Ruth Plaate, cantante y actriz, apuesta a un algo más: “Ya sabemos que tocamos bien, ya sabemos que podemos afinar, ahora, ¿cómo hacemos para que tenga otro tipo de vuelo?”. | Por Jerónimo Cipriani
Ruth Plaate y un potente comienzo.
No recuerdo exactamente desde cuando nos conocemos con Ruth Plaate, pero creo que desde el minuto cero hubo interés mutuo en conversar muchísimo. Nuestras reuniones, muy esporádicas, estuvieron signadas principalmente por la charla. Si hubo birra, comida o lo que sea en el medio, fue siempre accesorio a una larga y continua conversación que se come las agujas, el reloj y las horas.
Ruth actriz, cantante y ya está aquí. Acaba de entrar a mi casa y ahora está sentada en mi mesa y, mientras yo sigo cocinando lo que vamos a comer, comienza a hablar sin que le pregunte nada. Juro.
- Recién estoy empezando a conocer el ambiente de la música y te cruzás todo el tiempo con hombres. Es un universo muy diferente al ambiente del teatro. Lo comparo porque siento que en el teatro inevitablemente existe un otro. No estoy diciendo que todo es color de rosa, pero sí es un lugar donde se trabaja más grupalmente. En el ambiente de la música siento que hay mucha gente subida a un pony.
-¿No sucede eso en el teatro?
- También existe algún personaje que vos decís: “¿Qué le pasa?”. Pero en la música he visto mucho más, esta cosa de la idea del artista, del músico, una cosa medio rara. Me ha hecho pensar un montón a la hora de relacionarme y de entender qué quiero hacer. Inevitablemente el teatro va a estar muy cerca si hago música.
- Sos actriz, ¿tu relación con el teatro afectará la manera de encarar la música?
- Tocar o hacer un show es también una posibilidad de hacer ficción. Siento que uno construye ficción en ese momento donde se sienta y toma decisiones estéticas, genera un espectáculo. A veces estás hablando con gente que hace música y que desconoce esa parte, como que no le da bola, es como parte del devenir místico. Le ponen un poco de onda, pero es solo un poco de onda y no lo piensan como una totalidad, como una obra musical.
Estoy en el tránsito de generar un espectáculo, plantear un encuentro. Ensayar para no solo repetir la canción y que salga bien, sino repetir que salga bien la canción y lo que se va a generar ahí.
No es lo mismo que entremos y digamos: “Hola, ¿qué tal? Gracias por venir”, que es lo que hago yo o hacen todos, a que empecemos a tomar decisiones y que el show empiece de otra manera. Entonces la gente presta otra atención. Es otra cosa que practiquemos toda la obra.
- ¿Sentís que es algo que está faltando en la música local?
- Aquí siento que existe una falta de involucrarse con las otras artes. No podes solamente ser músico. Tenés que ver pinturas, tenés que ver teatro, porque hay algo de todo eso que nutre y da la posibilidad de que haya una riqueza creativa dentro de la propuesta. Es difícil charlar con los músicos cuando solamente la música pareciese que tiene que ver solamente con el sonido.
Veo muchas cantantes, cantan muy bien, pero pasa que no transmiten algo o es muy técnico. Se desdibuja la oportunidad de actuar, de jugar con los elementos que te da la música. Hay mucha gente muy música, entonces querés hablar de otra cosa y no les interesa.
Estoy en plena investigación de ese tránsito y lo voy pensando mientras lo voy haciendo. Antes de llegar a ese lugar tengo que entender que hay un montón de cosas que se requieren para subir a un escenario y cantar, cómo sentarme, cómo transmitir, cómo jugar y cómo actuar. Si bien es sincero, hay ficción.
Así que estoy en plena transición de saber y conocer, y de llegar a relacionarme con otro tipo de gente que sí tenga otras inquietudes. Ya sabemos que tocamos bien, ya sabemos que podemos afinar, ahora, ¿cómo hacemos para que tenga otro tipo de vuelo? Y que no se vuelva algo monótono ni que tenga solo que ver con un repertorio de canciones.
Siento que cuando hablo de tener inquietudes, no hablo solamente de sentarte a ver cosas que te hacen sentir intelectual, sino poder conectar con pequeñas cosas que permitan abstraerse de la cotidianeidad. Entrenar al musique esa posibilidad de alejarse un poco para poder ver desde otro lugar, poder encontrar cosas en boludeces. Mucha gente es muy intelectual, pero al final las cosas se hacen haciendo. Siento que aprendí todo en la práctica, después lo otro si me ha servido para ordenar y para comunicarme. Si bien, tengo formación, pero nunca la he tomado como una responsabilidad, me encuentro con el universo de la música y para poder bajar esa imagen, ese sonido que tengo la cabeza, hay un código nuevo y formas distintas.
