Carlos Oscar Rojas había sufrido una descompensación el 5 de marzo pasado: “Estuvo algunas horas sin comer algún alimento o beber agua”, indicaron quienes lo atendieron en el Hospital Padilla en aquel momento. Al día siguiente recibió el alta. La preocupación de sus vecinos.
Don Rojas.
En el solar donde nació Bernardo de Monteagudo, ahí en la calle 9 de Julio primera cuadra, desde hace décadas funciona Mostacho, una de las pizzerías más tradicionales de Tucumán. Lo que muchos no saben es que en la misma construcción ubicada a metros de la Plaza Independencia, subiendo por una escalerita sin luz, allí arriba vive otro prócer de nuestras calles: Don Rojas, el señor de los cubanitos de Tucumán.
Carlos Oscar Rojas no tiene teléfono al cual comunicarse y tampoco el timbre funciona. De hecho, en el portero eléctrico que da a la calle, el tablero está roto y solo funciona el de una casa donde dan clases de guitarra. La puerta que da a la calle muchas veces está abierta de par en par, pero no este lunes que eltucumano fue a visitar a Don Rojas. “No hay forma de comunicarse con él. Siempre viene a la pizzería, pero la última vez que lo vimos fue la semana pasada”, nos dicen en Mostacho.
“¿Alguien sabe del señor que vende cubanitos?”, es una de las preguntas que se realizan a diario los tucumanos, quienes ya no ven al personaje más querido de las peatonales, el hombre que fue noticia cuando el 5 de marzo pasado sufrió una descompensación en la peatonal Muñecas y San Martín y fue trasladado de urgencia al Hospital Padilla: “Estuvo algunas horas sin comer algún alimento o beber agua”, indicaron los médicos.
Al día siguiente, el 6 de marzo, Don Roja recibió el alta médica: “Pasó una noche tranquila, estable y sin contratiempos”, explicaron desde el Padilla. Pero la semana pasada, Don Rojas volvió a sufrir un problema de salud: “Venía en el taxi, paró aquí al frente, se bajó y se volvió a golpear. Se cayó feo. Se lastimó y ya no lo vimos por acá. Yo estoy atento, pero no lo vemos”, le cuenta a eltucumano un muchacho que vende praliné bajo el techo del ex hotel Corona donde funcionan las oficinas de Turismo del Gobierno.
“Cuando no pueda estar parado acá, voy a tomarme un descanso. Mientras pueda, quiero trabajar hasta que Dios quiera. Mi historia es difícil: a los 6 años perdí a mi papá y a los 10 años a mi mamá. Hasta los 18 años ni siquiera tuve documento. Pero cuando salgo a vender, yo rejuvenezco 20 años”, le contaba Don Rojas, quien también toma café en el bar del Hotel Astoria, en Congreso primera cuadra. Tampoco por allí lo ven.
El homenaje a Don Rojas de eltucumano.
Aquí arriba vive Don Rojas.