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Cuando el susto manda

opinión

Tras una semana caótica para la economía argentina, dónde el peso se devaluó más del 100% desde comienzo de año, el gobierno recalcula medidas para poder trabajar en el mayor problema: la incertidumbre y la falta de confianza en la política económica.


La economía terminó el mes de agosto contra las cuerdas, pidiendo la hora. La magnitud de la devaluación fue muy significativa:

- Julio: baja de un 5% en la cotización del dólar
- Agosto: devaluación del 35% del peso

Esto llevó a la desvalorización de la moneda argentina al 100% desde que comenzó el año. Es la moneda que más se devaluó de los mercados emergentes. A esto se suma el incremento del riesgo país, indicador de la percepción de que Argentina pueda incumplir con las obligaciones financieras. Es decir, caer en una situación de cesación de pagos.

Los problemas que se derivan de esta situación son:

- Aceleración de la inflación
- Freno a la inversión interna y externa
- Pérdida del poder adquisitivo
- Caída de la reputación internacional
- Aumento de la incertidumbre porque parece que la economía se descontrola

En 48 horas, el dólar subió 10 pesos. El Banco Central intervino fuertemente: vendiendo reservas internacionales, subiendo las tasas de interés y los encajes bancarios (la inmovilización de los fondos de los bancos), con el objeto de quitar fuerza a la expansión monetaria para desalentar la demanda de dólares y las presiones inflacionarias. Ante esta circunstancia, el gobierno debe recalcular la política económica. Se ve obligado a acelerar el proceso de reducción del déficit fiscal para dar señales de solvencia.

Todos estos sacudones que mostraron las variables financieras van a impactar en la economía real, es decir en los sectores productivos. La reducción del déficit fiscal no se da por convicción, sino por necesidad: la idea original era seguir financiando los desequilibrios mientras se pueda.


¿Qué se viene?

- El gobierno reducirá los plazos para alcanzar el equilibrio fiscal. En lugar de lograrlo en el 2020, tratará de que sea en el 2019. Esto implica recortes en el gasto público y refuerzos por el lado de los ingresos. En este punto, volverán las retenciones al sector agrícola con el fundamento que la devaluación mejora la rentabilidad de este sector.

- Se acabó con el gradualismo fiscal, es decir, la reducción paulatina del desequilibrio fiscal, que hasta ahora se había financiado con deuda. La suba de tasas de interés en Estados Unidos y un clima internacional más adverso para los mercados emergentes implicaron que se encarezca el endeudamiento para estos países.

- El gobierno suponía que el acuerdo con el FMI traería una mejora en la credibilidad de la política económica, pero no fue así. El contexto internacional complicado y el desequilibrio fiscal (condicionado a negociación política) elevaron el riesgo país. Esto produce que sea más difícil tomar deuda.

- Las medidas no son tomadas por convicción, dado que las proyecciones del gobierno no contemplaban un cambio tan abrupto en las condiciones externas. Ahora, la única forma de evitar que el peso siga devaluándose es trazar un sendero creíble de solvencia fiscal. Asimismo, se suma el ruido político. Los tenedores de títulos no están seguros de la reelección del presidente Mauricio Macri y eso es un factor adicional en la confianza.


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