HISTORIAS DE ACÁ

"Baila hasta cuando vamos al supermercado": Alejo, el niño que alegra meta cumbia y guaracha

Tiene 10 años y es la sensación de la escuela Soberanía Argentina y el Barrio Oeste II. Fana de Los Bony’s y Los Mirlos, ya sabe qué quiere para su Día y los videos de su mamá Claudia son bellos: en la peluquería, en el living, en la calle, en todos lados baila. "Superó lo más difícil gracias a la música y siempre me dice: 'Que se encoja todo menos la sonrisa, mamá'". VIDEOS

06 Ago 2021 - 15:57

Alejo, tremendo bailarín. Fotos y videos de su mamá Claudia.

Dice Claudia, la orgullosa mamá de la alegría de la familia, que su hijo Alejo lleva literalmente la cumbia y la guaracha en las venas. No hay estudios que lo comprueben, pero sí un adn marcado a fuego por los antecesores de quienes aprendió a bailar el niño de 10 años: su abuelo, sus tíos y su propia mamá, instructora de ritmo mix: “Todos somos bailarines en la familia. El abuelo de Alejo, mi papá, trabajaba en la Quilmes, un día tocaban Los Avelinos, se subió al escenario, lo perdimos de vista y ya se estaba yendo en la combi con la banda hasta que lo vimos: ‘¡Eh paren! ¡Papá! ¡Bajate de ahí!’”, se ríe Claudia en diálogo con eltucumano durante este viernes soleado que está ideal para subir el volumen.

Al teléfono en su casa del barrio Oeste II junto al pequeño gran protagonista de los videos que solo contagian alegría, Claudia solo hará una pausa durante el diálogo: “El año pasado estuvimos mal. Alejo perdió a su tía y a sus dos tíos, quienes siempre eran la alegría de la fiesta. Los tíos siempre lo llamaban a él: ‘¡Eh, Ale! ¡Vení, tiremos unos pasos!’ Sufrimos mucho con este virus, pero de a poco nos fuimos poniendo mejor y recuperamos la alegría. La música de verdad ayuda mucho y es como mi hijo siempre me dice: ‘Que se encoja todo menos la sonrisa, mamá’”, se emociona Claudia, hija de un padre tucumano y una madre santiagueña quienes, además de poner al Maestro Avelino, siempre musicalizaron mañanas y sobremesas en la casa con Los Mirlos, música de los 80 y, por supuesto, con Chiquino y Koli Arce.

“A Alejo desde chiquito siempre le llamó la atención la música. Ahora tiene 10 años, pero desde siempre. Me ve bailar a mí y le gusta. O se da cuenta de algo y me pregunta: ‘Mamá, ¿qué te pasa?’ Y yo le digo: ‘No me sale coreo’. Escucha la música y la saca él a la coreo. Yo, él, todos llevamos el baile en la sangre. Tiene un hermano dos años mayor que también baila, pero es un poquito más tímido. Yo también era medio tímida y no puedo creer que me anime a dar clases a las chicas porque soy medio gordita, y Alejo también es rellenito, pero después nos olvidamos de eso y lo único que amamos es bailar y lo que amamos es bailar es cumbia de antes y guaracha que es la música que suena en mis clases y a las chicas les encanta porque sienten que vuelven a bailar la música de su época. Quizás en las clases de zumba suena más reguetón, pero no: a nosotros danos cumbia y guaracha. Así bajé 35 kilos: bailando”.

Mientras en la casa también, suenan Trinidad, Leo, ¡Santamarina!, el primer Daniel Agostini, Jorge Daniel, Alcides, Miguel Alejandro, todo mezclado con la danza de Los Mirlos, el Mostruo, Orly, y también L-Gante cumbia 420 pa lo negro, hay un fanatismo de Alejo por Los Bony’s: “Me encantan Los Bony’s, me encanta bailar, la cumbia y la guaracha porque se mueve más. El año pasado le pedí para el Día del Niño unos parlantes y ahora quisiera unas luces led para mi cuarto. Va a quedar lindo”, dice el bailarín de la familia que sueña con convertirse en bailarín profesional cuando sea grande, subirse al escenario, llegar a la tele, al teatro, a lo que el maravilloso destino le depare.

“Unas vacaciones nos fuimos a Jujuy y estaba sonando cumbia en el súper y se puso a bailar entre las góndolas. Siempre que vamos al súper, baila; si vamos por la calle y escucha música, baila; en cualquier lado Alejo me dice: ‘Mamá, ¡filmame! ¡Mirá este paso!’ No pierde la alegría, te da ganas de vivir. Va a la escuela Soberanía Nacional donde ya todos lo conocen, en la semana de la familia me suma a mí y, sin avisarme, les anuncia a todos los compañeritos: ‘¡Mi mamá va a bailar con todos nosotros!’. En la escuela, en el barrio, nos llaman la familia bailarina. ‘Que nunca se encoja la sonrisa, mamá’, me recuerda muchas veces. Y así, así nos gusta vivir”.






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