Fútbol y política

Jugador, militante y artista: el golazo de Kurt Lutman contra el fútbol liberal

Jugó en Newells y en la selección juvenil, militó en HIJOS, fue albañil y ahora es escritor, el rosarino Kurt Lutman vino a Tucumán y habló de todo: política, fútbol femenino y el deporte como forma de inclusión. “Nos vendieron que el resultado es lo más importante”, asegura.

06 Mar 2020 - 21:41

Lutman y la pelota, pasión y pensamiento.

Kurt Lutman podría ser el protagonista de una novela y nombre no le falta para serlo. De hecho, en 1976, cuando nació, su madre eligió llamarlo de esa manera por un personaje de los famosos libros de la escritora Corín Tellado. Pero lejos de los melodramas edulcorados, el rosarino eligió su propia aventura, como en esas novelas donde cada lector trazaba su propio destino: jugó al futbol en Newells, Godoy Cruz de Mendoza, Huracán de Corrientes, en la selección sub 17 que disputó el mundial de Japón en 1993, fue albañil, trabajó en una clínica psiquiátrica y en un circo, militó en la agrupación HIJOS donde participó del escrache a represores y escribió libros. En 1997 y en la cancha del decano dejó un poema jugando para Huracán de Corrientes: un gol de afuera del área que se clavó en el ángulo. El Kurt que volvió ayer a Tucumán es un hombre de palabras; palabras que tienen la contundencia de aquel gol y que quedan resonando en quien tiene el gusto de escucharlas. 

Tucumán lo recibe con su calor característico y Kurt llega hasta la sede del Partido Justicialista donde brindará el taller “La memoria, el arte y el fútbol” con un bolso de Newell´s y una barra de cereal a medio comer. A los 43 años todavía conserva cierto porte de futbolista. Aunque nunca fue sólo un tipo que jugaba a la pelota. El 24 de marzo de 1995, cuando era jugador de Godoy Cruz, se cruzó en la plaza principal de Mendoza con un grupo de mujeres que marchaban con pañuelos blancos atados a la cabeza: “Hasta entonces yo no tenía idea de lo que había sido el golpe y ese fue mi primer contacto con las secuelas de la dictadura militar. Lo primero fue una madre de Plaza de Mayo contándome la historia cuando yo tenía 20 años. Eso me movilizó porque sentí que me había perdido de algo re importante”. En marzo también, pero del 2000, en la previa a un aniversario del golpe militar, lo bajaron a jugar en la reserva de Newells por una serie de discusiones que había tenido con el entonces presidente del club, Eduardo López. Esa tarde le hizo dos goles a Belgrano y los festejó mostrando una remera que llevaba debajo de la camiseta donde se leía: “Cárcel a Videla y a todos los milicos asesinos”. Ese era y ese es Kurt Lutman. 


Empezó a militar en la agrupación HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) en 1998. La leyenda cuenta que en Rosario durante un escrache se agarró a piñas con el represor Eduardo Constanzo, pero él desmiente esa versión de los hechos: “Ese fue un malentendido. En el marco del escrache, nos acercamos tanto a tirarle huevos que la gente que lo custodiaba creía que lo íbamos a agredir. Ahí se armó un revuelo, pero en ningún momento buscamos eso. Lo que nosotros buscábamos era ir y señalar. Yo no lo enfrenté, no soy tan valiente, eso es un mito. De hecho después me arrepentí porque me parece que, claramente, buscábamos dar otro mensaje a la sociedad”. En 2001 dejó HIJOS para militar en el barrio rosarino de Bella Vista en tiempos del estallido social del gobierno de De La Rúa. Ahí conoció el trabajo territorial de la mano de un cura tercermundista, el padre Joaquín Núñez. 

Así como Lutman ha transitado por el fútbol y la militancia, también lo ha hecho en arte. Ha publicado los libros “El agua y el pez” y “Semillas para barriletes” a los que suele repartir en bicicleta en su Rosario natal. La primera de estas obras incluye un cuento donde relata aquel recordado festejo de gol de Mauro Amato jugando con la camiseta de Atlético. Esa vez que mostró una remera que decía “Aguanten las madres” en una provincia que entonces era gobernada por el genocida Antonio Domingo Bussi. Memoria, arte y fútbol son parte esencial de la vida de Kurt que ahora, siempre con un tono entre relajado y campechano, se dispone a charlar con eltucumano.com minutos antes de comenzar su taller. 

-¿Sentís que el futbol actual está despolitizado? 

- Seguramente hay pibes a los que no les interesa la arena política, si se quiere, o la realidad concreta de todos los días, aunque lo dudo porque, de una u otra manera, vos saliste de un barrio y tenés todo el tiempo noticias de lo que pasa ahí. Es distinto hacer un diagnóstico político, intervenir o participar de una discusióndonde te inclinás por tal candidato porque buscaste más información. Bueno, esas son como diferentes capas, pero hay jugadores que hicieron ese recorrido como “El patón” (Nahuel) Guzmán o (Juan Cruz) Komar. Incluso, cuando Maradona fue el técnico de la selección, fueron las abuelas y Messi y Mascherano se sacaron fotos con ellas. Capaz que somos muy pretensiosos en querer que algunos futbolistas, en el marco de una elección, se posicionen cuando, en realidad, serían degollados porque hay todo un circuito deportivo manejado por las grandes empresas que son parte del Grupo Clarín y que, en realidad, no permitirían que eso suceda. El jugador tampoco es ingenuo. No es lo mismo hablar con alguien con quien sabés que vas a ser cuidado que hablar con un periodista que trabaja para un medio que quiere influenciar de alguna manera. En esos casos los jugadores se hacen los boludos, yo también me haría el boludo porque es exponerme a que me peguen al pedo. 

