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Instrucciones para votar el domingo

Opinión

En días se define el futuro del país y los ciudadanos serán portadores de un gran poder que conlleva, a su vez, una gran responsabilidad ¿Cómo votar? Una guía práctica para el votante responsable.

Superhéroes votando. (Ilustración de Mike Lukovich)


“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” reza la famosa frase que se le atribuye al tío Ben, el tutor de Peter Parker, el joven que encarna al superhéroe Spiderman. Aunque también hay quienes aseguran que el creador de comic, Stan Lee, tomó esa máxima del último discurso que dio el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt antes de morir. El ciudadano de a pie no cuenta con sentidos arácnidos, ni con la fuerza descomunal de Hulk, ni la capacidad para volar de Superman. No tiene superpoderes, pero tampoco está pintado como los héroes de las historietas. En su condición de ciudadano y dentro de la democracia, su mayor poder es el voto. Eso que todos aprendimos acerca de la democracia en las clases de educación cívica: El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (en las palabras de Abraham Lincoln). O en la entusiasta definición que marcó la vuelta de las urnas al país en la voz de Raúl Alfonsín: Con la democracia se come, se cura y se educa. Y cuando no es así, ahí está el voto, otra vez, para enmendarlo. El voto y las calles, como lo ejemplifican actualmente las luchas populares de Chile y Ecuador. 

Cada oportunidad de votar, es una posibilidad de empoderamiento. Es, además de una obligación en nuestro sistema electoral, una responsabilidad histórica. El domingo, una vez acallados los discursos, los debates y las chicanas entre candidatos, llegará el turno de los ciudadanos de ejercer ese poder. ¿Cómo votar para estar a la altura de las circunstancias? ¿Cuál es el examen de conciencia al que se enfrenta un votante a la hora de entrar al cuarto oscuro y definir su elección? ¿Cómo ejercer el mayor poder con la mayor responsabilidad? A continuación proponemos una serie de lugares comunes en la forma de concebir la política vernácula y preguntas válidas para pensar su voto antes de depositarlo en la urna:

- ¿Cómo está usted y cómo los suyos? ¿Han podido progresar económicamente, educarse, ser, de alguna manera, felices? ¿Este modelo de país se acerca al de sus sueños y sus ambiciones? ¿No? Se sabe que lo personal es político, pero, a su vez, lo político es esencialmente la posibilidad de encontrarse con el otro y de edificar un proyecto en común. Entonces, mire a su alrededor y piense en cómo está su vecino, su compañero de trabajo, la almacenera de la esquina. Piense en los chicos en las escuelas, en los jóvenes que empiezan a remarla en el mercado laboral, en los jubilados y pregúntese: ¿Es este el país que quiere para ellos o es otro? Sepa que no hay meritocracia que valga sin igualdad de posibilidades ni salidas individuales. Piense en el otro. Intente ponerse en sus zapatos. Sea empático.

- ¿Usted es de los que piensan que todos los políticos son iguales? ¿No se ha tomado la molestia de conocer las propuestas de campaña de cada candidato, ni ha escuchado los debates, ni le interesa lo que estos tengan para decir? Entonces, no debería votar o debería votar en blanco. Sería una irresponsabilidad que vote sin saber qué está votando. Sepa que las propuestas son distintas y en ellas se juegan ideas, en algunos casos, evidentemente opuestas. Sepa que su voto es parte de un destino colectivo, que este no le sea indiferente. 

- ¿Usted piensa votar por un candidato por el cual ya ha votado anteriormente? ¿Ese candidato ha cumplido con las propuestas de su anterior campaña? ¿No? ¿Usted cree que esta vez sí cumplirá con lo que prometió entonces o con lo que ha prometido en esta ocasión? ¿Por qué? ¿No siente que, en este caso, las posibilidades de llevarse una decepción son aún mayores?

- ¿Usted es de los piensan votar por tal o cual candidato sólo porque odia a otro candidato? El voto exige un ejercicio crítico y racional antes que pasional. Procure no llenar las urnas con odio, sino con convicción. Piense que ese mismo odio puede volvérsele en contra como un boomerang, cuestión de karma tal como lo postulan algunos credos orientales. Acaso suene un tanto naif, pero ningún proyecto colectivo puede sostenerse en el odio. 

- ¿Usted es de los que repiten ante quien le preste oído que gane quien gane va a tener que trabajar igual? Sepa que esa premisa es válida tanto para usted como para la gran masa de votantes, a menos que haya tenido la fortuna de pegarla con las Lebac y se permita vivir de rentas. Lo concreto es que todos, o casi todos, tendremos que trabajar para edificar el país que pretendemos. Pero es necesario que sepa también que puede elegir en qué condiciones llevar adelante su trabajo. Muchos de los derechos laborales actuales responden a conquistas históricas de los trabajadores. Algunas propuestas de campaña son más favorables para los patrones que para los laburantes. Algunas otras, posiblemente, no sean propicias ni para unos ni para otros. 

- ¿Usted es de aquellos que aseguran que prefieren comer aca antes que gobierne tal o cual candidato? En este caso, es posible que la ingesta periódica de heces haya afectado sus capacidades cognitivas. ¿No es preferible y esperable que todos puedan degustar un asado o buen plato de arroz con pollo? Nadie le va a decir qué comer, pero debería revisar el menú: no coma aca, ni vote en consecuencia. 

- ¿Usted es de los que votan siempre al candidato que lidera las encuestas para no sentirse derrotado con el resultado de los comicios? Entérese que las elecciones no son la tómbola ni un concurso de popularidad. Lo que está en juego es su futuro y el de todos. Actúe en consecuencia. 


El domingo, mientras se sirvan los fideos o lo que haya para compartir en la mesa familiar, no tema discutir de política con los suyos. Sin peleas ni exabruptos, aproveche para intercambiar ideas y para debatir sobre el país que quieren y cuál es el mejor camino para alcanzarlo. Escuche, refute, acepte que puede equivocarse, opine, diga lo suyo. Cuando vaya a votar, lleve su boleta doblada en el bolsillo delantero de la camisa, bien cerca del corazón. Y si no la tiene consigo, busque ese rostro en el cuarto oscuro (si tiene que cortar, corte), póngalo en el sobre y, cuando sea el momento, ingréselo en la ranura de la urna. Si se empaca un poco al entrar no se desespere, dele una pequeña palmadita como quien alienta a un niño a dar sus primeros pasos. Hágalo con felicidad, responsabilidad y convicción. Siéntase poderoso. Haga sentir ese poder.