La historia sin fin: ¿quiénes y por qué queman caña de azúcar en Tucumán?
LA EPIDEMIA TUCUMANA
Los tucumanos nos hemos (mal) acostumbrado a convivir -todos los años- con el hollín que cae del cielo y el humo que invade las rutas y caminos, principalmente del sur y este de la Provincia. Arden los cañaverales y envenenan nuestros pulmones.

Quema de caña a la vera de la nueva traza de la ruta 38, altura Aguilares. Foto: Nicolás Nuñez (Instagram @ntucman)
La escena es harto conocida por todos los tucumanos, desde hace años. En horas de la madrugada o cuando cae la tarde, nos invade una lluvia de hollín producto de la quema de caña de azúcar con la que con el paso del tiempo nos hemos acostumbrado a convivir. Esta práctica, que afecta especialmente al sur y este de Tucumán, es ilegal y está penada por la ley, pero no se detiene e incluso se agrava en el marco de la pandemia de Coronavirus: la quema de cañas es la epidemia tucumana.
La Ley provincial 6.253 prohíbe la quema de caña en general, mientras que el decreto 1.955 prohíbe la quema de caña en pie, pastizales y rastrojos. Las multas previstas van desde 5 a 500 sueldos básicos de la administración pública. Además, no sólo se penaliza el fuego en cañaverales, sino también los campos ya quemados y la recepción en los ingenios tucumanos de caña quemada. Las multas previstas para los ingenios son de 10 sueldos básicos por cada rastra que se detecte ingresando al mismo.
La Dirección Provincial de Defensa Civil de Tucumán reportó que durante el mes de junio se registraron 80 denuncias por quema de cañaverales y pastizales, por arriba del promedio de los últimos 10 años. El pico de quemas tiene lugar en el mes de agosto: los especialistas atribuyen el incremento de las quemas a que atravesamos un año seco y con fuertes heladas, mientras que desde el Gobierno y los sectores ruralistas apuntan contra la quema en las banquinas de las rutas.
Ana María Stok, Directora Médica de Investigaciones en Patologías Respiratorias y coordinadora del grupo Asma NOA analizó en diálogo con eltucumano que la quema de cañas "lo que más produce en vías respiratorias, sobre todo inhalación de lluvia negra cenizas de caña, es exacerbaciones de enfermedades preexistentes" que genera complicaciones a "pacientes con asma, epoc, fibrosis pulmonar, bronquiectasias", entre otras enfermedades neumológicas.
"Contribuye a que tengan crisis de su enfermedad fundamentalmente", explicó la especialista y alertó que también "puede llegar a ocasionar sobre todo en niños que la inhalación provoque nuevas enfermedades de bronquitis o asma por inhalación de polución extraña".
Stok señaló que desde el grupo Asma NOA se están diseñando estrategias de prevención y educación en asma: suponen que la inhalación de hollín puede ser el factor que provoque la alta prominencia de asma en la Provincia, dada la gran cantidad de atención de pacientes asmáticos que reciben neumólogos y alergistas. "Esto nos lleva a pensar que el hollín es desencadenante tanto del origen de asma como de exacerbaciones de asma, sobre todo en los niños pequeños", subrayó.
En el marco de la pandemia de Covid-19, el uso de barbijos "permite disminuir la inhalación de hollín". El uso de tapabocas tiempo completo en Tucumán rondaba en la cabeza de algunos años atrás, y ahora /por otros motivos/ se hizo realidad. Stok remarcó que la única solución es "que se elimine esta práctica", y recuerda que "es ilegal".
Tucumanos con barbijos. Diario El Periódico, 27 de noviembre de 2005.
"La inhalación de hollín provoca grandes trastornos de salud, además de respiratorios también oculares y dermatológicos. Acá hay una regulación que se debe aplicar: las consultas en guardias, consultorios, hospitales provocan un costo sanitario altísimo, y más en este momento de pandemia en el que encima estamos lidiando con prevención de Coronavirus. El gasto en salud que provoca la quema de cañas es altísimo. En Tucumán tenemos otra epidemia", enfatizó.
