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En las venas: "Siempre voy a seguir haciendo rock and roll"

Rock bien de acá

El Cheto repasa su carrera como cantante: sus comienzos, La Cheta, Malas Lenguas y una amistad de más de 17 años con La 25, con quien compartirá escenario el viernes en Floresta. “Los Rolling me marcaron desde chico”.





Su nombre es Daniel Alfredo Carabajal, pero pocos lo reconocen como tal. Es uno de esos artistas en los que el apodo hizo olvidar cómo se llama, pero camina por la calle en cualquier rincón de Tucumán y todos saben quién es: El Cheto de Malas Lenguas.


“El apodo viene de cuando tenía seis años. Mi abuelo me regala una bicicleta antigua, con frenos a varilla y un formato medio extraño, estaba buenísima. Y mis amigos, todos niños, me decían que era cheta”, revive en diálogo con eltucumano.com, el origen de su apodo en su Alberdi natal. “Un día uno llegó y me dijo Cheto, y eso fue cambiando. Pasé a ser el Cheto Dany, el Cheto, el Cheto de La Cheta y el Cheto de Malas Lenguas”, señala entre risas el cantante.


Los años pasaron, Daniel creció y empezó a escuchar música de la mano de un gran amigo, el Chango Oviedo: “le debo mucho de lo que escucho. Era la época que vinieron los Stones  a la Argentina con Voodoo Lounge, en 1995. Él tenía todos los discos, casettes, todo. Nos pasábamos horas escuchando música. Desde ahí los Rolling me marcaron”.


Ya en el secundario, el Cheto comenzó a meterse en la música junto a unos compañeros: “Empecé con unos amigos que siempre se juntaban a tocar la viola, algo de Pink Floyd, Led Zeppelin, Radiohead, y nadie se animaba a cantar. Uno de los chicos, Huguito, era de otro palo, pero era un crack tocando la guitarra, lo que le pedías él te lo sacaba a la perfección. Me ofrece tocar a mí y a Gaby, otro amigo, él nos enseñaba. Iba todo bien hasta que un día volví, me acosté y estaba la viola en la cama, y la rompí toda. Ahí quedó. Nadie cantaba, Hugo era un gran músico, pero no le gustaba cantar. Me dijo que cante yo, que ya tenía una base musical porque tocaba el teclado, y así comencé a cantar”.


La partida de su Alberdi natal

Una vez terminada la escuela, el Cheto decidió partir a San Miguel de Tucumán para estudiar Ingeniería en Computación. Junto a Gabriel, con quien comenzó a tocar la guitarra, compartieron departamento y poco a poco comenzaron a vivir la aventura rockera: “Siempre nos juntábamos los fines de semana con amigos que tenían guitarras, yo ya la tenía olvidada. Uno de ellos quería formar una banda. Ahí hago mi primera canción, algo muy tranquilo, como para arrancar. Un día hablando con Jazmín, otra amiga, le comento lo que queríamos armar y me dice que le diga al 'Bacha' Martín Arrabal. Lo llamé, se copó, nos juntamos al otro día y así comenzó a sonar”, recuerda sobre los principios de La Cheta Rock and Roll.


“En el primer ensayo teníamos dos temas. La banda se juntaba a ensayar la Laprida al 200 en una sala de ahí. Empezaron a ir muchos amigos a los ensayos, más de 30 personas, vendían cerveza, se armaba lindo. La gente preguntaba cómo nos llamábamos y no sabíamos. Decían que le iba a poner algo cercano a mi ‘este le va a poner La Cheta o algo así’, y así quedó”, agregó sobre el origen del nombre de su primera banda.


Malas Lenguas y casi 15 años de rock and roll

La banda nació como continuidad de La Cheta: “Teníamos la idea de la banda y era algo romántico para nosotros. No pensábamos llegar a donde llegamos. Vimos que funcionaba y empezamos a hacer recitales a beneficio. La cosa fue creciendo y llegamos a tocar al Juan B Terán, que ahí fue cuando tuvimos el punto de ebullición. Fue mucha gente, los mejores momentos los vivimos ahí. Eso nos llevó a concursar en el PreCosquín y tocar posteriormente en el Cosquín Rock en 2006. Una gran y hermosa experiencia que vivimos”.