- ¿Cómo lográs transmitir lo que querés para evitar caer en algo cargado de tecnicismo?
- Compartir la emoción, compartir lo que te está pasando, generar una escena, que la gente que mire y no anular al público sino que el público está constantemente ofreciendo algo también.
- ¿Cómo hacés para no anular al público?
- No ensimismarse, no estar muy adentro. Hay muchas cosas que me preguntás que las voy pensando en el momento.
- ¿De qué forma podés exponerte en contraposición a ensimismarte?
- Tiene que ver con dejar de ser tan personal. Si bien puede ser autobiográfico, cuando ya estás ahí ya no es algo tan tuyo. Eso te permite también conectar con el otro sin el prejuicio de lo que vas a hacer, entregar afuera todo eso que va a salir. Sin la necesidad de que tenga que ser excelente, sino entregar una emoción, una cosa que tenga que ver con el tema, que tenga que ver con lo que te pasa y ya está, ya no es tuyo y tampoco es del otro. Es algo que uno ofrece y queda ahí. Hay a gente a la que le puede llegar más, a otra menos. Pero no ponerse ese filtro y poder cantar y generar esa empatía. Todo el tiempo lo comparo con el teatro, porque siento que el teatro habilita muchos canales expresivos en las personas.
Hablando de actuación, la Jo Medina y el Negro Prina, que son como mis grandes mentores en esta etapa de mi vida, hablan de que todos tenemos una referencia que tenemos cerca. Cada persona, con su singularidad, tiene un arco expresivo. Y hay una referencia donde generalmente nos paramos, el personaje más cercano al tuyo. Esa paleta expresiva está muy ligada a la hora de cantar y te da esa posibilidad de jugar, de verte a vos en distintos matices.
- Estás formando la banda, contame un poco de eso.
- Estoy con Noelia Antelo (bajo) que también toca en Remedios Descarada. Una gran música, que sabe lo que hace y con seguridad. Y también esta Marquitos Crosa (batería), lo que me gusta de él es que claramente tiene muchas iniciativas y una cabeza piola. Yo necesito trabajar con ese tipo de músicos, es lo que me interesa. Capaz no sos el number one, pero tener eso es muy importante, en definitiva, a mí me genera mucho placer poder jugar con otras temáticas. Repito, no tiene que ver con ir a actuar y hacer un monólogo después de cada canción. Sino tomar decisiones en pequeñas cosas, por ejemplo, como queremos vernos. El tema del vestuario para los músicos parece que no importa. En Tucumán parece que la ropa no tiene un lugar y digo: es tu oportunidad de no solamente ser músico sino generar esa otra cosa. Es difícil conseguir o charlar con gente de música y que piense eso.
- ¿Cuál será la razón de que aquí se limitan solamente a lo musical?
- No se permiten jugar con otras sensibilidades o con otra faceta de uno mismo. Qué aburrido ser siempre así. No hay consciencia real de que es una súper convención y hay gente que te viene a ver tocar, ¿qué tiene que ver eso con la cotidianeidad del mundo? Uno está al frente, está expuesto. Por eso te digo que en el ambiente de la música existe esa cosa más ególatra y me termina cayendo pedante y digo ¿tannn vos vas a ser? Hay eso y otra millonada de cosas que podés ser. Se dejaría de tener esa idea del músico soberbio o ególatra y aparecería más como el músico artista, que es creativo. Tucumán carece de eso, de alguien que tenga ganas de flashar y no tenga miedo al fracaso.
- ¿Qué es el fracaso para vos?
- No poder llegar a hacer algo que uno tiene en su cabeza, no llegar a la idea o sensación. Pero más me pregunto qué es el éxito a qué es el fracaso. El fracaso es una posibilidad de volver a empezar. El tema está en atravesar la idea de condena, como si el fracaso te condenara a algo. Hay que evitar eso y que quede lejos de uno. No salió, entonces probaremos de otra forma. Es importante ser sincero y genuino.
Pienso mucho en esto porque he dado muchas vueltas para sacar algo. Ahora he cambiado la perspectiva y quiero sacar mis canciones así les falte, así no sean las mejores. Dejarlas ir, no pasa nada.
Yo vengo estudiando clown hace como un año y pico y he aprendido mucho sobre el fracaso. Cuando fracasás y aceptás que fracasás es cuando aparece la posibilidad de seguir, no cuando le ponés resistencia y quedás expuesto. El fracaso es parte del todo.
