Tiene 7 años y un corazón enorme: un día salió de la mano de su mamá, se puso mal ante una situación y solita tuvo una gran idea: “Estamos orgullosos de ella”. A horas del Día del Niño, cómo han vivido las familias tucumanas el año más difícil para los chicos. VIDEO
Pía.
Una mañana Pía se puso los anteojos que le recetó el doctor para ver mejor. Vio a su mamá Carla, vio la mano de su mamá Carla, vio la sonrisa de su mamá Carla cuando cruzaban la calle, vio sus pies mientras cruzaban, vio el sol, vio la mano de su mamá Carla haciéndole señas al 124 que la lleva desde Alderetes al colegio San Francisco en el centro de la Capital, vio la cara del chofer, vio a los pasajeros, y vio los primeros barbijos.
Hace mucho que Pía no sale a la calle. Su mamá Carla la sacó a pasear dos veces en este tiempo para llevarla al Parque 9 de Julio. Si Pía bajara ahora del 124 con su mamá Carla o con su papá Pablo, vería juguetes en las vidrieras, gente apurada saliendo de los cajeros automáticos, bolsas en las manos de la gente, gente contenta por poder regalarle algo a los pequeños de la familia, a los niños y niñas como Pía que han soportado estoicamente este año privados de ir al jardín, a la escuela, al colegio, de no poder salir a jugar y muchas veces no entender por qué.
Pía ha visto muchas cosas lindas con los anteojos que le recetó el doctor el año pasado para corregir el astigmatismo. Pero desde hace un tiempo, antes del comienzo de la pandemia, también vio a chicos sin juguetes, a grandes sin lugar en este juego, a niños sentados en la puerta de los cajeros automáticos, a niñas jugando con muñecas en el carro que empuja su padre por las calles tucumanas, a señores y señoras revolviendo la basura de McDonald’s, ha visto viejitos en las colas de los bancos. Y cuando todo lo que ha visto le empañó los anteojos, Pía se los quitó en su casa, se refregó los ojos, llamó a su mamá Carla y le contó una idea: "Quiero ayudar".
“Desde siempre fue así: tiene 7 años y desde que era más chiquita que siempre le quiere dar al otro. Nos pide a mí o a mi marido y nos hace darle a alguien siempre y cuando tengamos algo para dar. Pero en los últimos tiempos su necesidad de ayudar al otro creció. Y se le ocurrió la idea de juntar plata y cocinar para la gente que está en situación de calle. Por ejemplo: hacía una fiesta en la casa y nos cobraba la entrada a mí y mi marido. O copiaba el Himno Nacional en una hoja y nos vendía. Pero no quedaba ahí: un día me dijo que que hagamos comida y la donemos. Me insistía todo el tiempo hasta que un día en Facebook encontré el grupo Buscando Sonrisas. No es que uno sea malo, pero tenés que ver adónde vas a donar. Me ha gustado el grupo. Le dije a mi hija y empezamos los miércoles donando los postres. Así hemos comenzado”, le cuenta Carla al diario el tucumano, luego del audio que se viralizó en las redes sociales y llegó hasta la periodista marplatense y tucumana por adopción Yanina Jurado, quien le pasó a Pía una serie de preguntas y, a través de un audio compilado con todas las respuestas, Pía habló y conmovió a cada persona de Tucumán que la escuchó.
“Hola, Yani. ¿Cómo estás? Soy Pía. Yo cuando iba por la calle con mi mamá veía a las personas en la calle y me ponía muy muy triste. Entonces quería ayudarlos. Se me ocurrió la idea y mis padres me ayudaron a juntar plata. Mi madre encontró una colecta de caridad: Buscando Sonrisas. Entonces quise ayudar. Yo me sentí muy bien al cocinar. Es muy divertido. Y me divertí más aún cuando era para la gente de la calle. Yo conseguí la plata vendiéndole a mi familia: les vendí slime, la copia del Himno Nacional en una hoja y les cobré a mis padres para una fiesta: ellos ya entendían. Voy a festejar el Día del Niño en mi casa. Me gusta pintar, ayudar, imaginar y muchas cosas más: no sé si las puedo nombrar a todas. No tengo hermanitos ni hermanitas, hija única soy. Voy a 2º A, del Colegio San Francisco. Quiero ser doctora, maestra, veterinaria, cantante, bailarina, oculista. Eso me gustaría ser. Y de grande quiero abrir un lugar como el suyo: Buscando Sonrisas. Voy a decorar mi casa para el Día del Niño agradeciendo a Dios que mamá encontró este lugar para ayudar a la gente de la calle”.
El final del video de Pía muestra a Pía en la cocina de la casa donde vive con su mamá y su papá en Alderetes: está parada en una silla frente a una batidora y le pregunta a su mamá “¿Ya está?”. Cuenta Carla: “Pía quería que hagamos comida y que vayamos a las rondas. Hacemos magdalenas, budines, pastafrolas, cualquier cosa: desde lo más elaborado hasta lo más simple. Ponemos en una bolsa y le agregamos un mensajito: ‘Nunca dejes de tener esperanza, todos los días suceden milagros’. Nosotros lo dejamos en la Chacabuco, donde está la sede de Buscando Sonrisas. Y todos los miércoles los chicos y las chicas le reparten a gente en situación de calle por el centro, por el Parque 9 de Julio, por las peatonales. Y a todos los lugares”.
“Empezamos el lunes a la tarde: vemos qué vamos a cocinar, lo cocinamos ese mismo lunes, lo dejamos enfriar, lo decoramos con chocolate, los martes los guardamos en las bolsitas y los miércoles lo reparten”, relata orgullosa Carla, mientras Pía mira dibujitos, pinta, juega, inventa diálogos, sale al patio, pero hasta ahí nomás: todo lo que pueda hacer, pero sin salir de casa, en una imagen que muchos padres y madres han visto en sus niños y niñas: “Ellos entienden lo que está pasando, pero no dejan de ser niños. Uno que es grande sale a trabajar, pero ellos están encerrados. Se la han bancado de gran manera. No han hecho lío: lo han manejado mucho mejor que los grandes. Al principio, le íbamos diciendo lo del virus con cuidado. Porque en el colegio ya les habían dicho que había que lavarse las manos, pero había nenitos que volvían llorando a la casa: les hablaban del Coronavirus y lloraban. Como todos, al principio de la pandemia, cuando veíamos las noticias, también llorábamos. Después dejamos de estar tan pendientes de la tele”.
Las dos veces que Pía ha podido ir al Parque en estos cinco meses ha protagonizado la imagen que todos queremos volver a ver: chicos corriendo, jugando, ensuciándose, tirándose arena, rodando por el pasto, sin preocuparse por tocar un pasamanos, una hamaca, un subibajas, por jugar a la pelota, correr, transpirar, saltar, volar: “De la emoción que tenía cuando fue al Parque, ha vuelto destruida. Pía es una chiquita que desde que se despierta hasta que se acuesta vive saltando y jugando. Mañana va a ser un Día del Niño distinto: el deseo es que hayamos aprendido algo bueno de todo lo vivido. Que todos empiecen a ser más humanos. Antes nadie miraba al costado. Lo que más importa ahora son los chicos. Porque si no los llevamos bien desde ahora, no va. Son la esperanza que nos queda. Nuestros chicos son la gran esperanza que nos queda”.