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Cristina recibió el afecto de la militancia kirchnerista en El Cadillal

De visita

Los cantitos, la locura por una selfie y el joven en cueros que le pidió que le firmara un tatuaje.

Cristina frente a la militancia kichnerista en El Cadillal. Foto: Prensa Unidad Ciudadana





Al final, mientras suenan Los Redondos, un joven en cueros sube al escenario con un tatuaje de Eva Duarte en la espalda y con un felpón en la mano. Cristina, rodeada de los demás que también habían trepado, entre los pechones y los celulares que querían una foto, recibe el marcador.  Luego, con sus custodios empujados por la desesperación de la selfie, la ex presidenta se va. Pero le dejó esto:

Abajo ya se acabaron los cantos. Aunque hay caras de que quieren más, algunos acomodan sus banderas, otros, en ronda, toman un poco de agua y conversan sonrientes.  

“Gracias”, fue la primera palabra de Cristina cuando tomó el micrófono. Entonces, los militantes le dedicaron su primera canción: ohhh, vamos a volver; a volver, a volver, vamos a volver”, cantaban levantando las manos hacia adelante, muchos con los dedos en ve. 

“Muchas gracias”, respondió ella sentada en la banqueta, con un vestido largo con tonos morados y peinada con una cola de caballo baja. “Si ustedes me disculpan, yo voy a estar un cachito sentada, porque el calor me está demoliendo. Se que algunos están desde muy temprano, desde la mañana…”, decía la ex presidenta y la interrumpieron: “¡de ayer!”, gritó alguien.

Y era así: frente al predio, la noche anterior, hubo un acampe nocturno, de vigilia, con guitarra, acordeón, bailes y palmas donde participaron unas 30 personas.

Las mismas palmas que ahora aplauden cuando Cristina critica las políticas laborales del actual gobierno nacional. “Se quiere englobar bajo el nombre de reforma laboral lo que son lisa y llanamente (el coloradito -se interrumpió y saludó-) pérdidas de derechos”. Entonces un hombre gritó: ¡Viva Néstor!. Otros le respondieron: ¡Viva!

El coloradito que saludó en medio de la frase era un niño que estaba en los hombros del padre. Y que, luego, subió al escenario y se acurrucó en su pollera. Momento de ternura nac&pop; ganas de hacer lo mismo de más de uno de los presentes.



Entre banderas, protegidos con gorritas -el sol estuvo fuerte- la escuchaban:  “En los gobiernos populares las crisis son siempre inminentes. Y en los gobiernos neoliberales el bienestar siempre está por llegar… Con nosotros nunca llega la crisis y con ellos nunca llega el bienestar. Esta es la verdad mis queridos amigos y compañeros”, dijo, firme, Cristina.

Beatríz Rojkés, a su lado, le festejó sus palabras con una risa y con un “muy bueno”, que se coló por el micrófono. Los militantes empezaron a aplaudir con las manos arriba y cantaron en versito: “Cristina, Cristina, Cristina corazón; acá tenés los pibes para la liberación”.

Y la respuesta en canciones y aplausos fue la más fuerte, quizás, cuando dijo:

“Que no me vengan con Cristina sí o Cristina no. Vengan con trabajadores sí o trabajadores no. Venime con jubilados sí o jubilados no. Decime los intereses de las provincias o si estas en contra de los intereses de las provincias".

Las banderas se movían; banderas de la JP, de Unidad Ciudadana, Descamisados, La Martín Fierro, Unidad Tucumana, La Bolívar, La Comino, La Néstor Kirchner, Alderetes, Concepción.

Efusividad hasta el final y más aún en el final, cuando la ex presidenta se despidió y se comprometió a hacer cumplir en el Senado el documento que firmó en el encuentro de Mujeres Peronistas del Norte Grande, donde reivindica cuestiones de género e inclusión social. 

Foto de Gabriel Valdez.

Luego avanzó en una pasarela tocando las manos de quienes se la estiraban. 

Sonaba “Juguetes Perdidos” y un hombre en cueros con un felpón estaba a punto de subirse al escenario.