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"Está buscando a quién llevarse": el sudor de la joven en la morgue

CREER O REVENTAR

Una nueva historia de la fan page del momento pone los pelos de punta a sus fanáticos. Los extraños sucesos que ocurrieron durante la necropsia al cuerpo de la víctima que perdió la vida en un accidente vehicular.





“Soy paramédico y lo que voy a contarles es una de las anécdotas más extrañas que me pudo suceder”, adelanta el protagonista de la historia que, como ocurre la mayoría de las veces cada vez que se animan a contar sus experiencias a Tucumán Paranormal, la fan page del año, prefirió resguardar su identidad.

Hace unos años, durante la madrugada, el paramédico recibió un llamado para transportar un cuerpo en ambulancia a la sede del Servicio Médico Forense de la provincia, ya que la unidad móvil de la unidad necrológica no estaba funcionando ese día. Se trataba de una chica de aproximadamente 18 años, de 1.60 metros de altura, que había sido víctima fatal de un accidente vehicular. Al llegar hasta el lugar del siniestro, los profesionales aplicaron el protocolo pertinente. La chica estaba en el piso con la mirada perdida, no presentaba signos vitales, según describe el protagonista. Chocó de frente ─no especifica contra qué─ y salió despedida por el parabrisas. Su cráneo impacto contra un poste y las vértebras no resistieron la presión. Falleció al instante. “La chica estaba ebria, aún olía a alcohol”, recuerda el enfermero. “Tenía una mirada fría, perturbada, yo sentía que al mirarla ella te regresaba la mirada, no parpadeaba, pero parecía responder, la cubrimos con una manta para poder esperar el peritaje”, agrega.

Cuando llegaron los peritos ─relata─, se dio con la sorpresa de que uno de ellos era un entrañable amigo suyo, Víctor. Subieron el cuerpo y se dirigieron juntos hasta el Servicio Forense. Bajaron a la joven y la pusieron sobre la camilla para comenzar la necropsia. Ya en la sala de intervenciones, su amigo le dijo que podía quedarse, y lo hizo. Fue durante las horas que duró la autopsia que comenzaron a suceder cosas, aparentemente sin explicación lógica, o terrenal. No hubo sobresaltos en la intervención, hasta llegar a los pulmones de la víctima. “La mirada de Víctor estaba fija en el pulmón, con miedo apretó el cuchillo y prosiguió con el procedimiento”. Al llegar a la laringe, ambos notaron que la chica tenía los ojos abiertos, pese a que se los habían cerrado antes de trasladarla. La tensión aumentó cuando Víctor intentó abrirle el cráneo al cadáver; la joven sin vida esbozaba una sonrisa mientras el bisturí le cortaba el cuero cabelludo. Entonces se detuvieron. “No podemos seguir con el procedimiento, dijo, y salió del lugar”, recuerda aterrado el paramédico.

Llamaron a otro médico, el doctor Pereira, para continuar con la intervención. Cuando llegó le comentaron la situación que habían vivido, pero no les creyó. Por el contrario, les dijo que todo era producto de su imaginación, entonces se puso los guantes y continuó el trabajo inconcluso. Pero cuando estaba por empezar, notó que el cuerpo los estaba mirando a todos. Silencio absoluto en la sala. Ninguno de los tres pudo seguir. Procedieron a cerrar rápidamente el cuerpo y llenar los formularios correspondientes para dar por concluida la necropsia.

El paramédico, sin embargo, insistió y volvió a la sala de intervenciones. Miró atentamente a la joven y notó que estaba sudando. Se acercó a limpiarla y, cuando su mano estuvo a punto de tocar su frente helada, se detuvo ante el grito del médico que había llegado para reemplazar a Víctor. “¡No la limpien! No le quiten el sudor, no quiere irse sola, si la limpian, ustedes al rato se sentirán mal, déjenla, está buscando a quién llevarse, algún familiar vendrá y la limpiará; es mejor que sea uno de ellos para que la acompañe”, les advirtió Pereira.

Cuando sus familiares finalmente llegaron a reconocer el cuerpo, su padre se acercó a ver el rostro de su hija, todo sudoroso, y lo limpió sin conocer la advertencia del profesional. Pasaron las horas, y el paramédico recibió un nuevo llamado. Otro accidente. En el lugar reconoció una camioneta. La había visto detenida fuera del Servicio Médico Forense, luego de retirarse del lugar. Cuando se acercó al vehículo para asistir a los accidentados, reconoció al hombre. Era el padre de la joven que momentos antes los había espantado. “¿Curiosa coincidencia?”, se preguntan desde Tucumán Paranormal.