Fútbol de talla baja

“Ya no les dicen enanos”: La selección de todos la rompió en Tucumán

La selección argentina de talla baja jugó por primera vez en la provincia. La historia de un equipo que ha vencido la discriminación y los prejuicios para ponerse con orgullo la celeste y blanca.

22 Jun 2019 - 00:24

Es sábado por la tarde y juega la selección en Club Villa Luján. No hay una multitud fervorosa colmando las tribunas, ni miles o millones siguiendo la transmisión en vivo por televisión.  No están las grandes marcas ni los sponsors internacionales con su fanfarria marketinera. Tampoco han venido los sesudos analistas mediáticos del fútbol ni las estrellas que cotizan en moneda extranjera. En la cancha hay un equipo que hará honor a los colores de la bandera y que jugará un amistoso como si fuera la final del mundial. Justo hoy que es 22 de junio y bien podría ser feriado nacional o fecha patria porque se cumplen 33 años de la gesta maradoneana ante Inglaterra en México 86, el momento más épico de nuestro fútbol. Aquí están ellos, son la selección argentina de talla baja y la rompen.

Lejos está el partido de la displicencia propia de un amistoso. La selección mueve la pelota y presiona en los anticipos. Salen rápido, con la pelota al pie. No dan ninguna por perdida.  El combinado de periodistas rival, por su parte, prueba desde afuera. El arquero responde. Un par de veces, los palos ayudan. Uno de los delanteros del equipo periodístico intenta un caño imposible. Recuperación y contragolpe, centro y cabezazo cruzado del seis de la celeste y blanca, Martín Baigorria. La selección de talla baja juega enserio. Hay clima de cancha en Villa Luján. De las tribunas baja una silbatina ante cada falta, gritos efusivos en cada gol. No es para menos, juega la selección.

A muchos les llamó la atención la excéntrica condición capilar de muchos de los jugadores de nuestra selección: cortes irregulares hechos a máquina que trazan un camino recto en el centro de la cabeza dejando motas tupidas de pelo a los costados, o bien, dejan una llanura entre el flequillo y la melena de atrás, entre otras extravagancias estéticas. Son siete los jugadores que han sufrido el ataque estilístico del seis, peluquero circunstancial del plantel que de esa manera, como marca el ritual, le ha dado la bienvenida a sus nuevos compañeros. En el banco de suplentes, el autor material de la masacre capilar no tiene pruritos a la hora de confesarlo. Cuando se le pregunta al seis, a Martín Baigorria, por su procedencia, este dice que viene de la mejor provincia de todas, la provincia del fernet con coca. Y lo dice en perfecto cordobés. Cuando se le pregunta cómo lo han recibido en Tucumán, dispara: “todavía no nos han choreado”. Es joda, aclara, y ríe quien a todas luces es el Pocho Lavezzi de este equipo nacional.


Miriam Miranda se acerca desde la tribuna hasta el banco de suplentes. Está contenta y esa felicidad se le nota. Es la madre de Rodrigo Agustín Nieva, que tiene 15 años y juega en el semillero de la selección. Es la primera vez que juega en la provincia y ayer conoció la cancha de Atlético, el club del cual es hincha. “Es una emoción total. Hemos luchado mucho para que ellos sean respetados y sean bien mirados por la sociedad. Desde chico sufría mucho por su condición. A partir del fútbol lo respetan, ya no le dicen enano”, cuenta Miriam. Minutos después se abrazará a su hijo a quien unos minutos en cancha le bastaron para convertir un auténtico golazo. Rodrigo y Abel Arturo Roldán, de la selección mayor, son los dos tucumanos de este equipo.

“Es un honor estar acá demostrando este proyecto tan lindo que es el de la inclusión. El desafío que tenemos es el de incluir a personas de nuestra misma condición para que puedan salir adelante y que se animen a salir a la calle porque la acondroplasia  es una de las condiciones físicas más discriminadas en nuestra sociedad”, dijo minutos antes de salir a la cancha Juan Sella, el nueve de 23 años y uno de los referentes de este plantel. Juan fue uno de los primeros en sumarse a este equipo hace ya cinco años cuando comenzó a entrenar la selección argentina de talla baja. Hasta entonces, si bien siempre había jugado al fútbol, nunca lo había hecho junto a jugadores de su misma condición física. La acondroplasia es un trastorno en el crecimiento óseo de los cartílagos y la principal causa de enanismo. Es un cuadro que se presenta en una de cada 25.000 personas.

El mentor de todo esto fue Facundo Rojas, quien es ahora presidente de la Asociación Civil de Talla Baja y el jugador emblema de la selección. En su Corrientes natal  llegó a jugar en la primera, pero a los 16 años lo apartaron del equipo por su estatura. No se quedó de brazos cruzados y empezó a idear esta disciplina que se juega con las mismas reglas del fútbol de salón y con seis jugadores por cada equipo. En octubre del año pasado, la selección jugó la primera Copa América y salió segundo tras perder en la final con Paraguay. Su padre, Mariano Rojas, es el Director Técnico que, de temple más bien serena, no ha dejado de dar indicaciones esta tarde en Villa Luján.


“Históricamente eran los bufones del rey o los veíamos en los circos, entonces la gente se acostumbró a reírse de ellos. Lo que  pretenden es que la gente no se ría de ellos, sino con ellos. Que los vean de igual a igual. Por eso estamos peregrinando por todo el país mostrándole a la gente que juegan muy bien al fútbol. Buscamos la inclusión a través del deporte. Demostramos que ellos pueden hacer lo mismo que los jugadores de tallas convencionales y con la misma alegría y ganas de jugar”, explica el entrenador del seleccionado.

Para Mariano Rojas ni la disciplina ni la selección tienen techo: “El crecimiento que tuvimos es increíble y sorprendió a todo el mundo. Hicimos la copa América el año pasado y salimos segundos. Acá está todo por hacerse todavía”. Según el DT ya hay más de 60 jugadores de todo el país que practican la disciplina que desde el año pasado es reconocida como tal internacionalmente, aunque todavía falta avanzar en la reglamentación, aclara: “Paraguay nos puso gente petisa que no tenía ningún condicionamiento físico y nos sacó ventaja deportiva”, dice con algo de fastidio recordando lo que fue la final perdida el año pasado. Aunque sabe que tendrán revancha.

En la previa del juego decisivo que definirá la suerte de la selección mayor en la Copa América, esta selección, la selección de todos, demostró que está para soñar en grande. Hubo buen fútbol y goles albicelestes en la tarde tucumana. Mientras los jugadores se apiñan todos juntos en un festejo en el centro del campo, le pregunto a Mariano, el DT, cuál fue el resultado final del encuentro. Me mira extrañado y me confiesa que no lo sabe: “no importa, lo que importa es la inclusión”. Ellos ya ganaron.

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