Las emociones de una hija a su padre en este día especial.
Hoy mi columna va dedicada a ellos: los papás. Y qué título súper papá. Como cada viernes pretendo llevarlos a un lugar de encuentro, aquí el de mis palabras, pero, en realidad, los quiero transportar a los brazos seguros, al amor incondicional, al superhéroe, a tu papá.
Y así lo sentimos incluso ya de adultos y hablo desde mi pensamiento. Hoy que soy mamá, lo sigo mirando con esos ojos. El que todo lo puede, el siempre esta, el que brinda sin esperar. ¿Qué loco no? Un ser humano de otro planeta, mi viejo, tu papá. Pasan los años y veo como la paternidad fue mutando. Ahora, miro alrededor y veo papas en reuniones de colegio con cuadernos y carpetas, en eventos sociales (asados, digamos las cosas como son), jugando a todo o de compras con sus princesas. Ojo, antes también lo hacían. Es más, tengo recuerdos de tardes de tareas, de juegos. No confundamos, los papás siempre estuvieron, quizás, ahora eso se hace más visible.
Si tengo que escribir las sensaciones de sentirme hija con mi papá no encuentro las palabras. Sí puedo contarles sentimientos profundos: me siento inmortal, que nada me puede herir, que la vida me sonrie porque él está cuidándome. Sólo lo siento cuando me fundo en un abrazo con él, mi papá.
Algunos tenemos la bendición de tenerlos aquí en el plano terrenal, otros en el espiritual donde, seguramente, lo sienten desde ese lugar invisible, pero certero. Qué lindo poder recordarlos así, con un inmenso amor.
Si evocamos la imagen de los superhéroes como Superman, Batman o Spiderman, yo les pregunto: ¿Qué los distingue? Los superpoderes, claro. Esos poder más allá de lo humano. Y volvamos aquí cuantas veces tu viejo voló para salvarte, te protegió de lo que era una amenaza. Fue y es capaz de brindarte sin pedirte nada a cambio.
Pero estos papás, cuando vamos madurando, asumiendo otros roles, ya no sólo de hijo, el de padre o del madre, nos vamos dando cuenta qué importante es darse
cuenta porque nos permite valorar.
Volvemos la mirada sobre él, no es cualquier hombre, es ÉL, nuestro papa, y vemos a ese hombre como lo que es: un padre que se frustra, que llora, que siente miedo, que a veces no puede, que se equivoca. En esos momentos en que lo veo, en que lo vi, mi orgullo se hace más grande y mi admiración a él es más profunda.
En el dia del padre, mil gracias infinitas a vos papá, que me enseñaste a no bajar los brazos, a pelearla, a luchar por lo que se quiere, a decir adiós a lo que no es bueno, a
amarme a mi misma y lo que es impagable para mi: por el amor que le tenés a mis hijos de manera incondicional, unico, inigualable. Ellos también te ven como un superhéroe, la diferencia es que, con los ojos del tiempo, te veo como un héroe, pero sin capa.
Gracias a vos mi viejo que hiciste de mi mundo un lugar mejor.