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"Yo también quisiera ser gato": una escritora tucumana que retrata el universo felino

Literatura de acá

Ana Luisa Coviello presenta su libro de cuentos “Cuatro lindos gatitos” donde relata las vicisitudes de su convivencia con los felinos que han cambiado su vida: “Son parte de los chispazos de felicidad que tengo a diario”.





La vida de Ana Luisa Coviello no es la misma desde que convive con sus cuatro gatos: Neguito, Oliverio, Lázaro y Tiki-Tiki. Por eso, no es casual que, a la hora de incursionar en la escritura literaria, la profesora universitaria haya decidido retratar ese universo donde los felinos parecen omnipresentes en la casa, en la vida cotidiana y en el corazón de la autora que, confiesa, ya no puede imaginar su vida sin ellos. Las aventuras de los gatitos son las que conforman el libro de cuentos “Cuatro lindos gatitos” que presentará el jueves 8 de setiembre a las 19.30 en el Centro Cultural Rougés (Laprida 31). Una experiencia literaria y la invitación de la autora para que los pequeños lectores conozcan a los protagonistas de las historias del libro. 

“Me gustaría invitar a quienes se sientan interpelados por la temática. Habrá libros a la venta. Agustina Victoria y Fabricio Jiménez Osorio dirán unas palabras. Alice Mayer y Priscilla Hill cantarán. Estarán presentes Bárbara Vuillermet, la artista que hizo los dibujos de los cuatro lindos gatitos, y Nadia Bachoer, la diseñadora del libro y responsable de su belleza formal. Habrá un brindis y una amiga, Ale Schwartz, llevará galletitas dulces de gatitos. Toda una preparación hecha desde el amor”, invita la autora a vivir una velada especial. 

- ¿Cómo surgió la idea de este libro de cuentos? ¿Por qué gatos?

- Me sumé al taller literario Desarmar la escritura de Fabricio Jiménez Osorio con la idea de terminar una novela sobre Helena de Troya que comencé en Madrid en el 2004 y dejé por la mitad, pero me sentía “entumecida” para la escritura creativa después de tantos años sin escribir nada más que textos académicos. Entonces busqué un tema del que tuviera mucho para decir. Y mi mundo es un mundo gatuno, desde que convivo con gatos. Desde el 2015 que mi vida se amplió, cuando llegó Tiki-Tiki a mi hogar, y tras él, los Malandras, Neguito y Oliverio. Lázaro fue el último que adopté, en 2020, un lisiadito que arrastra sus caderas, de la mano de SOS Felinos Tucumán. Son mi vida: hablo con ellos, juego con ellos, como con ellos, duermo con ellos, materno con ellos y recibo de ellos el amor de unos verdaderos gathijes. Así surgió la idea de los cuentos. Además de todo eso que hacen conmigo, me ayudaron a calentar mi muñeca para la escritura. Y hoy ya estoy terminando de escribir esa novela sobre Helena de Troya. Ni siquiera puedo imaginarme qué sería de mi vida sin los gatos.

- Qué importancia tienen los gatos en tu vida ¿Cómo los describirías? 

- Toda la importancia. Toda. Son parte de mi estabilidad emocional, del bienestar de mi vida cotidiana, de los chispazos de felicidad que tengo a diario. Habitualmente se dice que los gatos son muy independientes del ser humano. No lo veo así. Es verdad que no están pendientes de una todo el tiempo, que tienen su autonomía y sus ratos para los mimos. Pero ellos también dependen de nosotros. Necesitan esa presencia humana. Hablan con una. Neguito, por ejemplo, me pide todos los días que le abra la puerta para ir a jugar al palier. Me busca con sus maullidos para que le haga mimos (soy una privilegiada: hasta me ofrece su panza. Eso significa amor). Tiki-Tiki hace ochos entre mis piernas cuando llego de la calle, y me maúlla repitiendo “te extrañé, mamá”. Oliverio es el de los cabezazos y me estira su cuellito para que lo acaricie. Y Lázaro es el de los ronroneos interminables. Cada uno de ellos tiene su personalidad. Cada cual hace cositas y dice cositas a su manera. Yo intento oírlos. Y me sorprende lo inteligentes que son.

- ¿Sos de las personas que creen que con los gatos la relación amo – mascota se invierte? 

- (Se ríe) Hay momentos en que eso parece una realidad, sí. Cuando estoy en una de esas vorágines de trabajo, metida en mil proyectos a la vez y sin poder terminar de satisfacer todas las exigencias, los veo hechos un ovillo tirados en el sillón o en la cama, o en sus almohadones, o al sol en el balcón y pienso: “trabajo para ellos”. Yo también quisiera ser gato.

 

- ¿Es un libro para niños? ¿Para qué público lo pensás?

- En un primer momento no lo pensé para ellos. Escribí para mí. Después le fui enviando a mi hermano algunos borradores que él le leyó por las noches a mi sobrinito, Nico, y fui testigo de las risas que originaban en él las travesuras de los “cuatriqui”, y se me ocurrió adaptar pequeños detalles a esa edad, alrededor de los diez años. Por eso el libro está dedicado a él. Pero la lectura funciona también para adultos. Desde luego que para cualquiera que ame a los animales.

- Con qué se van a encontrar quienes lean estos cuentos.

- Quienes se internen en el libro encontrarán aventuras, humor y ternura. Cositas cotidianas. Son ejes alrededor de los cuales se fueron conformando las historias. Hablaba con mi prima el otro día y ella me decía que le encantaba la idea de leer algo que hubiera salido de mi corazón, más que de mi cabeza. Y es así, creo que ese amor se deja ver en estas páginas. Por supuesto que no todo lo que cuento pasó en la realidad. Mezclo. Algunas cosas sí: como la caída por el balcón de Oli, dos pisos para abajo sin que le pasara nada. O como la fascinación que tienen los cuatro con la puertita del gas, historia de la que no puedo decir más para no spoilear. Pero otras cosas son producto de mi imaginación. Y te digo: ofrezco a los niños que leen los cuentos pasar a merendar por mi casa a conocer a los protagonistas. No todos los escritores tienen ese privilegio, el de conocer a sus lectores e invitarlos a su casa. Soy una suertuda.