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Polarización In Extremis

Opinión

A la luz de los debates que se celebraron en la previa de las elecciones presidenciales del 27 de octubre, el abogado y magister en políticas públicas Julio Picabea (h) analiza que la negación de la otredad fue la propuesta de diferenciación de los principales candidatos.

Macry y Fernández, principales adversarios en la contienda del próximo 27 de octubre.


La primera afirmación que debe realizarse es que los debates no cambian sustancialmente el direccionamiento del voto. Asistimos al mismo sesgados por nuestro propio filtro ideológico. En ese sentido, nuestra ideología, entendida como una verdad precientífica, prevalece sobre el desempeño de los candidatos durante el debate. Juzgamos positivamente a aquellos que a través de sus propuestas refuerzan nuestros prejuicios, convicciones personales, o preconceptos políticos. En la mayoría de los casos el debate reafirma nuestro voto.

Lo segundo que debe decirse es que los debates no contribuyen a elevar la calidad de la discusión pública. Sirven a la ciudadanía para conocer el perfil carismático o evaluar la performance emocional de cada candidato. Por ello, se hace muy difícil hablar de “un ganador” del debate. Generalmente, quiénes mostraron mayor solvencia emocional, suelen asociarse como triunfadores de la contienda. Pero esto no tiene nada que ver con la factibilidad de una política pública o programa de gobierno.  

Lo interesante para analizar en ambos debates presidenciales lo marca el tribalismo discursivo. En ambas instancias hemos observado como cada candidato busca fidelizar a su base de apoyo. Un claro ejemplo lo marcan José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión, buscando captar el voto “antipolítica”. En ese sentido, ambos candidatos plantean una visión decadente de la corporación dirigencial (fundamentalmente políticos y sindicalistas) asociándolos con el problema y no la solución a los males del país. Por su parte, Alberto Fernández, le habló siempre al votante peronista; mientras que Mauricio Macri dirigió su discurso al elector antiperonista. Sin embargo, ambos encontraron un punto de coincidencia al menos (o solo) desde lo retórico: mencionaron en reiteradas ocasiones que lo que está en juego son dos modelos diferentes de país.

En consonancia con lo anterior, es importante destacar el afán de profundizar la polarización como estrategia de campaña electoral por parte de ambos candidatos. Se observó a lo largo de toda la campaña. A modo de ejemplo, mientras de un lado reivindican los '70, desde el otro homenajean a los familiares de víctimas de la lucha armada. La negación de la otredad como propuesta de diferenciación.

El debate en la Universidad de Buenos Aires agregó además de todo lo mencionado anteriormente, dos condimentos interesantes: el primero estuvo marcado por la mayor disruptividad de Mauricio Macri y el mayor conservadurismo de Alberto Fernández. Esto es entendible desde la lógica del denominado “Teorema de Baglini”, que reza que cuanto más próximo está uno del poder, más cuateloso debe ser. En ese sentido, el candidato del Frente de Todos, en virtud del resultado de las PASO, se considera cerca de ser el futuro presidente de Argentina. Ello lo obliga a arriesgar lo menos posible.

El otro punto destacable lo marcó el componente innovador en dos propuestas concretas: una expresada por Espert y la otra por Roberto Lavagna. La primera fue la idea de eliminar la coparticipación y que cada provincia sea responsable de sus gastos. La segunda, manifestada por Lavagna, fue la idea de pensar soluciones de política pública para la concentración poblacional en las conurbaciones de las grandes ciudades. El primero un tema de responsabilidad fiscal y el segundo de planificación territorial.

Los debates no cambian sustancialmente el direccionamiento del voto ni elevan la calidad de la discusión pública. Son una instancia que permite a la ciudadanía evaluar el desempeño emocional de cada contrincante. La polarización fue la ley fundamental de ambos debates y de toda la campaña. 


El autor es abogado por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Especialista en Administración Pública de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y Magister en Políticas de la Universidad Austral (UA). Coordinador de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) y docente de la materia “Política Argentina en el siglo XIX y XX” en la mencionada universidad. Presidente de la Fundación Proponer.