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"¡Están entre nosotros!": a 50 años de la toma iconoclasta de la Casa Histórica por Montoneras

ANIVERSARIO HISTÓRICO

El 15 de febrero de 1971, un pequeño grupo de jóvenes tucumanas encabezó una gesta rebelde y simbólica: en la Casa de la Patria inscribieron a Eva Perón entre los próceres de la Independencia Nacional. Las persiguieron más de 2.500 policías durante meses sin éxito.

Recreación de la "intervención artística" montonera en la Casa Histórica.





A comienzos de 1971, Tucumán se encuentra sumida en la crisis económica y social que ha deparado el cierre de los ingenios azucareros en 1966 bajo la dictadura del general Onganía. La sucesión de golpes de Estado, el empobrecimiento del país y la proscripción del Peronismo llevan más de 15 años continuados a través de los tres dictadores sucesivos de la "Revolución Argentina": Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Lanusse.

En Tucumán, la agrupación Montoneros lleva un tiempo organizándose en la provincia al amparo de grupos de jóvenes católicos tercermundistas que tuvieron su primera experiencia colectiva de lucha en mayo de 1969 en lo que se conoció como El Tucumanazo.

La conducción Montonera, que en aquel entonces en Tucumán tiene aroma de mujer, decide salir del ostracismo con una acción de neto corte simbólico: la mañana del lunes 15 de febrero, a las 7:40 horas, tres hombres y dos mujeres, todos jóvenes, ingresan a la Casa Histórica.

El grupo comando amenaza con armas al guardia y lo dejan atado en calzoncillos al sillón de Narciso Laprida. Luego, pintan consignas peronistas y dejan estampados en las paredes los rostros de Perón y Eva Duarte en el salón donde se firmó la independencia. Horas después, la llamada Unidad Básica de Combate Evita difunde un comunicado donde se atribuye el hecho “en homenaje a la Independencia Económica declarada por Perón en el mismo Solar histórico en 1947”.

Más de 2.500 policías sitian la ciudad y la provincia durante semanas a la caza de los “extremistas”, pero no encuentran a los responsables. Ni entonces ni nunca sabrán quiénes fueron. Buscaban varones y una sola mujer ya que en aquel entonces existía una configuración guerrillera propia de los gobiernos dictatoriales en los que conectó el coraje, el sacrificio y la ternura con una impronta netamente viril.

Los principales medios del país se hicieron eco del suceso que es considerado un grave atentado contra la patria. Indignado, el gobernador de Tucumán, Carlos Imbaud, declara: "Los autores son seres que no tienen ni Dios, ni patria, ni hogar". Ni Imbaud ni nadie sospechó, ni entonces ni hasta ahora, que los protagonistas habían sido mujeres jóvenes de clase media alta del Tucumán de apellidos reconocidos, de pasado en colegios como el Santa Rosa o Nuestra Señora del Huerto y fines de semana de misa y partidos en Tucumán Rugby y el Lawn Tennis.

Cincuenta años después, ya ancianas, dos de las mujeres tucumanas que participaron del operativo fueron contactadas por eltucumano para confirmar y rememorar aquel episodio y su juventud marcada por la militancia, el exilio, la tortura y desaparición de compañeros. Tras el horror de la dictadura y la derrota, recuperaron no ya la épica de la lucha sino la faceta lúdica de aquellos años a los que hoy definen como “los más felices de sus vidas”.

“Están entre nosotros”, exclamó con mirada flamígera un clérigo en plena misa en Santo Domingo el domingo siguiente a la toma simbólica. Se paró frente una de las protagonistas e insistió: “¡¡Están entre nostros!!”. Ella, la joven de apellido ilustre que combatió en la Batalla de Tucumán, sólo atinó a devolverle la mirada tierna y firme que aún conserva. Sigue entre nosotros.