Hoy en día, la banda volvió a entrar en vigencia el año pasado, luego de un par de idas y vueltas. El Cheto se mantiene en la voz, junto al "Bacha" Arrabal y Pablo Brandán, en guitarra y bajo. Se sumó Ernesto Brandán en batería. El que ya no continúa es Mauricio Gianserra, que tocaba la armónica. “La vida nos cambió a todos. Hoy en día, muchos somos padres. Tuvimos idas y vueltas, pero hace un año grabamos el disco (Buenas Noches Rock and Roll) y andamos con ganas de tocarlo más. Ahora vamos a meter una fecha en agosto en Santos Discépolo”, comenta el cantante.


La 25 y una amistad de más de 17 años

La relación entre el Cheto y los integrantes de La 25 no nació ni con Malas Lenguas ni con La Cheta, sino desde mucho antes: “Cuando los escuché me gustó mucho y comencé a seguirlos por todos lados. Una vez en Córdoba, más o menos en 2002, estábamos haciendo una previa a la vuelta de donde tocaban y el hermano del dueño del lugar nos hizo pasar a la prueba de sonido. Le contamos que viajamos a verlos a ellos y no lo podían creer. En ese momento me dijeron que nunca más iba a pagar una entrada toquen donde toquen, me pidieron mi remera que decía ‘Alberdi Stones’, que la usaron en el show, intercambiamos teléfonos y bueh, nos hicimos amigos”.


La remera del Cheto llevaba años de fama en Alberdi y ya comenzaba a hacerse ver en la capital Tucumana, pero pegó su salto grande en Obras, cuando La 25 presentó un clip en el que Júnior, el cantante de la banda de Quilmes, la tenía puesta. “Fui ese show y me dijeron que me tenían una sorpresa. Cuando la vi, no lo podía creer. Después pase al camarín, ahí conocí al Bocha Sokol, el Corneta de los Gardelitos, la gente de La Mancha, el Fachi de Viejas Locas, el Lobo Cordone, el Máquina Alejandro Giampietri. Compartí muchas cosas con ellos y partidos de fútbol que me invitaron”.


La banda llegará el viernes por la mañana a Tucumán y el Cheto se reencontrará con sus amigos: “Ahora hablaremos y seguramente iremos a almorzar juntos, hay que ver qué les organizaron”.


El Cheto, su actualidad y el futuro de Malas Lenguas

El tiempo pasó y con más de 15 años de banda, la vida de Daniel Carabajal tuvo un vuelco. Hoy en día maneja, junto a su compañero Pablo Brandán, un drugstore en Bolivar y Buenos Aires: “Es un cambio que se dio, son etapas de la vida. Treintón, tenía que asentar cabeza”, relata el papá de Elena (10 años), Evaristo (6) y Eliseo (9 meses). “Con Gabriela (su pareja) y los chicos vamos siempre a los shows. Les ponemos algún protector auditivo y desde la tribuna lo disfrutamos”, agrega.


El viernes, cuando vuelvan a compartir el escenario con la banda quilmeña La 25,  será un show especial. No sólo porque La 25 es una banda emblemática de la movida rolinga nacional, sino porque este recital será el que dará el puntapié para comenzar a girar el disco por el interior de Tucumán y el norte argentino. “Vamos a hacer un show del primer y segundo disco, mezclado. Repasando los clásicos de la banda con algunos temas de ahora. Queremos tocar "Buenas Noches Rock and Roll" mucho, antes de fin de año, acá en San Miguel, Concepción, Alberdi y donde más podamos. Queremos tocarlo por el interior de la provincia. Después hay unas puertas para llevarlo a Salta y Jujuy, veremos, pero primero acá”.


Los años siguen pasando, los músicos crecieron y las necesidades pasaron a ser otras. Aun así, el Cheto tiene bien en claro lo que quiere en su vida: “Siempre voy a seguir haciendo rock and roll”.