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Pasado y futuro de la derecha en América Latina

Opinión

La brutalidad represiva en Chile y antes en Ecuador demuestra que la derecha no está dispuesta a abandonar el gobierno ni renunciar a ningún privilegio, ni siquiera mediante algún cambio gatopardista. Por Antonio Leone.

Violencia en las calles de Santiago de Chile. La foto es de la agencia Reuters.


Lo que está pasando en Chile, lo que aún pasa en Ecuador, demuestra con meridiana claridad que la crisis no es por la inutilidad de algún gobernante, más allá que la voracidad de la banda de saqueadores mató a la gallina de los huevos de oro que siempre fue Argentina.

Es el modelo de capitalismo financiero el que está en crisis, agudizada porque desde el 2008 la élite gobernante del mundo decidió hacérsela pagar a los que menos tienen mediante el recurso de trasladar sus pérdidas a los estados.

Como toda crisis, el desenlace es incierto. La brutalidad represiva en Chile y antes en Ecuador demuestra que la derecha no está dispuesta a abandonar el gobierno ni renunciar a ningún privilegio, ni siquiera mediante algún cambio gatopardista.

En el caso de Chile, la situación se agrava por la ya histórica defección del Partido Socialista, que al igual que sus homólogos europeos, abandonó sus mejores tradiciones de justicia social y abrazó una tercera vía, a todas luces inconducente ya que todo lo que no está contra el poder real y altere la distribución de la renta sólo fortalece a la oligarquía. Además, la represión de la dictadura eliminó los mejores cuadros de izquierda y la constitución pinochetista ahogó al Partido Comunista, no permitiendo una representación equitativa de las fuerzas verdaderamente de izquierda o progresistas.

Chile está viviendo hoy nuestro 2001. La memoria y la experiencia de lucha popular, que ya confinó a cumplir su única función de Defensa de la Patria a los militares, evitó nuevos derramamientos de sangre en Argentina, ya sea apostando a la masividad de las protestas, evitando la confrontación directa o por la crítica pública implacable a todo desvío represivo, de los que hubo intentos en abundancia por parte de una ministra que tendrá que dar numerosas explicaciones en la justicia. También contribuyó a la paz social el recuerdo reciente de un tiempo en el que el gobierno defendió al pueblo del saqueo de las corporaciones y sin duda, la contención social que Macri heredó y que pese a la denigración permanente como planeros o choriplaneros, multiplicó varias veces, triplicando su número.

Hoy, pese a la gravedad y la extensión de la crisis, hay tranquilidad porque el pueblo tiene fundadas esperanzas en que democráticamente cambiará el gobierno. Pero a no confundirse, no habrá tolerancia si hubiera algún fraude o intento de perpetuarse en el poder. Tampoco habrá paciencia alguna si nuestro gobierno no equilibra las cargas y aplica verdadera justicia en la distribución de los ingresos. Como dice Cristina, habrá que ver quién se llevó durante estos años el esfuerzo y el trabajo de los argentinos. Y ahí estarán quienes deberán pagar su propia fiesta.

El tono de la campaña electoral de Cambiemos y los numerosos aprietes bajo la forma de “sugerencias” que recibe nuestro candidato por parte de los actores del poder económico, nos anticipa que serán una oposición feroz, que no están dispuestos a renunciar a canonjía alguna y van a defender con ferocidad sus prebendas. Ninguna concesión les satisfará. Por el contrario, lo verán como una debilidad y cargarán con mayor impulso. Y debilitarán nuestros apoyos y a nuestra base social.
Un enorme desafío del que sin duda, saldremos mejores.