Kanazawa, el samurai de Ciudadela

Tamiji Kanazawa nació en Japón en 1948, tres años después de la caída de la bomba atómica en Hiroshima. A los 21 años renunció a su trabajo en la fábrica Toyota y sin pensarlo dos veces se trepó a un barco que lo trajo a Argentina con katana y todo. Lo escoltaron los delfines durante su periplo por el océano Pacífico, asistió a un funeral arriba de la embarcación, agradeció para siempre no haber viajado en avión. 

Su sed de aventuras hizo que terminara radicándose en Tucumán donde puso una tintorería, conoció a su esposa, formó una familia y empezó la maratón más importante de su vida. Mientras tanto no se privó de impregnar todo lo que lo rodeaba de una paciencia oriental.  Famoso por los arbolitos que adornan la fachada de su casa, admirado por los atletas del Parque Avellaneda, querido por todo el vecindario y por el más obediente de los perros, Kana -como lo llaman sus nietos e hijos- es un ejemplo de superación, un corredor imparable, un guerrero de zancos ancestrales y calma contagiosa. Conocé al samurai de Ciudadela.