"

A pesar de que son muy pocas las cosas que se pueden afirmar como certeras en la vida, hay algo que es una realidad para todos los seres humanos: necesitamos comer, por lo tanto, todos, hombres y mujeres, debemos cocinar en algún momento, o rodearnos de quienes hagan la labor por nosotros. Desde hace muchos siglos, los roles de género parecen habernos ubicado a las mujeres adentro de las cocinas, y a los hombres alrededor del fuego sagrado. Es decir, nosotras, a lo elaborado y al detalle fino, y ellos, a lo grande, a lo práctico, al tesoro de un solo secreto: asar la carne.
Sin embargo, la cocina, ese cubículo para algunas mágico y para otras esclavizante al que parecen habernos designado sin preguntarnos, tampoco es un espacio totalmente ganado. Desde hace varias décadas la fama de los cocineros hombres y sus secretos culinarios se extiende por el mundo. Basta con ver las distintas versiones de reality shows al estilo de Master Chef en todas sus versiones globales, para caer en cuenta que, si de porcentajes hablamos, los más prestigiosos jurados y los ganadores de estrellas Michelín, es decir, los más famosos cocineros, son en su mayoría, hombres.
Esto nos posiciona ante un debate. ¿Qué tan nuestra es la cocina? ¿De verdad solo por ser mujeres se supone que tenemos mejores manos y dotes? ¿Solamente los hombres son buenos para asar grandes cantidades de carne? O acaso esa tarea de cocinarnos y cocinar al otro es una actividad básica de la supervivencia que trasciende al género y que tiene muchas aristas por las cuales transitar y crecer.
La historia de este domingo, sin embargo, lejos de ser algo que a muchos les pueda parecer común y cotidiano, entremezcla una suerte de valentía, crisis, necesidad, y sobre todo inspiración. La historia de Cristina Lezcano.
Hace unos 5 años, poco antes de llegar a los 40, a esta tucumana de la ciudad de Alberdi le sucedió algo que la puso en una encrucijada: se separó de su pareja y quedó sola con sus 4 hijos, desempleada. Rápidamente y como salida laboral inmediata, decidió comenzar a trabajar como empleada doméstica: “Tenía que salir adelante como sea”, confiesa a eltucumano.
Durante poco más de un año realizó Cris este trabajo, hasta que se le presentó la oportunidad de ser moza en un evento. Encontró en ese momento un campo laboral para explotar, por lo que decidió junto a otras mujeres en condiciones similares de empleo informal, armar un grupo de mozas para todo tipo de eventos festivos.
“Un día decidí implementar el servicio de comida. Yo siempre vendí comida, así que sabía cocinar”, cuenta. Así fue como comenzó a tener un servicio, dos, tres… hasta que llegó el desafío: “Un día mi hermano me preguntó si yo me animaba a hacer un asado a las llamas. Ese día asé tres lechones y costillares también”, recuerda, sobre su primer paso por este rubro que –al menos en Tucumán- parece estar totalmente masculinizado.
Sabiendo que con agradecimiento se crece, Cristina Lezcano se refiere actualmente a Luisito, el dueño del restaurante en donde trabaja hoy como parillera y que le permite salir a realizar sus eventos particulares cuando así se le presentan.
“Me encanta esto, es como una terapia hacer asados, empecé a salir adelante con este rubro y ahora puedo decir que tengo mi propio servicio de catering con mozas, mozos, y cocino lo que me pidan los clientes, pero buscando sobre todo que ellos puedan acceder a mi servicio, hoy en día está muy caro festejar un casamiento, una fiesta de 15, un bautismo, trato de ser muy accesible y que todos podamos trabajar”, explicó.
Cada vez que esta tucumana tiene un servicio, cuenta que es común que los hombres se acerquen a ella y hagan comentarios que le resultan bastante desafortunados, pues van desde las indicaciones hasta las descalificaciones o halagos que esconden prejuicios: “Muchas veces me quedan mirando, sobre todo cuando me ven estaquear un lechón o un cabrito, los asadores sabrán que con una pieza entera hay que hacer fuerza, la verdad a mí a veces me da un poco de vergüenza hacerlo pero es lo que me llevó a crecer mi vida. Es decir, lo que me hace dar vergüenza no es mi trabajo sino los comentarios que hacen, como si yo fuera menos mujer o femenina por poder hacer cierta fuerza, o cuando ven la cantidad de carne que puedo asar, atender la estaca al mismo tiempo… no me gustan las cosas que dicen. Sin embargo, cuando sale el asado y ven lo rico que está me llenan de halagos sinceros y logro tapar un poco la boca a los hombres”.
“En donde trabajo se saca a la vereda el asador, las mujeres y hombres se sacan fotos conmigo, ponen cosas en Facebook como ‘la primera mujer en Alberdi haciendo un asado a la llama’, cuando hacen el pedido de la parrillada en el bar salgo a entregarlo, y me preguntan si yo lo hice y ahí estoy parada toda colorada, acalorada y con vergüenza digo que sí. Luego me felicitan y ahí vuelve mi tranquilidad”, nos confiesa la asadora.
Y sobre ese “asado cero”, la enseñanza y la manera en la que descubrió los secretos del fuego, sorprendió la respuesta de Cris: “Nadie me enseñó a hacer el asado, siempre fui de mirar y aprendiendo sola. Acá hay varios asadores conocidos en Alberdi y cuando veo que suben fotos conmigo, me llena de orgullo, tienen más experiencia que yo, herramientas, cosas que yo no tengo, entonces ahí me doy cuenta de que seguramente algo bien debo estar haciendo con la carne”.
Los secretos de esta gastronómica y emprendedora, son sencillos pero fundamentales: usar sal fina, y que el fuego se haga con leña de quebracho u otra madera similar para que la carne siempre tenga ese sabor ahumado.
No es un secreto que el sector de la gastronomía es una de las más grandes fuentes de trabajo a nivel mundial, aunque suele ser un camino sacrificado y precarizado, por lo cual, es algo pasajero para la mayoría y son pocos quienes realmente proyectan que este sea su camino para ganarse la vida con posteridad. Sin embargo, para Lezcano su sueño recién comienza: “Tengo el deseo de que crezca mucho, tengo 3 adultos que dependen de esto puramente. Quisiera tener mi propio carro, mi propio asador, espero que algún día lo pueda concretar”, dice.
“Nada es imposible, con mucho sacrificio se puede salir adelante y pensando en los hijos y su bienestar una mujer busca de salir como sea y de una buena manera, estoy orgullosa porque ellos están conmigo al lado y puedo proveerlos de lo que haga falta, los malcrio un poco porque ya son grandes, claro, pero estoy para ellos”, cerró.
¡Te dejamos algunas foto de Cristina con las brasas, y el link de sus redes sociales aquí!