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De Aguilares a Japón: "Tanque", el hincha más feliz del estadio

Historias de acá

El tucumano Julio César “El Tanque” Varela viajó más de 17.500 kilómetros para presenciar el debut de Los Pumas ante Francia en el mundial de rugby de Japón. Cantó el himno vestido de gaucho en el estadio y se emocionó hasta las lágrimas: “Por estar acá ya me siento campeón del mundo”. Fotos y video.

Julio César en la previa del debut de Los Pumas en Japón.





“El Tanque”, como lo conocen todos en Aguilares desde sus días como apertura de Aguará Guazú, viajó durante 23 horas: de Tucumán a Buenos Aires, de Buenos Aires a Miami, de Miami a Dallas, de Dallas a Tokio. Recorrió más de 17.500 kilómetros hasta otro hemisferio del globo terráqueo movido por su pasión por el rugby y un sueño largamente soñado: cantar el himno en el Estadio Ajinomoto de Tokio para lo que fue el debut de Los Pumas ante el seleccionado de Francia en el mundial de Japón. Llegó tres horas antes al estadio vestido con un sombrero negro, bombacha gaucha y un poncho celeste y blanco con la sigla ARG en el pecho. Mientras sonaban las estrofas de la canción patria, las cámaras de televisión lo tomaron en las tribunas y la imagen viajó hasta las pantallas en Aguilares donde su familia madrugó con la ilusión de verlo. Minutos después, Julio César “El Tanque” Varela, rompió en un llanto incontenible y emocionado. 

Suena exagerado y, aunque resulte incomprobable, Julio César está convencido de que entre las más de 68.000 personas que asistieron al partido entre el seleccionado argentino y el de Francia, él fue el más feliz de todos tras el himno y las lágrimas emocionadas: “Por estar acá ya me siento campeón del mundo. En el estadio había casi setenta mil personas y te juro que yo era el más feliz. Mi sueño era cantar el himno en Tokio y de bonus salí en la tele”. Acá, en Tucumán, son las 23 del sábado del día de la primavera y allá, en Japón, son las once de la mañana del domingo y “El Tanque” acaba de levantarse. La de ayer, fue una jornada plagada de emociones y no hay jet lag que lo detenga: “Después del himno, me agarré la cara con el poncho porque no podía parar de llorar. Es una locura, si sos apasionado por esto es como tocar el cielo con las manos”. 

El sueño de viajar al mundial de rugby empezó hace dos años cuando “El Tanque” fue hasta Nueva Zelanda para vivir la gira de los British and Irish Lions, el equipo de rugby que reúne a los mejores jugadores de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. De ese viaje, el primero que hacía fuera del país para ver el deporte que tanto ama, le sobraron 150 dólares, entonces se dijo que ese sería el comienzo de su ilusión de seguir a Los Pumas en Japón. Fueron dos años de ahorros y privaciones, con la crisis económica del país que no ayudó, pero hace más de 200 días atrás que ya tenía los pasajes y se mandó solo. “Muchas veces te privás de cosas para hacer algo así, pero te juro que valió la alegría. Me vine sin tener portón en mi casa, pero no importa”, cuenta entre risas el profesor de educación física de 39 años. Sin el apoyo de su madre, su esposa y su hija, que siguen sus pasos en Japón desde Aguilares, esto no hubiera sido posible, aclara. 


Al llegar a tierras orientales vivió un episodio curioso. Al hacer los papeles necesarios para ingresar a Japón en la oficina de migraciones, le dieron una planilla con distintos ítems escritos en inglés en los que tenía que contestar yes o no, él le puso yes a todo. Acto seguido, los oficiales del aeropuerto lo separaron y se dio cuenta que había cometido un error. Por suerte había un español en el lugar que lo ayudó a aclarar el malentendido: “No sé si puse que llevaba bombas o algo así. Si me pasaba en Estados Unidos todavía estoy guardado”.

Lo primero que lo sorprendió del país oriental fue el respeto y la amabilidad de los japoneses: “No sabés de cordiales y cálidos que son ellos, se acercan y te preguntan qué necesitás. No hablan mucho inglés, pero andan con la aplicación del traductor en el teléfono. Te saludan de lejos, pero son muy amables. Cuando le pregunto algo a alguien se desviven para explicarme”. Tan buenos anfitriones son los japoneses que unos jóvenes lo acompañaron a lo largo de siete cuadras hasta que encontró el restaurante de comidas rápidas que buscaba.
 

También se ha admirado por las diferencias culturales y de costumbres. No puede usar zapatillas en el hotel y en los semáforos, por más que no haya un auto a varios kilómetros, los peatones cruzan recién cuando la luz se pone en verde. La limpieza de Tokio y los grandes edificios también le llamaron la atención: “Acá no podés sonarte la nariz en la calle porque es una falta de respeto. Besarse en público también está mal visto”.

En cuanto a lo que fue el partido de Los Pumas, el tucumano se lamentó por el resultado: “Es una lástima. Erramos ocho puntos con los pies y eso nos costó el partido”. Sin embargo, asegura que las esperanzas siguen intactas. También dirá presente en el estadio cuando el seleccionado se enfrente a Tonga y a Inglaterra. Tiene pensado viajar en el tren bala y recorrer ciudades como Kioto, Hiroshima y Osaka. Destacó el clima que se vive en los estadios a la hora de los partidos, las previas en los alrededores con hinchas de todos los países y con los anfitriones que, al verlo llegar con la camiseta de la selección argentina de fútbol, le gritan “Messi” o “Maradona”. “El ambiente que se vive es tremendo. Con la gente que te encontrás parece que sos amigo de toda la vida. Es impresionante, muy lindo”, explica. 

“Para lo que queda del mundial espero seguir disfrutando y conociendo la cultura. Mi meta es esa, seguir disfrutando, haciendo momentos inolvidables, como digo yo,  y que ganen los Pumas”, reflexiona desde la tierra del sol naciente donde espera seguir sorprendiéndose a cada paso y gozar de lo que más le gusta: el rugby. 

Mirá el momento en que lo tomaron las cámaras de TV: