Top

Vení que te explico

Opinión

"Había algo que me enervaba de ciertos comentarios de mi padre, mis profesores, mis parejas. Por eso sentí ganas de gritar de la emoción cuando escuché por primera vez la expresión mansplaining", dice Ana Vázquez en esta columna de opinión.


Una de las cosas que más le agradezco al feminismo es haberme dado un espacio de contención, un lugar en el que al fin pude encajar, ya que desde chica me la pasé en el borde de lo convencional. En el intercambio con mis compañeras descubrí, también, muchas prácticas tan arraigadas en la sociedad que difícilmente eran reconocibles para mí, aunque sí me molestaban. 

Había algo que me enervaba de ciertos comentarios de mi padre, mis profesores, mis parejas. Por eso sentí ganas de gritar de la emoción cuando escuché por primera vez la expresión mansplaining. Fue una pieza que encajó justo donde me faltaba conciencia. Este neologismo es la suma de dos palabras en inglés: “hombre” y “explicar”. Se refiere al acto de exponer un tema hasta el cansancio, hasta la obviedad; explicar como bandera; es ese uso y costumbre de aquellos hombres heterosexuales que creen ser la enciclopedia más completa del universo (por ser machos y por ocupar desde hace siglos el rol protagónico en las esferas de lo público).

¿Te pasó que tu ginecólogo (varón) te dijera que tal cosa no debía dolerte, cuando nunca tuvo cuerpo de mujer? ¿Te tocó lidiar con compañeros (varones) con menor experiencia pero con mejores ideas de cómo hacer tu trabajo? ¿Tus amigos (varones) te tiran la posta acerca de la mejor manera de enfrentar situaciones de acoso? Sí, seguro que sí y está muy bien que nos enoje.

Vuelvo al principio y retomo lo invisibilizadas que están muchas conductas machistas, en personas de cualquier sexo y género (todxs crecimos en un mundo heteropatriarcal y deconstruirnos es un trabajo duro que hay que sostener a diario). Quizás nos digan que las mujeres siempre nos estamos quejando, que exageramos, pero para dar las mejores respuestas está el humor.

Algunos proyectos de comunicación nos muestran, en el recorte crudo de la realidad, lo grave, hartante y repetitivo que puede ser ese impulso de pasar por el filtro masculino cada aspecto de la vida. Aún lo que está fuera del cuerpo, fuera de la experiencia y fuera del universo de sentido del hombre heterosexual. Por ejemplo, en la cuenta de Instagram “Charlas con Raúles”, entre muchos fragmentos de chats, aparece uno en el que un Raúl se niega a continuar con la conversación a menos que su interlocutora escuche lo que es para él el feminismo.

Lo que pasa es que un Raúl cree que está capacitado para mansplainear absolutamente todo. Un Raúl te va a discutir hasta el cansancio que el patriarcado no existe, que el sometimiento hacia las mujeres tampoco, que él cocina y “ayuda” en la casa. Pero te lo va a explicar desde un púlpito imaginario. No hay que ser un Raúl. Raúl es el viejo que le grita a la nube.


Mini Bio Ana Vazquez: Interesada en el ir y venir de las personas. Esclava de dos gatos. Fascinada con el feminismo. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Todavía viendo hacia dónde va.