ABUSO

"Yo tenía cuatro años cuando sufrí mi primera violación": el dolor de Solana, la tucumana que ruega justicia

Una terrible historia que marcó su vida: 25 años esperó Sol para denunciar a su progenitor por una presunta violación, y a su mamá por maltrato y encubrimiento: "Temo por los niños que viven cerca de mi papá"

19 Abr 2022 - 17:44

La historia de Solana Guzmán, al igual que tantas otras, puede entenderse por ella misma como el resultado de haber sido una niña abusada, violentada, y no cuidada por todo su contexto de adultos: “Mi primer recuerdo de haber sido violada por mi papá fue cuando yo tenía 4 años”, le confiesa Sol (27) a eltucumano, evocando un horroroso momento que la acompaña cada día de su vida.

Cada día de esta mujer tucumana se convierte en un infierno cuando recuerda cómo su padre la habría violado en casa de sus abuelos paternos un día a la siesta, con detalles tan precisos y crudos que se omiten para no llamar al morbo: “Yo no me podía mover de ninguna forma, tengo una confusión grande porque no recuerdo cómo me agarraba él de manera que yo quedaba inmóvil. De ahí no sé cuánto tiempo fue, recuerdo que estaba mareada, no sé si perdí la conciencia, pero grité y llegó mi tío que entró y preguntó que me pasaba, yo estaba gritando, y me acuerdo que al parecer él se salió antes que ella entre, yo me levanté mareada y me fui al baño y no me acuerdo más nada, creo que me desvanecí. Yo a todo esto lo empecé a recordar puntualmente y con detalles en terapia, estaba reprimida esta situación. Yo en las sesiones siempre decía que me daba miedo mi papá, pero también me daba culpa hablarlo al tema”, recuerda.

25 años y una serie de tristes y terribles situaciones son las que derivaron en que Solana se anime a denunciar a su progenitor en enero del 2021, movida no solamente por la búsqueda de justicia, sino que también por su temor de que más menores de edad sufran lo que le pasó a ella: “Temo por los niños que viven cerca de mi papá, tengo una hermana menor de edad. Yo intenté acercarme a ella y él se puso en el medio, él siempre estuvo rodeado de niños, tuvo parejas con hijos chicos, sobrinas. Trabaja en la Legislatura y se sabe que es golpeador, que golpeaba mujeres, acosaba a mis maestras particulares, es una persona peligrosa. Es violento en todo sentido, en mi cara cuando era chica tiraba los cachorritos, maltrataba animales. Es peligroso”.

Lamentablemente, más allá del presunto autor material de los hechos, las denuncias de Solana apuntan también hacia otra persona de rol fundamental en la vida de una niña: su mamá. “Mi mamá siempre lo supo, y fue cómplice de esos abusos y otros que viví”. Cuando habla de otros abusos, Sol remarca que cuando tenía 7 años los sufrió de parte de un transportista que durante dos años la dejaba al final del recorrido, la llevaba a comprar un jugo y allí cometía abusos con ella. Fue su abuela materna la que se percató del hecho y la ayudó, pero nuevamente, su madre no habría tomado cartas en el asunto.

Mi mamá me ponía Macril porque vivía lastimada, nunca me quería bañar, me incomodaba bañarme porque él entraba al baño. No me quería llevar al médico, salvo cuando tenía un resfrío, siempre lo defendió y encubrió. Ella me maltrató de todas las formas que se les puedan ocurrir, y cuando se divorció de mi papá no aceptó que yo pase por la psicóloga de Tribunales, igual le dieron régimen de visita y me llevaba a casa de sus padres siempre. Tengo recuerdos de abusos hasta los 10, 11 años. Yo volvía enferma, iba porque no tenía poder de decisión. Cuando yo cumplo los 17 años empecé a decirle a mi psicóloga de ese momento que no quería ver más a mi papá”, se acuerda Solana Guzmán, evocando el momento en el cual cortó por completo el lazo con su progenitor.

Sin embargo, en el camino de la denunciante habría habido otro adulto que no tomó cartas en el asunto: “A mi trauma lo tuve que tratar años, la primera psicóloga me decía que no denuncie para no alimentar el morbo de toda la familia. En los informes que ella entregó a tribunales no dice nada de las violaciones, solo habla al pasar del abuso que le conté, nada. Me decía que el morbo de la familia era grande, mi abuela siempre me apoyó y se murió en el 2017, me quedé sola, tuve innumerables intentos de suicidio, depresión infantil, le tengo que agradecer hoy en día a mi nuevo psicoanalista, cuando yo le manifesté sentirme culpable, él me dijo que yo en mi adolescencia no tenía a quien recurrir, entonces cuando me sentí fortalecida y acompañada el quedó a disposición mía para denunciar. Si no fuera por el psicoanálisis yo seguiría silenciada, no es posible que este tipo siga así, rodeado de niños, trabaja en la legislatura y vive en la Banda de Río Salí”.

La necesidad de esta tucumana que desea viralizar su historia, es poder alcanzar no solamente la condena social hacia su progenitor, sino que también la de salvar a todos los niños y niñas que rodearían actualmente a quien denuncia: “Quiero que la gente me escuche, que no me juzguen, ya he sufrido bastante, no quisiera que por esta situación de que las personas que te juzgan haya otras víctimas que no se animen a hablar. Se contactaron muchas personas conmigo los últimos tiempos, recibo en mis consultas personas diariamente que han sufrido abusos. Siento que estamos en una cultura de la violación, una cultura abusiva que tenemos demasiado naturalizada”.

En su vida diaria, Solana trabaja a través de la mediumnidad leyendo tarot, abriendo registros akashicos, y realizando limpiezas energéticas. Según declara, día a día llegan a sus manos pacientes que han sufrido abuso sexual en su infancia, sobre todo, en Tucumán.

Actualmente tanto la madre y el padre de esta joven están denunciados y tienen una perimetral que les impide acercarse a ella, mientras espera que los tiempos de la justicia avancen y poder encontrar un poco de la paz que su niña interior busca, hace años.

 

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