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El fenómeno Bolsonaro

OPINIÓN

Presidente de la Fundación Tucumán Propone y docente de Política Argentina en UNSTA, Julio Picabea (h) analiza la popularidad del candidato brasileño de ultraderecha y porqué podría ser ungido como el nuevo presidente de Brasil.

Jair Bolsonaro. (Crédito: El Universal)


Nuestro vecino país y principal socio comercial, la República de Brasil, se prepara para definir quién será su próximo presidente. Llegan a la instancia de balotaje el ultraderechista Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal Brasileño (PSL); y el izquierdista y ex alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, quién se postula por el Partido de los Trabajadores (PT). Si tuviésemos que hacer un pronóstico basándonos en la experiencia electoral de años anteriores, tendríamos que afirmar que Bolsonaro será el próximo presidente de Brasil, ya que, en las últimas cuatro elecciones presidenciales (2002, 2006, 2010 y 2014), el candidato que ganó en primera vuelta siempre triunfó en el balotaje. No obstante eso, es el electorado de Brasil quién tiene la última palabra.

Existen 3 dimensiones que podrían explicar la aparición en la arena electoral de Brasil del aberrante fenómeno Bolsonaro: la crisis de la representación; el hartazgo de la sociedad civil con el delito; y la utopía retrospectiva. La primera de estas dimensiones refiere a la crisis de la política tradicional que se vive en las democracias occidentales, y que involucra lógicamente a la dirigencia tradicional y a los partidos políticos. En ese sentido, Jair Bolsonaro se proclama como la “antipolítica” y pretende ser la superación al fracaso de la política como instancia de articulación de las relaciones sociales y económicas de una comunidad; una especie de racionalidad distinta de la política para salvarnos de los males de la política.  En esa misma línea, se podría mencionar al Presidente de EE.UU Donald Trump; al Jefe de Gobierno Austriaco, Sebastián Kurz; y al Primer Ministro Italiano, Giuseppe Conte; todos con un discurso antipolítica, siendo además los dos últimos surgidos de movimientos antisistema. En Brasil, los males de la desigualdad social y la corrupción estructural (dos de los principales problemas de América Latina según el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo), han llevado a la sociedad civil a buscar una salida basando su voto en una dinámica del odio: voto para no legitimar la corrupción o voto para no legitimar el neofascismo. Sin lugar para lo programático, la sociedad esta polarizada.

La segunda dimensión está marcada por el miedo y el hartazgo de la sociedad brasileña con el delito. La delincuencia es una problemática multidimensional que atraviesa a todos los países de América Latina. Decimos que es multidimensional ya que si trabajásemos sobre un “árbol de problemas” podríamos observar la multiplicidad de causas que anteceden a dicho fenómeno; pobreza, déficit alimentario y habitacional, falta de acceso a servicios de salud y educación, falta de empleo. etc. En Brasil, durante 2017 hubo 63.880 homicidios (30,8 víctimas c/100.000 habitantes), lo que equivale a 175 homicidios por día; mientras que en el estado de Río de Janeiro, en lo que va de 2018, ya hubo 5.000. El avance del delito y la incapacidad de la dirigencia política tradicional para hacerle frente, es otro factor que alimenta la dinámica del odio en el elector brasileño. En esa línea, Jair Bolsonaro no solo prometió mano dura contra la delincuencia, sino también expresó que facilitará el porte de armas por parte de la ciudadanía.

La última dimensión es la utopía retrospectiva ¿Qué quiere decir esto? Es la idea del sector más conservador de la sociedad brasileña de volver a un paradigma social ajeno a la revolución actual de las costumbres; una sociedad que no tolera la homosexualidad, que no quiere discutir el aborto, ni permite el nuevo modelo de familia. Este sector encuentra en Bolsonaro el camino hacia ese pasado de una ilusión.

Estas tres dimensiones analizadas parecerían explicar la lógica en la elección de las preferencias electorales por parte de la ciudadanía brasileña. En términos del periodista y analista Carlos Pagni, el candidato Bolsonaro representaría “un proyecto no de distorsión o desviación de la democracia, sino de cuestionamiento a la democracia como sistema”. Sería una especie de fenómeno antidemocrático que llega al poder por la vía de la democracia. Habrá que ver cómo repercute este ultra conservadorismo político y modelo económico proteccionista, sobre el resto de la región.


Julio Picabea (h)
Presidente de la Fundación Tucumán Propone
Docente de Política Argentina en UNSTA.A