En ese sentido, reclamó "insistir con el tema del hollín porque no hay forma de pararlo", y denunció que "no es posible que después de tantos años sigamos con el mismo problema". Además, en el marco de la pandemia de Coronavirus, la inhalación de hollín puede complicar a los pacientes propensos a exacerbarse, agravando eventuales cuadros de contagios de Covid-19. "Con toda esta polución, todo el trabajo de prevención contra el Coronavirus se va a la basura", graficó.
"El cañero no lo hace"
"No son los productores los que queman cañas", afirmó rápidamente en diálogo con eltucumano el presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, Sebastián Murga. El referente de productores y trabajadores rurales analizó que "las condiciones ambientales que hay favorecen este problema que tenemos todos los años". A la hora de buscar responsables, iniciadores del fuego, atribuyó en parte los incendios a la quema de basuras en las banquinas de las rutas.
Murga sostuvo que "el que quema no es el sector productivo, está comprobado que no beneficia a nadie y es muy irresponsable quién lo haga". En esa línea, insistió en que "el cañero no lo hace porque daña el cultivo", y apuntó contra "la costumbre de quemar basura, prender fuego la banquina, prender fuego a lotes con maleza en los campos" que se agrava con las heladas y vientos.
"La solución para esto es una campaña y trabajo responsable de todos. Esto es un peligro y genera mucha contaminación. La única manera de revertirlo es que el Gobierno y los productores nos pongamos en campaña y concientizar a todo el mundo. Esto pasa todos los años y es una macana grande", aseveró.
Para Murga, todas las partes deben "asumir su responsabilidad", y subrayó que "no culpa al Gobierno" por la falta de controles. "En alguna ocasión puede haber daño de algún irresponsable con quemas intencionales" pero descartó que en Tucumán se produzcan quemas intencionales por motivos "políticos e ideológicos" como ocurrió, según acotó el ruralista, en lugares como Río Cuarto (Córdoba) o Santiago del Estero.
"La quema no beneficia a nadie, es una creencia eso, quizás la gente que dice eso no conoce de la actividad azucarera. No hay nada que fomente quemar un campo, más cuando se trabaja del el sector azucarero y productivo en una línea a nivel mundial ambientalmente sustentable. Todos sabemos que la contaminación es un delito, quemar cañas es un delito", resaltó.
El ruralista además precisó que la quema de cañas baja el rendimiento del suelo y obliga a fertilizar más para su óptimo uso; además, graficó que una quema "puede quemar un alambre, lo que tendría hoy un costo altísimo". Para él, "que un productor queme su propio campo es hasta peligroso y tiene consecuencias graves para su propio campo, más allá de ser ilegal".
Murga reclamó "una fuerte campaña de concientización conjunta desde el Estado, los productores y las entidades", y reiteró que "no tiene argumento pensar que un productor queme su campo", aunque admitió que "hace muchos años alguien lo podría haber hecho" pero hoy "la rentabilidad quemar campo no lleva a nada".
"¿Qué siente un productor cuando ve un cañaveral en llamas?", le consultamos, y aseguró que "lo mismo que cualquier persona de bien" porque "se lamenta el daño a la propiedad y al medioambiente" pero que "el dueño del campo lo lamenta el doble".
Así, el Gobierno y los ruralistas apuntan contra la quema de pastizales en las banquinas de las rutas y coinciden en que la quema de cañaverales no podría ser provocada por los propios productores ya que no los beneficia. Tampoco descartan que todavía algunos irresponsables lo sigan haciendo y están de acuerdo en erradicar esta práctica que data de hace tantos años. Mientras la Justicia no encuentra a los responsables y ruralistas y el Gobierno tampoco pueden señalarlos, allá en el sur de Tucumán o a un costado de la 38 se prende fuego otro pastizal, otro cañaveral, que impactará de lleno en la salud de miles de tucumanos.
"Quemar cañas es perder plata"
Marcelo Lizárraga es Subsecretario de Protección Ambiental en la Secretaría de Medio Ambiente que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo de Tucumán. "Tenemos muchos focos de fuego que no han sido generados en campos azucareros, sino que han sido generados en banquinas de rutas, quema de pastizales", apuntó en diálogo con eltucumano, y analizó que en un "año atípico en términos meteorológicos" con un seco otoño y heladas tempranas "ha generado un grado de combustibilidad en los campos bastante importante"
"Las cuestiones ambientales son responsabilidad de todos, en distintos grados", definió el funcionario provincial y detalló que "se multiplican las denuncias por quema y estamos poniendo más énfasis en la quema de banquinas: vamos a cruzar expedientes y denuncias echas por nuestros técnicos a Vialidad Nacional" porque incluso "en la ruta nacional 38 hemos tenido un accidente que se ha cobrado vidas precisamente provocado por la quema de banquinas".