- ¿Cómo es tu relación con el canto en este momento? Cantás desde niña, pero ahora que arrancó el proyecto LaRuth, ¿cambió algo?
- Tiene mucho que ver con una intuición el canto. Me ha pasado de tener una etapa donde siempre he dicho que he cantado, que he tenido esa facilidad si se quiere, pero recién ahora estoy pudiendo conectar con eso. Ahora, me subo al escenario, escucho y eso que escucho me lleva a algún lado y sobre eso que escucho y me lleva a algún lado, yo tomo decisiones de adónde quiero ir, cómo quiero sonar, qué pide la canción, cantar de una manera o cantar de otra.
Obviamente es algo que lleva tiempo y es algo que estoy indagando. Aprender a cantar y hacer vivo se aprende haciendo, es mucha autogestión.
- En tu casa hay música desde el día cero en tu vida. ¿Cómo fue eso para vos?
- Vengo de una familia que son todos músicos, mis abuelos, mis tíos y mis viejos. Son artistas que han podido de trabajar de eso, desde un lugar de mucho oficio. Si bien mi viejo labura en la Orquesta y es un músico académico, ha tenido un momento en que ha hecho de la música un lugar para poder tener guita con el cachengue y las fiestas privadas. Entonces tengo una imagen de mi viejo yendo a laburar todos los fines de semana porque eso era lo que realmente traía la guita. Mi tía, mi vieja, mi viejo, todos disfrazados y montados para ir a las fiestas. Lo que en definitiva dejaba guita.
He tenido una infancia en que, si bien la plata estaba, era un quilombo la casa, mis viejos son bien bohemios. Nunca ha sido una familia con estructuras, y eso es otro quilombo. Vivía como esa realidad donde había un músico muy prestigioso en el ambiente, "Gustavo" (su padre), y al mismo tiempo vivía en una casa que no tenía cerámicos. Vivir en Yerba Buena, en un barrio alejado del mundo, y chocándose con gente de mucha guita y que ve el arte desde un lugar como muy liberador, como una cosa medio vacía. Recuerdo gente que quería cantar, entonces como tenía todo el sustento económico iba, buscaba a mi viejo y cantaba. Él laburaba de eso, les hacía la música, si querían hacer un recital los acompañaba, y lo hacían con él. Era muy querido porque seguía al cantante, si se equivocaban o se quedaban en el tiempo o desafinaban, mi viejo los hacía quedar bien de alguna forma.
Después casi sin querer existía la musicalidad en todo. Me acuerdo que teníamos un cantito para agarrar el control de la tele. ♫Pido la tele, pido el control, pi pi pido la tele, pido el control ♫. Era todo el tiempo generar ese tipo de cosas, mucho con la cuestión lúdica.
Cuando era chiquita, debo haber tenido 8 años más o menos, teníamos un grupo que se llamaba Baticha, con mi hermana Lissel, mi tía Nena y Leonardo, mi primo. Él tocaba el teclado y nosotras tres cantábamos. Tocamos en montón de lugares y hubo un show en la terminal que fue la primera vez que cobré en mi vida. No sé qué pasó en el medio, pero no seguimos.
De todas las fallas, de todas las cosas rotas que pueden tener las familias, siento que la música es un poder clave que ha quedado ahí. Todos hemos salido cantantes y tenemos esa misma fluidez para jugar. Todos disfrutamos de eso y por algo nos hemos dedicado los cuatro hermanos a la música.
Después, me peleé con mi viejo desde muy changuita, siempre he tenido con mi papá una relación de confrontación, estaba todo bien pero ahí nomás… Tengo la imagen de mi viejo de proyectar en mí que yo toque el violín. Y es dificilísimo y te tiene que gustar. Me parece que él pensó que tenía la orquesta armada en la familia.
Aparte hice toda la Escuela de Música (ESEA) y me recibí ahí. Era pésima y odiaba estudiar. Siento que demoré tanto en dedicarme a la música porque tenía una idea que tenía mucho que ver con la idea que tiene mi viejo. Que es riguroso, estudioso y de apasionamiento. Yo no tenía eso, pensaba que tenía que ser así y lo rechacé un poco, “no voy a pasar 4 o 5 horas por día estudiando un instrumento, no me llama”. En el medio, en la ESEA (Escuela Superior de Educación Artística), me llevaba todos los años piano, no quería estudiar. Al mismo tiempo no quería dejar. Rendía piano en marzo todos los años, pésima alumna.
