Pablo Plá, CEO de la empresa local, reveló a Forbes cómo fue el proceso de transformación.
Vista de las instalaciones de citrícola San Miguel. (Foto: web de la empresa)
San Miguel, la citrícola más importante del mundo en el procesamiento industrial de limones, ha logrado un posicionamiento destacado gracias a un redireccionamiento estratégico que transformó su modelo de negocios. La empresa, con una larga trayectoria en la producción de fruta fresca, decidió enfocar sus esfuerzos en la industrialización del limón, un mercado de mayor valor agregado y menos volátil en comparación con las commodities.
Pablo Plá, actual CEO de San Miguel, ha liderado esta transformación desde su llegada a la compañía. Con más de 15 años de experiencia en el redireccionamiento estratégico de organizaciones, Plá asumió el desafío de cambiar el ADN de la empresa. “Hace 15 años que me dedico al redireccionamiento estratégico de organizaciones”, explicó Plá, quien ha trabajado en compañías como Coca-Cola, Cervecería y Maltería Quilmes, y General Mills. Su experiencia en el turnaround de Ingredion, una empresa estadounidense que pasó de pérdidas millonarias a ganancias significativas, fue clave para su elección en San Miguel.
La empresa, que anteriormente dependía en gran medida de la venta de fruta fresca, especialmente de limones, decidió reorientar su modelo de negocio hacia el procesamiento industrial. Esta estrategia permitió a San Miguel reducir la volatilidad asociada a los precios internacionales de la fruta y aprovechar nuevas oportunidades en el mercado de productos derivados del limón, como jugo concentrado, aceite esencial y cáscara deshidratada.
En los últimos cuatro años, San Miguel ha invertido 18 millones de dólares en su operación en Tucumán y planea destinar otros 20 millones en los próximos cinco años. Estas inversiones están orientadas a mejorar la tecnología, la investigación y desarrollo (I+D), la infraestructura y las prácticas agrícolas. Además, se ha fortalecido el respaldo de los principales accionistas, entre ellos las familias Miguens Bemberg y Otero Monsegur, y el holding sudafricano African Pioneer Group (APG).
Antes de este proceso de transformación, San Miguel operaba con un portafolio de negocios dividido en dos grandes unidades: la producción de fruta fresca en campos propios y de terceros en Argentina, Perú, Uruguay y Sudáfrica, y el procesamiento industrial de limones en Argentina. Sin embargo, la sobreoferta de limones en el mercado mundial había llevado a una drástica reducción en los precios, lo que afectó significativamente el negocio de la fruta fresca. Ante esta situación, Plá y su equipo decidieron enfocar sus esfuerzos en la industrialización, una decisión que ha demostrado ser acertada.
“La compañía tenía un portafolio de negocios basado en dos grandes unidades: fruta fresca y procesamiento industrial del limón, que se hacía principalmente en Argentina”, afirmó Plá a Forbes Argentina. Esta reestructuración implicó la venta de activos en Perú y Sudáfrica al grupo español Citri & Co., así como la renegociación de contratos a largo plazo con clientes clave y el desarrollo de nuevas plantas industriales. El objetivo era consolidar a San Miguel como la mayor procesadora de limones a nivel mundial, con una participación del 16% en la molienda global, que se espera aumente al 20% en los próximos tres años.
San Miguel construyó una planta de 23 millones de dólares en Sudáfrica, en conjunto con APG, y otra de 31 millones en Uruguay, financiada en parte por el Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU). Estas plantas, junto con la instalación de Tucumán, que tiene una capacidad de molienda de 300.000 toneladas anuales, permiten a San Miguel mantener un abastecimiento múltiple desde tres países. “Somos la única compañía del mundo con abastecimiento múltiple al estar en estos tres países”, destacó Plá.
El CEO de San Miguel también subrayó la importancia de la consolidación de los cambios realizados durante los años 2024 y 2025. “En un proyecto como este, lo importante ahora es consolidar los cambios realizados”, afirmó Plá. La empresa se encuentra en una fase de optimización de sus subsistemas agrícolas e industriales, con el objetivo de maximizar la eficiencia y asegurar un flujo financiero estable a través de contratos a largo plazo.
En paralelo, San Miguel está explorando nuevas áreas de desarrollo de productos y servicios, con el fin de diversificar su negocio y asegurar un crecimiento sostenible a largo plazo. Aunque Plá no pudo revelar detalles específicos debido a la confidencialidad de los proyectos, afirmó que la búsqueda de nuevas oportunidades es una parte fundamental del ADN de la compañía.
La coyuntura económica actual, marcada por la volatilidad y la incertidumbre, ha afectado a San Miguel como a cualquier otra empresa con presencia en Argentina. Sin embargo, la compañía ha logrado minimizar el impacto gracias a su enfoque en la exportación, que representa el 90% de su producción. Plá señaló que, si bien las regulaciones y los impuestos en Argentina dificultan la competitividad, es fundamental que el Gobierno trabaje en la reducción de estas barreras para favorecer a las industrias exportadoras.
Finalmente, Plá reflexionó sobre el desafío que enfrentan las clases dirigentes argentinas en un contexto de cambios rápidos y constantes. “Es un período de un enorme cambio”, observó Plá, destacando la necesidad de mejorar las capacidades estratégicas para competir en un mercado global cada vez más exigente. En este sentido, Plá subrayó la importancia de cerrar brechas en términos de competencias estratégicas para asegurar el éxito a largo plazo.