Lizárraga apuntó que desde el Gobierno de Tucumán al analizar la quema en las banquinas de las rutas "entendemos que no debe ser una instrucción de vialidad nacional ni provincial" por lo que "sin dudas hay situaciones que lo provocan". "Hay que ver esas situaciones para evitar y resolver este problema que realmente es endémico en la provincia de Tucumán", recalcó.
El subsecretario de Protección Ambiental recordó además que en la Facultad de Agronomía "en el año 82 u 83" le enseñaron a quemar caña: "la quema de caña en ese momento, si bien no era justificables desde el punto de vista ambiental, se justificaba porque presuponía la eliminación de la mano de obra infantil", detalló, y planteó que "esto significaba que el cosechero de Santiago o Tucumán para poder armar a un jornal ponía a todos sus hijos aún menores dentro del cerco a cortar caña, de ahí el famoso changuito cañero".
"Durante muchos años la quema fue una práctica auxiliar de cosecha, pero en un momento determinado a medida que fue avanzando la tecnología el fuego era un gran enemigo, cuando la caña se quema pierde volumen y peso -y uno vende peso y azúcar- sino que también se revierten procesos de concentración de azúcar y comienzan a oxidarse", expresó, y aseguró que quemar caña hoy "es un retroceso con costo elevado, con menor rendimiento fabril inclusive". "Quemar cañas hoy es perder plata, es como quemar billetes, ni más ni menos", graficó.
Sobre el trabajo de los inspectores de fiscalización, el funcionario provincial sostuvo que "si llegan a encontrar la caña quemada dentro del cañón de ingenio esperando el ingreso, se multa al ingenio, no al cañero. El ingenio tiene la prohibición de recibir caña quemada. En este marco siempre el malo de la película resulta ser el productor cañero".
Pero si quemar cañas es perder plata, es un delito y supone multas económicas, ¿quiénes queman caña en Tucumán? Lizárraga respondió: "yo entiendo que haya cañeros que todavía mantienen la vieja práctica, no lo voy a negar ni a discutir. Nosotros sancionamos a todos. Me ha pasado a mí estar volando la provincia en helicóptero para buscar e identificar focos de fuego mientras las patrullas terrestres llegaban al lugar con la policía ecológica tratando de encontrar infraganti a alguien para detenerlo y cuando la policía detiene una persona quemando, mágicamente se suspenden las quemas: una veía como desde la banquina cómo ingresaban fuegos a los campos; a veces se observaba gente que todavía mantiene la práctica de cortar, acordonar la caña en un surco y quemarla".
"Hace tantos años que tenemos este problema y no podemos identificar todavía al responsable, la Justicia no puede identificar al responsable: es un delito penal", remarcó, y rememoró que el ministro público fiscal de Tucumán, Edmundo 'Pirincho' Jiménez "dictó hace unos años una resolución indicando a los fiscales que deben abocarse a la tarea de investigación de la quema de caña porque es un delito local" pero que "aun así no hemos podido obtener más que una o dos personas que hayan sido detenidas en su momento" y que incluso "una de las personas que se detuvo era la que estaba intentando apagarlo, era en una finca que estaba certificada con caña libre de fuego y estaban en el medio del fuego tratando de apagarlo".
Buscando causantes de esta práctica, justificó que "es una cuestión cultural" y lo comparó con "una vecina que barre las hojas del otoño, las amontona y las prende fuego" en cualquier barrio de la capital. "Ayer en Monteros (camino al relevamiento realizado en el Ingenio Nuñorco) veía el grado de combustibilidad del campo, totalmente amarillo: decía, acá se prende un fuego y...", confesó, y adelantó que se realizarán relevamientos técnicos para determinar cuál es la superficie quemadas en las banquinas de las rutas tucumanas.


Quemas de cañas en Tucumán (agosto de 2019). Fotos: Comunicación Tucumán