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Suenan las máquinas de escribir: regresa el taller de escritura a la tecla

LITERATURA DE ACÁ

Divizia, Olmos y Vuoto, un trío fantástico que se las trae, abre las puertas de una hermosa casa en Yerba Buena para aprender a escribir como lo hacían los grandes autores contemporáneos: con Olivetti, Remington, Olimpia y una colección de máquinas de escribir maravillosa. Pasen y lean. FOTOS

Divizia, Olmos y Vuoto en acción. Las fotos son de Valeria Mendoza.





“¡Golpea las teclas, por el amor de Dios!”, se enerva el personaje de Sean Connery que protagoniza a Forrester, un escritor en clave Salinger, refugiado de todo lo que tenga que ver con la vida moderna, gritándole al joven Jamal, quien sueña con ser un gran escritor. “Escribir a máquina es un acto físico”, se suma Joaquín Vuoto. “Es orgásmico”, agrega Máximo Olmos. Estos últimos dos escritores son quienes junto a Rafael Divizia planean un golpe con forma de taller literario que comenzará el 18 de agosto en una bella casa de Yerba Buena con bellas máquinas de escribir, incunables, rarezas y clásicas.

“Coordino el taller de escritura con Rafa y Joaquín en una casa de Yerba Buena que queda al frente de una plaza. En el taller en sí vemos tópicos de la escritura: el personaje, el cuento y las posibles escrituras. Trabajamos mucho con contar desde los cinco sentidos, un trabajo cercano a la poesía. Y también trabajamos todo el proceso de la fabricación de un libro: el maquetado, el ensamble y así cada tallerista culminará el taller con una publicación impresa”, desarrolla Olmos, miembro fundador de la mítica Trompetas Completas, la revista que se fue forjando junto a Pablo Donzelli y gran elenco.

“Intento combatir la figura del autor en el taller: el espacio en el cual se desarrolla el taller es bien horizontal. Llevo consignas y las ejecutamos. Consignas como: Detalle los aspectos de un país inventado, Cuente por qué Tucumán es una ciudad de mierda, Describa aquello a lo cual le tiene tanto miedo que nunca pudo expresarlo en voz alta y después queme la servilleta (con esta última consigna un tallerista se fue llorando de Pangea). Quienes escribimos sabemos que escribir no es nada ingenuo, te compromete”, detalla Olmos, autor de cuentos, relatos, críticas, crónicas y poesías en la mencionada Trompetas; en la nouvelle Natural devenir, (2010, Ed. Trompetas); Poemario ilustrado Ellas; poemario El templo de los errantes, (2012, Ed. Trompetas) Biografía Tanto viaje, (2015, Ed. Trompetas), cuentos 5x5 (2015, Ed. Trompetas) y la novela inédita Verde de todos los colores (2019).

Ahora bien, ¿cómo se ensamblan las máquinas de escribir en este mundo? “No fue algo buscado sino fortuito. Ensamblaba con el taller de escritura. La máquina de escribir tiene toda una mística: es un símbolo de la escritura, el único artefacto sinónimo de las redacciones de los diarios. Joaquín Vuoto es el dueño de las máquinas de escribir: las conoce de diez, las tiene cuidadas con muchísima dedicación. Y así el taller se divide en dos objetivos en sí: la escritura y la máquina. Es un taller lindo, mágico y que nos llena de alegría”, se despide hasta el 18 de agosto Máximo Olmos.

Y quien toma la palabra es Vuoto, un joven de 31 años que a los 11 años impidió que su señora madre arrojara a la calle una máquina de escribir Olimpia Splendid, portátil, de su abuela, quien la usaba para el género epistolar característico de la época: misivas con afectuosos cariños a los familiares de otras latitudes, la hoja doblada en tres partes adentro de un sobre y la visita al Correo de 25 de Mayo y Córdoba.

“Siempre he sentido mucho apego por las antigüedades: siempre me interesaron cómo funcionaban los aparatos viejos. Tengo 13 máquinas de escribir y cinco esqueletos. Tengo modelos especiales y luego de un paréntesis he regresado a la exploración distintos modelos. Cada una de las máquinas me va enamorando por etapas: ahora vivo un romance con una marca Brother, modelo 1964, onda Supersónicos, muy Cadillac”, explica Joaquín, quien en el taller pondrá a disposición sus reliquias para ocho elegidos que se animen a la experiencia.

En tiempos de escritura táctil o de teclados negros y fríos, la propuesta de darle a las teclas suena a un homenaje a los grandes escritores tucumanos de El Cardón, La Cosechera o El Buen Gusto: “Ya no queda mucha gente que escriba a máquina. Sí, es un acto físico. No podés volver atrás: lo que has escrito en el papel, queda, no hay vuelta atrás. Y quienes se han sumado a experiencias pasadas lo entienden así: han demostrado muchísimo respeto por las máquinas, antes de comenzar dedican media hora a conocer el instrumento y luego ya es tiempo de adentrarse en la palabra”, celebra Joaquín, quien tiene a la venta algunas de las máquinas de escribir, recomienda las Olimpia, las Hermes y también las Olivetti. Junto a Olmos y Divizia, los muchachos y las muchachas te esperan.



Algunas máquinas de escribir de la colección Vuoto:

Remington Portable 2, 1925.

Hermes 3000, 1970.

Brother De Luxe, 1964.
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