- ¿Y el fútbol femenino? Muchos creen que la política pasa por ahí. 

- Es cierto que las mujeres vienen con una carga discursiva y política muy fuerte y muy presente de la que tenemos que aprender. Desde cómo se distribuye la guita, el profesionalismo y quiénes merecen ser profesionales que, para ellas, tienen que ser todas. Es distinto cuando uno puede trabajar de lo que hace a cuando no puede hacerlo. Me comentaba Mónica Santino, que dirige un proyecto de futbol femenino en la Villa 31, que al primer partido televisado del futbol femenino una de las pibas no pudo ir porque tenía que laburar en un supermercado. Por eso mismo está la necesidad de discutir sobre política en el futbol femenino porque hay toda una estructura patriarcal, que es la palabra que usan las compañeras, que lo que hace es quitar apoyo desde lo económico hasta poder transmitir todos los partidos. Si yo tengo un programa de una hora y del partido de las pibas paso sólo cinco minutos… bueno, eso también es política. Las pibas lo que dicen es: vamos a discutirlo a eso. El jugador profesional está más cómodo y puede o no discutir algo, eso ya pasa por una necesidad personal, pero en este caso es una necesidad imperiosa. 

- ¿Qué hay que debatir en el futbol argentino?

- Hay que debatir todas las cosas que necesiten ser debatidas. Por mínima que sea, si hay gente que está con un descontento de cómo se está organizando el futbol profesional, la alta competencia, el de la B , de la C, el ascenso… para mí todo merece ser debatido todo el tiempo porque tiene que ver con la dinámica de la sociedad. No creo que haya cosas más importantes que otras. Si me preguntás a mí, desde mi subjetividad, yo te digo que la profesionalización del fútbol femenino es una discusión que tiene que darse urgente porque va a posibilitar que muchas compañeras puedan elevar el nivel futbolístico al dedicarse de lleno a la actividad. Cuando fue el mundial de Francia, las futbolistas argentinas no tenían diferencias técnicas con respecto a los otros equipos, lo que había es una diferencia de entrenamiento. Faltaba volumen físico y táctico y eso se gana con más horas de entrenamiento, pero vos no podés entrenar más horas cuando tenés que laburar, ser madre, etcétera. Si se va a competir, tiene que haber una profesionalización de todas las jugadoras. 

- ¿Cambió mucho el fútbol de cuando vos jugabas a ahora?

- Sí, cambió, en esa época se jugaba con las dos hinchadas. A mí me encanta el folclore, que estén las dos hinchadas juntas, pero no me encanta que haya algún tipo de episodio violento si eso sucede. Yo creo que esa es una discusión que tenemos que dar en todos los ámbitos, desde el escolar, los gremios, la AFA, hinchas y futbolistas ¿Cuándo este juego se convirtió en una batalla? ¿Cuál es el costo? Además, nos estamos quedando sin el juego. El futbol para nosotros es importantísimo. 

- ¿Qué te llevás de charlas como la que venís a dar acá?

- Para mí es re importante. Yo de acá me llevo la experiencia de otra gente. Para mí es vital porque en este contexto de reconstrucción de la Argentina es necesario pensarse en el marco de un futbol infantil que abrace a los pibitos y los meta a todos adentro. Hay una mirada que lo obstruye, pero no te voy a contar el final de la película.  

- Vos pensás al futbol como una herramienta de inclusión social…

- Sí, también. El fútbol es un juego, es un lugar de aprendizaje, de diversión, es un lugar para descubrir el cuerpo… y entre todas esas cosas, también, es una herramienta de inclusión social. En el marco de los barrios saturados de droga, vos podés hacer que un pibe esté interesado en un proyecto de fútbol en lugar de estar en una esquina. Esa es una batalla necesaria. 

- ¿El gobierno anterior afectó al futbol?

- ¿Macri?

- Sí.

- Arrasó, no lo afectó. Arrasó toda la Argentina en general y al futbol en particular. Esa es una mirada personal, creo que se llevó puesto todo. En el barrio el volumen de pibitos que cayeron en las adicciones es tremendo.

Una charla termina y da paso a la otra organizada por la juventud peronista en el marco del mes de la memoria. Lo espera un salón colmado de entrenadores, referentes barriales, chicos y chicas que juegan al fútbol. ¿Cuál es el final de la película? Kurt repasa la evolución del futbol desde los potreros y los clubes de barrio hasta el futbol actual. “Maradona fue posible porque existían los potreros que eran inclusivos y con todos adentro”, recuerda. De esos partidos que duraban largas horas donde se sumaba el que iba llegando y, sino, armaba otro equipo para entrar después, hasta un deporte hiperprofesionalizado donde el que no gana se tiene que ir. Premisa que bien saben los técnicos obligados a deambular de un equipo a otro si no consiguen rápidamente resultados. Ese sistema donde el éxito se mide por los puntos cosechados en la tabla de posiciones se ha trasladado a las divisiones inferiores donde los chicos y chicas tienen cada vez menos tiempo de jugar y posibilidades de equivocarse. “Si no me equivoco, no puedo aprender. Nos vendieron que el resultado es lo más importante y después viene todo lo otro y ese es un esquema que expulsa”, reflexionó para luego bregar por un fútbol infantil que abandone esta mirada a la que definió como “liberal y capitalista” para que todos tengan su lugar y puedan aprender, divertirse, sentirse parte de un grupo y no estén pendientes sólo del resultado. Kurt levanta su bandera en contra de ese futbol industrializado y excluyente. Y, como los buenos jugadores, juega y también hace jugar. 

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