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San Martín, luces y sombras de un equipo que sigue en construcción

ANÁLISIS

El Santo fue ampliamente superior en el primer tiempo, transformó al arquero de Chacarita en figura y pecó por su falta de contundencia. Durmió en el complemento y encontró el empate cuando se quedaba sin nada. Mercier, Gonzalo y los nombres que pesan en este nuevo camino.

Mercier no tuvo una buena noche. Foto Prensa Chacarita.





El frío de la noche bonaerense cala en los huesos, pero Orsi está caliente: declara sin sonrisas, valora, critica, pero deja la cancha de Chacarita con ese sabor tan desagradable que genera lo que hubiera podido llegar a ser y no fue. Que no alcance el punto para inflar el pecho de uno de los técnicos es un síntoma positivo de que el hombre sabe dónde está, adónde ha llegado a dirigir con su compañero de aventuras y que sobre todo, como dice la canción, para ser campeón hoy hay que ganar, había que ganar.

Como local, hasta el momento, San Martín ha demostrado en este puñado de partidos que es dueño absoluto de los trámites del encuentro. Como visitante, luego de la mala tarde en Junín, esta noche es el mismo equipo pero con otra actitud desde el arranque del encuentro. San Martín ha sido absolutamente superior en el comienzo del juego volcándose hacia la sociedad compuesta por Diarte y Brandán.

Pons estuvo encendido y ha ganado todas las pelotas que le han tirado: la primera fue un cabezazo milagroso que sacó Trípodi, la figura de la cancha. Y hacer figura al arquero del local es otro síntoma saludable de esta versión mejorada lejos de Ciudadela. Mucho tiene que ver el propio Pons, arengador nato en esto de ir al frente y ganar de nuevo la que había que ganar para que Gonzalo Rodríguez se tire en el aire para poner el empate.

Turbo, señores, cada día juega mejor. La dupla técnica lo ha recuperado: a la ovación recibida en casa, GR7 le ha sumado desborde y gol esta noche hasta que no dio más. Y aquí los sueños de ascenso empiezan a recibir las primeras alarmas: ¿qué pasa cuando San Martín se queda? ¿Hay que dosificar el ritmo? ¿Qué pasa cuando el buen juego no se cristaliza en las redes? ¿Hay que bajar un cambio y dormir el juego?

Mercier fue una sombra esta noche después de las luces que habían iluminado el camino desde que llegó: Chacarita propuso un nivel de juego de palo y palo y Juan Ignacio ha quedado con la lengua afuera y hasta siendo cómplice involuntario en ese cruce al cual no llegó y derivó en el desvío para la apertura del marcador.

A la falta de pausa en el mediocampo y a la falta de contundencia que tuvo San Martín en los pies de Castro (y de suerte, como el tiro de Nico en el palo), la dupla intentó suplirla quemando las naves desde temprano, sin tiempo para especular mucho más cuando Chacarita duerme a San Martín en el complemento y se pone arriba en el marcador.

Ahí es cuando aparece Mosca y cuando Ramiro Costa se relame porque sabe que una le va a quedar: entonces el guiño divino manda una señal con cuerpo de Rivero, se manda una burrada a los 14 segundos de haber ingresado y penal para Ciudadela con todo lo que eso significa después de los penales: Ramiro se hace cargo de una pelota que quema ante el arquero que brilla, pero lo fulmina desde los 12 pasos.

¿Cómo lo festeja Ramiro? Va a buscar la pelota al fondo del arco para sacar rápido y tratar de ir por el triunfo que no llega porque otra vez aparece Trípodi ante Castro y una le queda a Lucho en la última, pero tampoco entra. Ese gesto de Costa marca el espíritu ganador de un equipo que sigue en formación, que a veces patina en la búsqueda, pero que busca y noches como la de este martes encuentra. Lo que encuentra se llama empate: no alcanza para cantar en el avión de regreso a Tucumán, pero vale si el domingo Ciudadela vuelve a ser feliz. Y mientras nadie asoma por encima del otro, mientras todos los equipos andan todavía en veremos, andar así, sumando afuera y ganando en casa, no es poco.