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¿Qué hacía un cavernícola en el microcentro tucumano?

Sorpresa en la ciudad

La presencia de un sujeto primitivo esta mañana en el centro de la ciudad causó estupor entre los transeúntes ¿De dónde salió? ¿A qué vino? ¿Cómo lo trataron los tucumanos? ¿Qué hizo la policía? Las respuestas para revelar los hechos de una jornada atípica.

El sujeto primitivo que se robó la mirada de todos.





El cielo era de un gris plomizo y las nubes cargaban con la promesa de una lluvia inminente que era la esperanza de los vendedores de paraguas, agazapados, como siempre, en las peatonales, aunque cautelosos en su espera. Después de todo, podía ser puro amague nomás, como aquellas precipitaciones de inversiones que nunca llegaron. A eso de las diez de la mañana, sobre la calle San Martín, la arteria principal del corazón de la city, los autos se abarrotaban en lenta procesión, los tahúres de la timba financiera iban por el segundo café de la jornada y un hormigueo incesante de gente colmaba las veredas mascullando sus penas de lunes. Ajenos al traqueteo citadino y su sinfonía caótica; concentrados en trámites, boletas impagas y pendientes, no pudieron más que reaccionar con estupor ante la inusual presencia: un sujeto semidesnudo, apenas ataviado con el traje animal print característico de los hombres cavernarios, inspeccionaba con curiosidad de otro tiempo esas grandes bolas amarillas que los taxistas tucumanos tanto odian.  La sorpresa se apoderó de los transeúntes que entonces se preguntaron lo mismo que se estarán preguntando ahora ustedes: ¿Quién es el sujeto primitivo y qué hacía ahí?

No sólo intentó sin éxito despegar del asfalto la pesada bolarda de la San Martín, sino que también recorrió las peatonales, se trepó a un árbol y, cuando empezó a correr por detrás de un camión de caudales, su carrera fue interrumpida por agentes de la ley que, al ver que no tenía bolsillos, no le pidieron documentos. ¿Quién es entonces este extravagante ser que conmocionó la mañana? Quizás lo conozcan de papeles como el candidato que quiso poner aires acondicionados en las calles tucumanas o como la leyenda del socket, pues se trata, nada menos y nada más, de Pablo Latapie, el reconocido actor tucumano encarnando otro de sus ilustres personajes a quien, a falta de mejor nombre, se ha decidido a bautizar como “Primitivo”: “No sé si es cavernícola… es más bien primitivo. Es un sujeto que no sabe bien por qué vive, él no eligió nacer, nació y ya está ahí, está en un lugar donde capaz no tenía que estar. Debe ser un homo sapiens, pero él no lo sabe”, reflexiona el actor después de casi doce horas de rodaje y agrega en el mismo tono filosófico: “Está bueno no saber mucho, por ahí para improvisar conviene vaciarte de información. Cuando la pensás, no la hacés. Él está en esa etapa, ve un árbol y se sube, escucha una canción y la baila”. 



El microcentro tucumano se convirtió en el escenario del laureado actor y en el hábitat del particular personaje. La filmación arrancó desde muy temprano a las siete de la mañana, pero a Latapié le llevó un tiempo adaptarse al entorno hasta quedar desprovisto de sus ropas de ciudadano de a pie para caracterizarse como Primitivo: “Algo muy loco que me pasó hoy es que no sabía cuándo convertirme. Iba con una campera, un buzo, unos jeans y cuando pasé por la peatonal  había una señora cantando y el cuerpo empezó a llamarme y  entonces aparecí con el vestuario del sujeto primitivo que consiste, básicamente, en taparse las partes íntimas”. Pero muchos se preguntarán de qué se trata la nueva producción que se encuentra protagonizando el popular actor. Por el momento, Latapié prefiere no adelantar demasiado, pero se trataría de una publicidad. Acaso aún no lo sepa porque quien habla es el actor, pero también un poco el personaje, por eso aclara: “Primitivo no tiene un pensamiento binario y contaminado como nosotros, es como un chico. Los chicos no piensan en cómo van a jugar, juegan”

¿Cuál fue la reacción de los tucumanos y tucumanas que se cruzaron con el sujeto primitivo? El que responde es Latapié: “Las personas que me conocen me saludaban y las que no, estaban como que no entendían bien qué onda”. Aunque la mayoría de los caminantes circunstanciales, después de superar la sorpresa inicial, reaccionaron con alegría, los problemas surgieron una vez que intervinieron los agentes del orden: “Vinieron unos señores de uniforme y no me dejaron correr un camión de caudales que estaba en un lugar de prohibido estacionar. Después, me quise subir en una garita de la peatonal para ver el horizonte y vino una chica policía y me bajó. Primitivo cumple con cánones antisociales. Si te subís ahí para buscar a tu hijo, no te dejan, creo que ese contrasentido está en todes”. 

A pesar de estos pequeños inconvenientes para nuestro sujeto primitivo, el recorrido por el microcentro terminó de la mejor manera cuando, al llegar a un bar de la city, un parroquiano que no conocía le invitó un café. Al recordar aquel episodio, el actor reflexionó que si iba como Pablo Latapié, lo más probable es que lo hubieran obligado a pagar el café. Luego, continuó elucubrando: “Me pareció una mañana muy buena, la gente en general reaccionó muy bien. Igual, no me interesaba si agradaba o no agradaba, no era una cuestión hecha para complacer, sino para investigar hasta dónde llega esta acción feliz. Una acción feliz ya tiene un sentido, el hombre sólo quiere ser feliz y para eso hay que romper con muchos cánones sociales, posiblemente con todos, y la única manera de hacerlo es volverse primitivo”

Lo que le sorprendió a Latapié y acaso también al sujeto primitivo es que el hombre que le invitó el café no se haya quedado a compartirlo con él. De nuevo, su tono es filosófico para sentenciar: “¿Dónde estaba la felicidad? En mí en ese momento sí existía, pero el hombre se fue, me parece que atormentado con él mismo… mucha realidad por ahí capaz que hace mal”.