- Y con el teatro ¿cómo empezaste?
- Yo siempre quise hacer teatro y en el medio de cuando estaba en el ESEA, terminé con Raúl Reyes y me voló la cabeza. Salí del secundario sabiendo qué quería estudiar. Hice la carrera y no me recibí porque quedo embarazada el año que iba a recibirme y aparte me peleé con una profesora también. Si yo veo algo que me parece cualquiera, siempre he sido de decir: “eh, pero ¿por qué?”. Y eso en la universidad es pecado.
- Trabajás en el Teatro Estable, ¿cómo vivís eso?
- Soy muy agradecida del lugar que tengo, es un privilegio. Pero es un trabajo donde no se deja de ser un empleado público. Y hay un problema entre ser artista y empleado público. Eso fluctúa tanto que termina viciando el espacio, demorando mucho en unificar. No sé quién de toda la gente que está ahí tiene realmente una convicción. Y otra cosa es que no siempre estamos activos, no estamos actuando. Es un lugar que te obliga a estar, pero sin a veces estar produciendo. Y cuando viene una producción buena y te entusiasma, no bajan plata. Siempre tenemos todo a una semana antes del estreno, haces a presión cosas y tenés que resolver, hay mucha angustia hasta que bajan la plata. Te termina sacando las ganas para no hacerte mala sangre. Y también está el medio de hablar.
- ¿Cómo ves la escena tucumana de artistas?
- A Tucumán le falta mucho consumir arte y está muy sectorizado. La gente del teatro va a ver teatro y los músicos van a ver música. Y en ese sentido tampoco hay muchas políticas piolas. El Ente de Cultura me parece un chantaje, no lo toman como algo serio. Ellos tienen la obligación y el poder para que eso se masifique. Está el septiembre musical y algunas cositas, pero en el día a día no hay algo que genere esa necesidad de consumir arte. Entonces estamos medio destinados a cagarnos de hambre en algún punto.
Siento que tendría que haber mucho más en esta provincia súper poblada. Hay muchos artistas, pero todo lo que está pensado es en función a una mirada política que tiene que ver más con la pancarta que con el hecho de generar algo destinado a un hecho artístico y confiar que el arte es en algún punto una herramienta para salvar y crear. Es algo necesario. En Tucumán a nivel político el arte está muy bastardeado. Hay todo un grupo de personas que se dedican a eso y que no pueden vivir de eso porque tampoco hay una política que genera esa concientización respecto al consumo del arte. La burguesía de Tucumán es muy ordinaria y son los que están en el poder. Es muy necesario que la gente pueda acceder, ver, aprender a gestionar y entrar en el circuito. También me parece muy importante que en Tucumán crezca la cantidad de compañeras que toquen, porque somos pocas.
- Más allá de algunas razones obvias, ¿por qué creés que las mujeres no aparecen en escena?
- Te cuento una anécdota que siento que tiene que ver con esta cuestión. En la ESEA (Escuela Superior de Educación) yo hacía piano, pero los dos últimos años vos tenés que buscarte un instrumento correlativo y yo empiezo a hacer guitarra. Yo estaba hablando con un profesor en confianza y en un momento, donde no era tan popular esta cuestión del feminismo, me dijo: “A mí no me gusta tener alumnas, porque no tienen fuerza en la mano”, hablando de la cejilla. Entonces digo, claramente es una cuestión cultural y para variar a mí me hizo enojar y en un día aprendí a sacar la cejilla. Me quedaron los dedos morados. Todo tiene que ver con una cuestión de género y recién ahora se está empoderando eso de decir: “Yo puedo”.
Estamos sanando muchas cosas, sanando siglos de situaciones que recién hora podemos ver, ponerle nombre y entender. Cualquier actividad donde haya mujeres es un lugar donde hay que remarla. Para mi es re importante ahora si voy a armar una banda, que yo sea la cabeza, sé que puedo tener esa lucidez de poder entrar y saber qué quiero que suene y cómo. Siento que hay una energía masculina que impregna todo, puedo decir que a veces sea inconscientemente, pero te obliga a ocupar ese lugar de pararse, pedir. También te lleva a ese rol, a ese personaje, a tener que ser segura y tener que tener todo claro si no te pueden pasar por encima. A veces me resulta un bajón tener que para ser una persona que se respete tengo que exigirlo de una manera imponente o trabajar todo con un colectivo de mujeres que se cierran a cero hombres porque son casi una amenaza. El video de Fuera de foco trabajé solo con mujeres, lo dirigió Elena Nicolay.
