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Homenaje a Luis Dorieux: "Es imposible despedir a un grande tan presente"

DE GIRA

Pablo Pacífico recuerda al amigo, compañero de ruta con Los Peces Gordos y uno de los músicos fundamentales para entender el rock: “Maestro, amigo, compañero, músico de varias generaciones, Luisito fue un grande de verdad”. VIDEO

Los Peces Gordos celebraron sus 25 años en el Alberdi en 2018. Un bandón de nuestro rock.





“Acá estamos”, responde Pablo Pacífico apenas recibe el saludo del diario el tucumano. Acá está él, con la voz golpeada todavía, pero acá está, para rendirle homenaje al amigo que se fue de gira eterna, que se fue por allá pero que acá está sigue estando en su música, en sus anécdotas, en los escenarios, en las rutas, en los fines de semana compartidos durante los últimos 30 años: “Es imposible despedir a un grande tan presente”.

Luis Dorieux falleció anoche luego de lucharla a palo y espada durante las últimas semanas. El mundo de la música lo llora y lo despide como el grande que es: uno de los notables, de los fundamentales para explicar a generaciones que le han dado vida al rock en nuestro tiempo: “Hoy lo despedimos con música. Se fue de gira para nosotros. Se lo despide con dolor en el alma por el espacio que deja suelto y al cual se lo cubre nada más con recuerdos, pero a un tipo como Luis, que ha hecho tanta obra, es imposible despedirlo porque está presente. Cuatro generaciones han pasado por su batería: en su despedida había chicos de 15 años hasta de 70. Luis es eterno, inolvidable”.

Las anécdotas junto a Luis son miles: “Imaginate que hemos pasado juntos los últimos fines de semana durante 30 años. Estuvimos juntos más tiempo que con nuestras familias. Recuerdo que lo conocí una noche en un pub de la Corrientes, al lado de María Delirio. Queríamos tocar y él estaba sin tocar: ‘El domingo vengan a mi casa, junto a un par de amigos y arrancamos’. Cuando llegué sentí que estaba en Primera, tocando con los peces gordos de la música. Así quedó el nombre”.

Es en esa casa del Gordo donde buena parte del rock se escribió con una particularidad que recuerda Pablo: “Era el tipo más generoso y humilde que existió dentro de la música. Un maestro, amigo, compañero, músico de varias generaciones. Luisito fue un grande de verdad. Y solamente a las personas como él se les devuelve todo el amor que él dio. Por eso su muerte impactó tanto y llenó de mensajes por todas partes desde anoche. Una anécdota muy linda que tuvimos es nadie se iba de la casa del Gordo con las manos vacías. Te regalaba sus palos, una remera. Si no tenía guita, se quedaba sin palos. Entregaba amor. Tenía un corazón de niño, era caprichoso como un niño e inocente como un niño”.

Durante el tiempo que Luis estuvo internado, músicos amigos quisieron homenajearlo, hacer algo realmente a la medida de Luis: “Está vivo, no lo despidamos todavía. Dejemos que la familia lo acompañe después veremos”, les decía Pacífico, y ahora, o cuando se le cante, empezará a pensar en un homenaje a la altura: “Algo que sirva para dimensionar a una de las banderas de la música popular tucumana, destratado por el Ente de Cultura que ni siquiera ha mandado unas condolencias a la familia, ni siquiera un saludo, ni de parte de su director ni de su titiritera que es Ronit Keter, un detalle más que habla a las claras de lo paupérrima que ha sido esta gestión”.

Luis D’Orieux fue despedido este martes al mediodía: “Se va uno de los padres del rock, uno de los bateristas más emblemáticos, una persona humilde, generosa, una generosidad que solo los grandes de verdad la tienen. Hemos compartido 30 años de gira con Luis. Hoy lo despedimos con canciones. Y sobre el final uno de sus hijos ha pedido una de mis últimas creaciones: “Quién me quita lo bailado”, a la que cambié unas estrofas: “No traten de cambiarme / Yo no quiero cambiar / Yo soy gordo baterista, no quiero cambiar / Siempre llevo la guitarra, siempre estoy preparado / Y si te quitan el rocanrol, quién te quita lo bailado”.