"Sienten que Dios no los oye": cada vez más tucumanos rinden culto a San La Muerte
Una impactante garita sobre la RN38 llama la atención, pero pocos saben lo que significa. En nuestra provincia, el Señor de la Muerte crece en seguidores y uno de sus más famosos devotos nos revela los secretos de este culto considerado págano y cargado de prejuicios.

Santa Muerte, Santísima Muerte, Muerte y hasta La Catalina: estamos hablando obviamente de una figura popular que personifica la muerte y es objeto de culto. Diversas iglesias cristianas como la católica, rechazan y condenan su veneración, considerándola diabólica. En Tucumán, como en todo el mundo, esta figura tiene un séquito de seguidores, quienes suelen no revelar ante el mundo su culto
“A cada cual le llega su hora”, explican quienes siguen a San La Muerte, sobre la guadaña que sostiene con la mano derecha este esqueleto cubierto de una túnica negra.
La historia original de este “santo pagano” cuenta que, en el siglo XVIII en tierras guaraníes, existió un monje de origen jesuita que decidió apartarse de la misión evangelizadora que encomendaba la Corona, para dedicarse mayormente a cuidar y ayudar a los nativos y a los humildes. Cuando su rebeldía al mandato fue descubierta, este monje habría sido encerrado en una celda a modo de castigo, también culpado de realizar actos de brujería.
El mito dice que un día, los carceleros abrieron la puerta de dicha celda para pasar alimento al monje, tan solo para darse con una desagradable sorpresa: su cuerpo se había convertido en un esqueleto, que al entrar estos carceleros señaló al culpable de su encierro en base de mentiras. En teoría, días después todas las personas involucradas con su encarcelamiento habrían fallecido de maneras misteriosas.
Así es como este hombre representado por un esqueleto cubierto por la túnica de monje fue convirtiéndose lentamente en un mito popular, que a lo largo de los años fue ganando adeptos en distintas partes del mundo, y sobre todo en lugares de habla hispana, como Argentina.
Se sabe que el catolicismo rechaza fuertemente el culto a este “santo pagano”, y que sus seguidores suelen ser estigmatizados y por ende no dejan saber abiertamente que son devotos de La Muerte. Además, se asocia su adoración a personas que han cometido crímenes, a los carcelarios.
En Tucumán, precisamente en la Ruta 38 sobre su autopista, 3 km al norte del Empalme con ruta 321, hay un lugar que para muchos distraídos puede ser una simple garita, pero para quienes miran con más atención se dan cuenta de que se trata más bien de un santuario, un altar a esta figura. De frente viajando de Sur a Norte, nos encontramos con la imagen de un esqueleto que usa una capa negra y sostiene una guadaña, que parece mirar fijamente a todos los que circulan a altas velocidades por esa ruta, conocida por la altísima mortalidad que tiene en sus registros.
Lo irónico es que quienes inconsciente o conscientemente miran la gran cantidad de estrellas amarillas que hay pintadas en el asfalto, pueden considerar esta pintada incluso, ofensiva. Pero hay una realidad que se muestra latente detrás de cada figura cadavérica: la muerte nos llega a todos.
Adentrándonos respetuosamente en este espacio que es imposible de ignorar en la autopista, nos encontramos con todas las ofrendas que los devotos a san La Muerte le dejan: cajas de cigarrillos completas, botellas de bebidas alcohólicas como vino, cerveza, whisky, café coñac, o Campari.
Allí, al menos unas nueve estatuillas del santo forman parte del santuario, que está rodeado de velas consumidas. Una trenza de cabello, alfajores, papeles y mucho misterio envuelve a este espacio por el que miles de tucumanos transitan cada día, pero al que solo unos pocos se atreven a bajar, sin saber que se trata de un santuario al paso creado para homenajear y rezar al Señor de la Muerte.
Sergio vive en el interior de Tucumán y es el dueño de un gran templo dedicado a realizar trabajos y adorar a San Diablo y San la Muerte. Además, es conocido a nivel mundial por ser escritor, ya que dos de los libros más famosos sobre este Santo circulan por diversos sitios digitales. Con paciencia, explica de qué se trata esta creencia tan estigmatizada pero que crece a pasos agigantados en Tucumán: “El origen del Culto a San La Muerte se originó en el año 1767 cuando el Rey Carlos III de España dio la orden de la expulsión y persecución de los Jesuitas de la Cuenca del Plata. Esta decisión política se debía a la preocupación de la Iglesia Católica por el poder y riquezas que habían obtenido los Jesuitas”.
“Como estos se negaron a que sus colonias y riquezas sean confiscadas, se mandó un gran poder militar comandado por el General Carlos Francisco de Croix, el cual los persiguió y aniquiló a la mayoría de los Jesuitas quemando sus templos e iglesias más importantes. Los Jesuitas tenían el apoyo de los indios guaraníes, los cuales les habían tallado con madera de palo santo imágenes en tamaño real de Jesús, del Diablo y de La Muerte con una guadaña” explicó para eltucumano, remontándose al primer acercamiento del cristianismo con la imagen de la Santísima Muerte.
“Durante los enfrentamientos, los indios logaron rescatar dichas imágenes del incendio del templo y la llevaron a la selva, en donde se repartieron cada imagen en tribus diferentes. De allí nacieron tres cultos, Señor Jesús, San Diablo y San La Muerte. Con el tiempo fueron desapareciendo esos cultos y se mantuvo el de San La Muerte, que junto a figuras como el Gaucho Gil Núñez fueron ganando seguidores y creyentes. Se cree que puntualmente el culto al Santo Pagano argentino pudo tener su origen exacto en la localidad de Santa Ana de los Indios Guaracas, a 20 km de la capital de Corrientes”, detalla el tucumano Sergio.