Igual, me gusta mucho trabajar con hombres y mujeres. Cuando el género masculino tiene el deseo genuino de no hacer uso y abuso de los privilegios que tienen. Siento que hay gente que la pasa mal y que entiende que ser privilegiados tiene sus contras que son súper duras. Entonces cuando hay gente que puede tornar consciencia de eso, es piola intercambiar saberes. Es un mundillo y yo no soy muy de meterme en los mundillos porque son lugares que están viciados.
- ¿Cómo sentís que es el tema de la guita en la música?
- Es muy caro sustentar la música. Sacar una canción, la tapa, la foto, la mezcla y el master, es caro.
Yo trabajé con el Cafecito (plataforma para recaudar fondos). He aprendido, porque a mí me daba cosa, que cuando le das bola y le dejas de poner tanta resistencia empezás a entender que es una herramienta más de trabajo. Cuando escuchas a la gente que sabe y te dice: “Tenés que hacer un video de Instagram pidiendo plata” y pensás: "¿Me estás jodiendo?".
- Cuando hablás de gente que sabe, ¿te referís al rol del manager?
- Sí, siento que está bueno que aparezca ese rol. Es una persona que, primero, confía en vos y en lo que producís. Uno espera una aprobación de lo que hace en el arte y algún punto eso está, inconscientemente o no. Hay gente que parece que le chupa un huevo, pero en algún punto siento que es importante recibir de algún lugar ese empuje, esa figura que dice “vamos”.
Yo estoy trabajando con el Cabeza Marcos Martin y me ayuda un montón en la cuestión ejecutiva. Es atravesar las fronteras, pero con alguien que te está acompañando. Él tiene todas las ganas y está aprendiendo lo que es manejar y producir un artiste. Tiene muy buen gusto con las cosas.
- Fue muy buena la recepción de tu primera canción, Fuera de foco, ¿no?
- Sí. La verdad que he tenido una linda repercusión. Gente que me llamó para que le pase los acordes, muy gracioso. Que hayan hecho covers, me parece que está muy piola. Para mí lo más importante es haberla sacado y empezar a confiar en la creatividad que tengo y en las cosas que quiero hacer.
Yo tengo una relación con el canto que es muy emocional. A veces me siento mal, como con esa presión en el pecho o esos estados de angustia y siento que cantar me aliviana. Y puedo cantar sobre cualquier cosa, como si fuera una forma de hablar.
- Debut excelente. ¿Qué se viene ahora?
- Sale Voy próximamente. Aparte estoy haciendo un EP con Javi Nadal. Lo lindo de él es que está interesado en varias cosas. Te hace muchas preguntas para trabajar, te hace pensar de una manera responsable lo que hacés. Que hacer música no sea un lugar donde uno va y se expresa, sino un lugar donde uno puede capitalizar y generar dinero. En mi caso sí me gustaría generarlo. Escuchando hablar a Loli Molina de su amiga pastelera me quedó: “Yo hago tortas con amor, pero por dinero”. Pelearse con esa parte no está piola, porque sino estás condenado a ser músico que no puede vivir de eso. Tenés que buscar otro trabajo o tener la idea de pegarla. Todo lo que sube rápido baja de la misma forma.
- También estás armando un video para la canción.
- Sí, El Negro Prina va a dirigir el video, vamos a trabajar con Gato Rufián (Productora). Yo voy a ser la protagonista de la historia y ya estamos pensando en las actrices que van a participar.
Me gusta producir, ocupar ese rol y estar metida en todas las áreas. Pero también, cuando trabajo con alguien, es esencial y prioritario que me guste lo que hace porque ahí suelto y confío. Al confiar, escucho mucho a la otra persona. Me gustan las propuestas y cuando no tengo en claro algo lo termino de armar con las otras personas. Tengo bien claro una emoción, una idea o lo que quiero mostrar y de ahí empiezo a trabajar con el intercambio. Me sirve un montón y voy armando desde ese lugar, no me cierro nunca tanto en una idea, dejo un gran espacio para escuchar que piensa el otro. Incluso si no me termina de convencer tanto puedo llegar a confiar, capaz que están viendo algo que yo no. Y si no me gusta, si no tiene nada que ver con hacia dónde vamos, lo digo. Que se sientan parte del producto creativo es muy satisfactorio. Y también estoy laburando en la parte del vestuario y quería tener un buzo canguro para la tapa y para el video, entonces llame a Anita Robles para que lo diseñe. Me parece una pilcha muy cómoda y tiene esa cosa medio pesada. Creo que simboliza todo un universo.
- ¿Un disco o una canción tucumana?
- Yayirobe, de San Miguel.