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"¡Hay que demoler un edificio!"

Opinión

El historiador Agustín Haro cuestiona en este columna de opinión el consenso social que se intenta crear en torno a la demolición del patrimonio arquitectónico, utilizando como argumento la tragedia del excine Parravicini.

El ex Banco Francés del Río de la Plata, un emblema de la city tucumana. La foto es de Agustín Haro.


Acerca del valor del patrimonio, la página especializada EVE nos dice:

Los objetos del pasado, representan el medio de comunicación entre las personas que los produjeron o utilizaron y sus actuales receptores, emitiendo mensajes históricos de un enorme valor social. Ese es el valor que denominamos valor simbólico. El problema es que este valor está directamente vinculado al bagaje cultural de la persona que lo percibe, y a la distancia que mantiene el patrimonio entre lo material (el edificio, por ejemplo) y lo que ha significado para la sociedad. Dicho “valor”, presenta un problema añadido, el de poder ser utilizado ideológicamente por la administración de turno, y llegar así a trascender a la sociedad como un valor manipulado, o nulo. Sea como sea, desgraciadamente, siempre hablamos más del peligro que el patrimonio cultural tiene de desaparecer, que de su puesta en valor para beneficio de la sociedad.

La importancia de la arquitectura histórica, el valor simbólico de la misma, hace a la identidad de una ciudad, como nuestro tan vapuleado San Miguel de Tucumán, que entre gallos y medianoches viene sufriendo hace años el asedio de su patrimonio. Fue muy valorable y hermosa la lucha que se realizó por la Casa Sucar (hoy Museo de la Ciudad), también sería loable una lucha de igual manera por los inmuebles que comprenden la zona de Virgen de la Merced y Mendoza, el recientemente tapiado caserón de esa esquina es uno de los pocos pulmones verdes que le queda al centro con ese inmenso jazmín magno ¿se imaginan un Archivo Municipal ahí? Sería fantástico. El antiguo hotel La Vasca al frente, ¿no se podría hacer un emprendimiento de capitales municipales y privados para lograr una hostería de calidad? Tanto que buscamos fomentar el turismo. Esos techos altos y espacios frescos, un pulmón verde de patio (que creo que ya depredaron)...Mantener lo simbólico, renovarlo y darle una utilidad pública.

No menciono acá el caso de la demolición de la casa del ex-gobernador Miguel Campero para poner en su lugar una sucursal de un famoso y caro gimnasio céntrico. ¿Que importa? Dirán algunos. “Es una casa vieja”, “Son edificios viejos”, después vienen las quejas por falta de servicios o vemos como a diario nos revientan las cloacas en las narices por una pésima planificación. Nos vamos para arriba, buscamos tocar el cielo con grandes edificios, y nos olvidamos de nuestra esencia con un desinterés tan alarmante como nuestro cuidado por el medio ambiente.

Por eso luchamos quienes nos interesamos por ésto, por eso lanzamos editoriales, por eso nos manifestamos, buscamos una revalorización, una toma de conciencia. Y sin embargo todo parece tan pequeño cuando leemos cartas de lectores como las del 18 de diciembre que, bajo el título "¡!Hay que demoler un edificio!", se pide a gritos en el diario de mayor circulación de la Provincia reducir a escombros otro edificio.  

La reciente noticia que la Caja Popular pidió permiso para demoler el terreno donde se encuentra el antiguo Banco Francés (San Martín 730), despertó una honda preocupación entre los sectores dedicados a la protección del patrimonio, desde la Comisión de Patrimonio de la Provincia hasta nuestro colectivo Grupo Tucuman en Fotos. Un solar abandonado, dejado al abandono mejor dicho y que comenzó a mostrar rasgos de preocupación una vez ocurrida la tragedia del Parravicini. Un solar magnífico.

En la carta del lector, bajo el título “¡Hay que demoler un edificio!” se pide encarecidamente la demolición para conceder “la mejor noticia del año”, siendo “lo mejor que nos puede pasar”, no mereciendo ser un resguardo patrimonial porque su vereda angosta entorpece a los transeúntes que caminan por la city tucumana. Se pide con mucha soltura la ampliación de vereda y hasta la creación de una plazoleta, criticando a la Comisión de Patrimonio al afirmar que ellos tendrían que velar por el interés de quienes caminan por esa zona. Finalmente como un grito de manifiesto este lector afirma “¡Urgente la demolición y ampliar la vereda, ya!“. Ahora pregunto, ¿y la plazoleta? Bueno, si se hace bien…sino tendremos otro hermoso terreno baldío para ornamentar la cuadra.

Duele, duele muchísimo leer esas actitudes, replantea mucho del trabajo que se está haciendo ¿nos quedaremos solo como un espacio donde digamos en unos años? “Mirá que linda casa que había acá”, “Como extraño el árbol de la cuadra, nos daba tan linda sombra” y muchos comentarios más que se me ocurren. A veces es un sentir colectivo el pensar estamos como nos merecemos y tenemos los que nos merecemos, ¿estará en nuestra idiosincracia como tucumanos tirar todo lo que nos parezca antiguo? Eso dice mucho de nosotros, las representaciones y lo que nosotros pensamos sobre estos temas dice mucho de nosotros como sociedad. ¿Cuál es el rol que le damos a la historia? ¿que historia? ¿que hacemos? ¿que estamos haciendo? Hoy todo es silencio mientras los grandes medios abren este abanico de posibilidades. ¿Seguiremos defendiendo nuestro patrimonio? Seguramente, al mismo costo que lo hacemos ahora y contra viento y marea.

Mini bio del autor: Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Alumno admitido del Doctorado en Humanidades (UNT) y director de Revista Historia para Todos. 

Agustín Haro

Licenciado en Historia (UNT). Docente del Instituto Vocacional Concepción Alumno de la Maestría en Historia Pública y Divulgación de la Historia.