ANÁLISIS

¡Que lástima Estigarribia!: San Martín y su metáfora del 9 que hace todo bien menos el gol

Un penal errado, un travesaño maldito, una definición juvenil y malograda son algunas de las tantas situaciones que hoy, y siempre, pudieron haber hecho sumar más puntos al Santo. Las falencias de un equipo que no está mal, pero podría estar mejor.

11 Oct 2021 - 23:26

“¡Qué lástima!”, es la primera frase que se viene a la cabeza, y eso que el empate no está tan mal, pero qué cerca que estuvo el triunfo. Ahí nomás, al alcance de la mano. Sobre todo por ese penal que a 10 del final el arquero le atajó a Estigarribia, y también el rebote en el que Lucas González no pudo terminar de cruzarla. Y estuvo esa del final, del juvenil Monrroy que la mandó por arriba en tiempo cumplido. 

Esas dos o tres son las que todavía quedan en el paladar, dando ese saborcito a poco, o a casi nada a este empate. Es verdad también que no fueron las únicas, que el primer tiempo Estigarribia rompió el travesaño, que a Cano se le fue una pegadita al Palo, que Santotre entró solo por derecha y resolvió mal, que Vella hizo revolcar al arquero desde media distancia cuando recién arrancaba el partido, que a Lópes le faltó fuerza para terminar de mandar a guardar su cabezazo de pique al suelo. 

Fueron varias, muchas las chances para ganarlo en Río Cuarto, pero volvió otra vez el gran problema de buena parte de esta temporada: la falta total y absoluta de contundencia. Se generan situaciones, pero no se las concretan y así se dejan puntos en el camino y se escurren entre los dedos oportunidades que están alcance de las manos. 

Esa falta de contundencia se evidencia hoy tanto como otra veces, pero lleva un nombre y apellido que muestra las dos caras de ese equipo hoy y todo el campeonato. Ese nombre y apellido es Marcelo Estigarribia que no escatima en esfuerzos, que lucha y pelea todas, como esta tarde en la que era la figura al que solo le faltaba el gol. Gol que le siguió faltando a pesar del penal, y eso es él y también el equipo entero: hace todo bien hasta adentro del área donde le falta cinco pal peso. 

Pero, ¿Cómo? Si ya hizo 9 goles y es el máximo artillero del equipo. Es verdad pero también falla mucho y con algo más de precisión se podrían haber ganado alguno partidos más, como el de hoy, por ejemplo. Las mismísimas conclusiones se podrían sacar sobre San Martín entero, al que siempre le falta un poquito más para terminar ser un equipo candidato, pero no pierde casi nunca y está entre los cuatro primeros a solo cinco fechas del final. El equipo tiene mil virtudes, como también las tiene Estigarribia, el equipo suma muchos puntos y es uno de los mejores, como también lo es Estigarribia, pero tanto el equipo como a Estigarribia siguen dejando la sensación de que podrían estar más arriba. 

A esta altura parece muy difícil que San Martín le arrebate el primer puesto a Almirante Brown, pero no solo porque quedan pocas fechas y la diferencia de puntos se hace cada vez más irremontable, sino porque los de De Muner carecen de dos virtudes fundamentales para pelear arriba: contundencia y ambición. 

Y usted me dirá: “¿Cómo que ambición? Si este equipo lo buscó ganar hoy y lo busca siempre”, y yo le responderé que es cierto que San Martín es, en general, superior a todos sus rivales, que intenta quedarse con los tres puntos en todos los partidos.  San Martín va al frente, no hay dudas, pero da la impresión que lo hace más por obligación que por convicción. Se hace cargo del trámite de los partidos, se posiciona en campo rival y genera oportunidades, rara vez se lo ve agazapado o superado. Sin embargo, muchas veces dejan correr los minutos con ataques tibios, indecisos que terminan derivando en largas lagunas dentro de los partidos, facilitando el trabajo de las defensas rivales que con un poco de orden les alcanza para no sufrir tanto. 

A este proceso, De Muner lo llamó “falta de intensidad” que se hizo más patente contra Belgrano, pero que también se vio contra Almirante Brown, Riestra y el primer tiempo contra Gimnasia de Mendoza  y en varios pasajes de hoy. 

De hecho, esta tarde en Río Cuarto, los primeros 20 o 25 minutos fueron muy buenos por donde se los mire: El Santo se hace protagonista, empuja, presiona, se planta en campo rival. Desborda por los dos costados, profundiza y llega al arco en varias ocasiones ya mencionadas. Tras ese tramo del partido, inexplicablemente, sobreviene la apatía, la imprecisión y la pelota empieza a alejarse del arco rival para terminar trabándose en mitad de cancha. En el segundo tiempo, el proceso se repite casi idéntico, pero se le suma el ímpetu de los cordobeses que con solo tirar bochazos al borde del área e ir a buscarlos con decisión logran llevar el juego a las inmediaciones de Arce. 

En la recta final del partido, San Martín recupera el control pero sigue sin decidirse del todo y, con un rival que tampoco se resigna al empate, sumar un punto no termina siendo un mal negocio. 

Desde afuera, a San Martín no se le ve el hambre suficiente como para correr la liebre de atrás. La persigue, sí, pero no con la desesperación  suficiente como para alcanzarla. 

Por otro lado, son muy pocas, casi ninguna las situaciones que los rivales logran generarle y es altísimo el porcentaje de partidos sin recibir goles desde que llegó De Muner. Esto conlleva a que sean muy pocas las derrotas pero también pocos los triunfos en relación a los demás clubes que están en la lucha. De hecho, de los cuatro primeros, los de Ciudadela son los que menos ganaron y también los que menos perdieron, así como son los que más empataron. 

Ahora, lo primero que queda es esperar que ni Brown ni Tigre ganen en esta fecha y a partir de allí, encarar el tramo final del certamen sabiendo que no hay otra que ganar todo lo que queda si se pretende salir primero, arriesgando y exponiéndose a algunas derrotas que pudieran poner en peligro la clasificación al reducido que no está para nada asegurada. En las últimas tres fechas del certamen, San Martín deberá enfrentar a tres rivales directos en esa luchas: Agropecuario, Quilmes y Tigre. 


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