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Putean Macri, señal que naufragamos

OPINion

El cántico en contra del presidente que nació en los estadios de fútbol se ha vuelto viral y amenaza con convertirse en un mensaje de malestar social.

Mauricio molesto. Foto tomada del Facebook de Nicolás Núñez


¿Qué argentino en su sano juicio no ha soñado alguna vez con escuchar su nombre replicado por miles de gargantas sonando al unísono en una cancha de fútbol? Es el sueño que sueñan los changuitos cuando patean una pelota en el potrero del barrio y el sueño que sueñan, ya de grandes, los oficinistas que se reúnen en el picado de los martes. El sueño del delantero estrella de Contadores E, del  chofer de la línea 118 y, por qué no, también de la almacenera de la esquina.  Esa canonización popular es un privilegio de muy pocos; un panteón reservado a unos cuantos que, a partir de esa instancia consagratoria, bien pueden inflar el pecho y sentirse ídolos; al menos durante el tiempo que suene la canción. Como los hits que se escuchan en la radio, esa glorificación musical puede ser fugaz como el ídolo del momento, o bien gozar de una salud perpetua a lo largo del tiempo. Para ejemplo basta un Maradona: el Diegoooo, Diegoooo… suena cada vez que el hombrecito pisa de nuevo una cancha. O incluso sin él. Se sabe que cuando la selección nacional no juega como le gusta a la gente, de las tribunas baja ese canto como una queja insidiosa. 

¿Qué pasa cuando ese canto no es precisamente un canto festivo o laudatorio, sino todo lo contrario: una canción de protesta? Este es el caso del cada vez más popular adagio que reza: “Mauricio Macri, la puta que te parió”; canción a la que ya se nombra como el hit de este verano. El origen del canto en contra del presidente puede rastrearse en el partido que jugaron hace un par de semanas San Lorenzo de Almagro y Boca Juniors en el Nuevo Gasómetro. La motivación fue clara: ante una serie de fallos arbitrales que perjudicaron a San Lorenzo, los hinchas comenzaron a insultar a Macri cuya figura está asociada a Boca; club del cual fue presidente durante su etapa deportiva más exitosa. La lógica del hincha es transparente: los árbitros, el presidente de la AFA y también el de la Nación son parte de una misma conspiración para que Boca resulte campeón del actual torneo. Polémicas futboleras aparte, lo concreto es que, en poco tiempo, como quien enciende una chispa que se hace fuego y luego incendio, el canto comenzó a sonar también en otras canchas como las de River, Huracán, Racing, entre otras. Incluso se escuchó en algunas canchas de básquet. Es decir, lejos ya del contexto y de la motivación que le dio origen.
 


No conforme con volverse habitual en el soundtrack de los estadios, la canción adoptó la forma de una rica variedad de memes y de videos que no tardaron en volverse virales. Y todos sabemos que, actualmente,  la viralidad es también una forma de canonización para esa consigna corta y contundente de tan sólo un puñado de palabras que ahora suena como una especie de mensaje subliminal en todos lados y que nos recuerda a la madre del presidente, injusta víctima colateral de los dardos lingüísticos dirigidos a su hijo. La canción que ya adoptó múltiples géneros y formatos, circula como cumbia, como coro, como breve obra para piano, entre otros. Todas expresiones que nada tienen que ver con la liturgia futbolera y que parecen manifestar una queja que excede al ámbito del deporte. La pregunta es: ¿Se ha transformado el “Mauricio Macri la puta que te parió” en un mensaje político? ¿Se trata de una fórmula que expresa el descontento y el malestar social por las políticas del gobierno?





Consultados recientemente al respecto, el sociólogo Pablo Alabarces y el escritor Martín Kohan han coincidido en descartar que se trate de un fenómeno con motivación política, sino que, aseguran, se trata de una expresión que reduce su acción a la cultura futbolera como una forma de descalificar a Boca, o bien de condicionar los futuros arbitrajes en su contra. Lo concreto es que el canto parece haber hecho bastante ruido. Tal es así que desde el gremio de los árbitros plantearon la posibilidad de suspender los partidos cada vez que el canto anti Macri se haga presente en los estadios, aunque luego esto fue desmentido por funcionarios del gobierno como el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, para quien una medida de este tipo no era atinada, ya que iría en contra de la libertad de expresión. Ciertamente, en un ámbito como el del fútbol argentino donde las canciones de cancha no se ajustan a ningún tipo de corrección política, sino todo lo contrario, ya que ahí son monedas corrientes los cantos xenófobos, homofóbicos, misóginos y violentos, parece haber consignas que resultan mucho más censurables que aquellas que atentan contra la imagen presidencial. Por otra parte: ¿es posible acallar con un bozal disciplinario a las expresiones populares? La respuesta más lógica es que no. 

Mauricio Macri es un hombre del fútbol. No sólo por su pasado como dirigente de Boca, sino por un presente en el que no ha dejado de desplegar su singular humor con referencias futboleras ante mandatarios de otros países, quienes han respondido casi invariablemente con gestos de desconcierto ante estas ocurrencias. Está claro que su gestión exitosa al frente de uno de los clubes más populares de todo el país ha catapultado en otros tiempos su carrera política. La pregunta es si puede entonces ahora esa misma esfera, la del fútbol, deslegitimar su poder y hacerlo tambalear. Seguramente, ni el más optimista de los opositores se animaría a validar una hipótesis tan poco comprobable como esa. Sin embargo, no es menos cierto que hubo quienes especularon que si la selección Argentina no clasificaba al mundial de Rusia, el malestar social se llevaría puesto al gobierno. Sonó en su momento como una hipótesis hiperbólica y delirante, pero sonó y cuando suena dicen que es porque agua trae ¿no? Lo cierto es que, con la tan poco agraciada inclusión de su nombre en el cancionero futbolero, es posible suponer que la principal derrota del presidente se haya producido en su fuero interno al alcanzar la canonización  popular para volverse, en el mismo acto, impopular. ¿Acaso no soñó Macri como sueña el changuito del barrio, el delantero de Contadores E, el  chofer de la línea 118 y la almacenera de la esquina de mi casa; con que su nombre fuera coreado por una hinchada fervorosa para sentirse así colectivamente amado? El “Mauricio Macri, la puta que te parió” puede leerse como una bofetada hiriente a sus ilusiones. Pero también como un mensaje que vale la pena atender y que es aquel que parece decir, parafraseando al romántico  hidalgo de La Mancha: “Putean Macri, es señal que naufragamos”.