“El culto a la Muerte y a los Muertos se ha dado en muchas culturas y naciones, la figura de una deidad que rige sobre la Muerte ha tomado muchos nombres como por ejemplo Mictlantecuhtli de los Aztecas, Supay de los Incas, Thanatos de los griegos, Ankou de los celtas, Donn de los irlandeses. Pero la figura más relevante es Caín de la biblia, el que mató a su hermano Abel. Según los textos antiguos y gnósticos Caín es el Señor de La Muerte y su linaje construyo las grandes ciudades de la antigüedad. El culto a “Qayin” se lo llama Sendero de la Mano Izquierda, su origen luciferino se acerca más a las creencias paganas originarias del culto de San Diablo y San La Muerte de los indios guaraníes. De ahí las 2 ramas del culto a San La Muerte en Argentina, una más sincretizada con santos católicos y otra más oculta y vinculada al satanismo”.
“Yo empecé con esto hace unos 13 años, es un culto muy viejo pero recién se empezó a reclutar aquí. Desde ese tiempo yo empecé con esa línea de culto, no tiene nada que ver con lo católico, tiene que ver con el luciferismo y ese tipo de creencias y hay una diferencia entre los dos que es la que expliqué”, nos enseña.
Sobre la historia particular del monje Sergio nos revela que era español: “Estuvo en las cruzadas católicas, cansado de tanto derramamiento de sangre se unió a los Jesuitas. Luego vino en barco para Argentina, con el servicio social a los indios intento calmar su conciencia de tantos crimines en nombre de Dios. Fue muy querido por las tribus y le enseñaron shamanismo y magia, fue apresado en los enfrentamientos y murió como dice la leyenda, es el San La Muerte referente a esta zona, obviamente en su aprendizaje de lo oculto conocio a Caín”.
El santuario de la autopista que tanto llama la atención, tiene un motivo de ser y es menos macabro de lo que la mayoría de las personas pueden pensar al transitar por ahí: agradecer. “Esto suele hacerse por el agradecimiento a la Entidad por uno o más favores recibidos, ya sea en temas de salud, empleo o amor. Es una manera pública de mostrar su agradecimiento y permitir que otras personas por curiosidad o necesidad conozcan al Santo”, nos explica Sergio que es conocido por el pseudónimo de “Master Tubal-Qayin”, nombre que asegura, le fue otorgado por la entidad.
La realidad es que el mito que rodea al Señor de la Muerte de un aire de negatividad es el hecho de que permanentemente se encuentran altares en su honor en la mayoría de las cárceles, pues casi todas tienen estos altares en distintos puntos hasta de un mismo edificio. Por supuesto que el Master Tubal-Qayin no es ajeno a esa realidad y además tiene una explicación: “Es cierto, los presos y delincuentes son muy devotos al Señor de la Muerte porque en esa fe, ellos se sienten contenidos, sienten que más allá de sus errores tienen alguien que los escucha y los favorezca, muchos sienten que Dios no los oye y como que injustamente les dio situaciones de vida desfavorables y por eso terminaron tomando caminos errados. Por esa razón buscan una deidad de carácter fuerte con ese toque de violencia que ellos sufrieron y aprendieron a usar”, nos revela.
Una verdad innegable es el hecho de que en nuestra provincia, los devotos a San La Muerte (sea de la raíz que sea) cada vez son más. Pero el estigma es el que hace que sigan en la oscuridad y en el anonimato: “La razón de esto, radica en los prejuicios sociales impuestos por el catolicismo y la idea o estigma de que todo lo que no está en la biblia es malo o incorrecto. También está el temor a lo desconocido, sobre todo a la Muerte o el miedo a los cementerios, etc. Un devoto del Señor de la Muerte sabe que el cementerio en la casa del Santo y los que están ahí están al cuidado del Señor”.
Sobre la cantidad de personas que integran la rama específica que ocupa a Sergio, enfatizó en que todavía son pocos los que lo siguen: “Mi línea de culto es el Sendero de la Mano Izquierda, donde se sigue a Caín como el Señor de la Muerte. Digamos que es un culto más ocultista y no tiene nada que ver con lo católico, pocos conocen bien esta rama de San La Muerte, en esta ciudad puede haber alguno, pero yo no los conozco personalmente”. Y como muchos ya han de imaginarse, el entrevistado habla desde un gran conocimiento del tema: “La mayoría usan la brujería de los libros que escribí hacer unos 13 años y subí a internet de manera gratuita, ‘El Libro Blanco de San La Muerte’ y ‘El Libro Negro de San La Muerte’. Incluso los esquemas de estos libros han servido de guía para otros libros tipo copias que hablan del culto”, deja saber.
El culto, es para el Master Tubal-Qayin su modo de vida: “Mi templo es privado, pero hay muchos santuarios públicos. De mi parte es mi lugar de trabajo. Debido a los libros me hice conocido por gente de afuera, y me toca trabajar para personas de México, EEUU, Perú, Ecuador, etc. Y mis ceremonias las hago con mi pareja que es vidente natural, también trabajo en coordinación con alguno de mis ahijados espirituales en México, EEUU y en Buenos Aires”, cerró, no sin antes dejarnos saber que en Tucumán el culto a San La Muerte ha tenido un crecimiento tremendamente significativo durante el último año.