La caída del ídolo

El último recital del Pity en Tucumán: cuando todo empezó a arder

Un podcast cuenta el frustrado regreso del Pity Álvarez a los escenarios en la provincia la noche en que ardió todo. La palabra del productor tucumano después del caos: “Eso me sepultó totalmente”.

08 Dic 2022 - 22:47

Poco más de dos meses pasaron entre aquella noche en que Pity Álvarez intentó volver a los escenarios al frente de Viejas Locas en Tucumán y la madrugada del 12 de julio de 2018 en el barrio Samoré, cuando le disparó cuatro veces en el rostro a Cristian Maximiliano Díaz. Las llamas que coparon la torre de sonido en el Club Argentinos del Norte parecieron el prólogo fatídico de la debacle de un artista que escribió algunas de las canciones más bellas que entonaron generaciones de argentinos. El podcast “Intoxicado: el caso de Pity Álvarez” revisa la carrera y la vida del músico contando sus claroscuros y recrea aquella ardiente noche tucumana. 

El podcast dirigido por Tomás Pérez Vizzón y narrado por el actor Diego Alonso ha sido durante semanas el más escuchado de la Argentina. En el capítulo cinco de la serie documental producida por Anfibia podcast, una de las voces protagonistas es la de Lucas Salinas, el productor tucumano del recital frustrado de Viejas Locas. Tras años de silencio, Salinas cuenta en el podcast los entretelones del caótico show y ahora, en diálogo con eltucumano.com, revela cómo aquel episodio le cambió la vida. 

Lucas y Pity se habían conocido por casualidad en 2012 y pegaron onda casi de manera espontánea. Por entonces, el tucumano organizaba pequeños espectáculos y en octubre de 2016, por pedido del músico, tuvo a su cargo la producción de un recital de Viejas Locas en Tucumán. “Estamos hablando de una persona que es descomunal su inteligencia. O sea, yo he conocido personas inteligentes, pero él debe estar en el podio. De hecho, él decía siempre que su sueño era trabajar en la NASA o en un lugar así. Tenía una lucidez envidiable para ciertas cosas… para los sonidos, para acordarse de cosas, para tener ideas que eran bastante interesantes. Me parecía una persona realmente muy copada para hablar de muchos temas”, recuerda Salinas la impresión de aquellos primeros contactos con el artista.

Si bien habían trabajado juntos en aquel recital, a Lucas lo sorprendió cuando Pity lo llamó a fines de 2017 para organizar el regreso de Viejas Locas. En abril de ese año, el músico había sufrido un accidente manejando una moto y se había fracturado la cadera y una rodilla. Según se revela en el podcast, durante esa convalecencia el músico había tenido una visión; una especie de epifanía: Debía tocar con la banda y esa vuelta a los escenarios sería en un estadio deTucumán. Con 29 años, Salinas sería el productor de uno de los regresos más esperados del rock. 

Una vez que fijaron la fecha del recital para el 7 de abril de 2018, la organización del show avanzaba a toda marcha hasta que Pity empezó a desconfiar de la producción: “Tenés que tener mucha paciencia con él. Era bastante complicado, bastante complicada su vida. Fuimos llevando una relación de desconfianza, algo que antes era precioso, muy copado, pasó a ser difícil de llevar. Para mí era nervios, tensión… una necesidad de querer descansar antes de hacer el evento. No era que lo estaba haciendo sin ganas, yo estuve muy ilusionado de hacerlo, pero eran cosas feas las que había en el medio que no te dejaban trabajar con comodidad o con lucidez. Pasó que la adicción a las drogas que él estaba teniendo lo hacían una persona muy perseguida; una persona que desconfiaba de todo”. 

El Pity la noche del show frustrado en Argentinos del Norte.

Un día antes del show, Pity le anunció a Salinas que no iba a viajar ¿Los motivos? Creía que el productor le estaba mintiendo respecto a la cantidad de entradas anticipadas que llevaban vendidas. El líder de Viejas Locas proyectaba entre 15.000 y 20.000 espectadores, pero los tickets eran aproximadamente la mitad. El 7 de abril Lucas fue hasta la casa de Pity en Samoré y estuvo todo el día tratando de convencerlo para que se subiera al avión que lo traería a Tucumán. Pero no había caso. “Pasamos una tarde nefasta porque, imagínate, todo el mundo me llamaba y yo no podía atender el teléfono. Estaba toda la producción acá, pero yo estaba ahí con él”, recuerda. 

Era sábado a la noche, faltaban un par de horas para el show, y ya no quedaban más vuelos comerciales de Buenos Aires a Tucumán. Anticipando el desastre que suponía la suspensión del espectacúlo, el productor se jugó una última carta: contratar un avión privado. “El avión costaba mucha plata y había que cambiar el efectivo por dólares. Creo que costaba 8.500 dólares. Era resignar gran parte de la ganancia o de plata que sería para él…Yo tenía una bronca… pero quería hacerlo llegar para responder a la gente que había confiado en lo que estábamos haciendo”, relata. 

Mientras los ánimos del público en el Club Argentinos del Norte se caldeaban, el avión aterrizaba en el aeropuerto de Tucumán minutos antes de las 4:00 am. Un video del Pity proyectado en la pantalla gigante del estadio era lo único que contenía a la gente cansada de esperar. Una vez en el lugar y después de hablar con uno de los sonidistas, el cantante volvió a dudar respecto a la cantidad de espectadores y se negó a subir al escenario. La última vez que Lucas lo vio fue cuando le arrojó las llaves del auto y le dijo que haga lo que quiera. Estaba agotado, sin fuerzas para volver a negociar: “Él no tocó acá por plata. Esa es la respuesta a todo esto, no tocó por un dinero que creía que existía, pero que nunca ingresó”. 

Lo que vino después fue la vorágine caótica que al otro día replicaron los medios de todo el país: el fuego tomando la torre de control de sonido, los técnicos huyendo despavoridos, insultos, gritos, gente saqueando lo que encontraba al alcance y un Pity saliendo al escenario cuando ya era demasiado tarde. La noche tucumana ardía en una pira de fuego y humo. A un costado, Salinas era apenas un espectador de todo el desastre: “Yo estaba en el predio, pero como que no tenía reacción. Veía cómo se perdían cosas, a uno que salía con un televisor… Lo único que pedía es que se termine eso ahí, que no le pase nada a ninguna persona”. 

- ¿Qué pasó después de esa noche? ¿Cómo seguiste?

- Quedé muy mal con muchas personas porque yo pretendía que me entiendan. De un momento a otro, pasé de ser una persona a la que mucha gente quería sin conocerme…Porque sabían que por detrás yo le transmitía la confianza a él para que salga a tocar… Me decían: “Gracias por hacerlo, gracias por bancar”. Y después, de la noche a la mañana, era un ladrón, un estafador. Fue un golpe muy duro para mí. Estaba muy envuelto también en aquel momento con las adicciones y esto me sepultó totalmente. No sabía cómo hacer para resolverlo, para tener el valor de afrontar la realidad que estaba viviendo. Ha sido terrible para mí, han sido meses muy difíciles. Estuve con depresión…no quería salir de la casa, tenía miedo, susto, vergüenza”.
 

- ¿Sentís que ese show te arruinó la carrera como productor?

- Lo tomé quizá como una señal, como que no podía seguir como venía también. Ese ambiente te consume si no tenés la madurez para ir asimilando las cosas. Capaz que si me iba bien en ese show no sé si yo podría ser una persona como la que soy ahora. Creo que me podría haber arruinado aún más creyendo que me estaba yendo bien. Eso lo asimilo ahora, en ese momento fue una debacle, un desastre total. Lo asimilo ahora porque veo que me he podido calmar y me pude separar de un ambiente muy difícil de sobrellevar. Yo no lo culpo al rock ni la culpo a la noche porque me imagino que la malicia está dentro de cada persona, pero la noche potencia todo eso y saca a relucir todo lo que podés hacer mal. Se van fortaleciendo los vicios, los malos hábitos, las mentiras… Todo muy engañoso, todo muy oscuro. Bueno, ese era yo: producía bien, pero vivía mal. 

- ¿Qué sentiste cuando te enteraste que Pity había matado a una persona?

- Me puse muy triste. Me puse mal porque yo sentía un poco de responsabilidad de que él había reaccionado de esa manera por todo lo que le había pasado antes. Si él todavía seguía creyendo que yo le estaba haciendo la plata, tiene razón en estar enojado. Yo me sentí mal por la familia, por el chico que falleció y porque, capaz, si nunca hubiésemos planteado el evento como lo planteamos, capaz que nunca hubiese reaccionado esa manera. Lo más probable es que no haya estado tan mal, tan triste, tan enojado como para reaccionar de esa forma. Capaz que sí, no lo sé. Me pone mal porque yo lo he conocido un poco más como persona que como músico y sé que es sensible. Sé que no tiene malas intenciones, pero con el tema de las adicciones te volvés una persona muy difícil de llevar, toda la maldad de adentro sale a relucir de la peor manera… Todo lo veía oscuro, lo veía con desconfianza. Entonces, la gente por ahí sale y dice cómo nadie lo ayudó, cómo nadie hizo nada. En realidad, para mí la forma de acercarme a él era intentar ayudarlo, que volviera a tocar. Pero no había otra manera ayudarlo porque él no sentía que estaba mal. 

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