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"Un sánguche y nada más": la historia de la Popis, la tucumana de oro

ORGULLO DE ACÁ

Pepe, el papá, y el Mocho Sánchez, el gran visionario, festejaron en El Frontón junto a los muchachos el momento más glorioso de la representante pródiga: Cinthia Pinto, la mujer que dejó todo por un sueño y lo logró: la medalla más brillante en los Juegos Panamericanos.

El Frontón festeja a la Popis.





Tenía 6 años la Popis cuando veía cómo su padre, el gran Pepe Pinto, llamaba a su hijo Jorge y lo subía al caño de la bicicleta como en la escena de La Vida es Bella. Desde la Junín al 400, donde vivían en ese entonces, la Popis salía a la puerta para despedir a su papá y a su hermano que en bici se iban hasta El Frontón, el templo de la España 153, para jugar y ella no.

El carácter de una persona que ha nacido en Tucumán se forja en la vereda: y ahí, en esa vereda, la Popis no se quedó con los brazos cruzados despidiendo a los hombres de la casa y un día le dijo a su padre: “Yo también quiero ir a jugar”. Lo recuerda su padre esta noche tan histórica e importante como aquella mañana: “No entraba en la bici entonces la llevaba mi hermano, el tío, en un Taunus. Sí, tenía 6 años. Y así empezó a jugar”.

La historia de la tucumana de oro que esta noche ha escrito una de las páginas más gloriosas del deporte de la provincia empieza ahí, en El Frontón. Hija y nieta de una familia apasionada por darle a una pelota contra la pared, la Popis sabía que su papá había viajado por el país. Sabía que Pepe, quien no puede contener el llanto ahora que habla con el tucumano, empezó esta historia en el club Almagro: “Quedaba frente a la Iglesia San Francisco, en la Santiago 870. Ahora es una playa de estacionamiento”.

Pero hay cosas que el tiempo no puede demoler: en El Frontón donde la Cinthia Pinto aprendió a jugar, ahí hoy se juntaron a ver la final de los Juegos Panamericanos. Son 25 varones que inflaron globos azules y rojos, los colores de la alegría. Los inflaron desde el mediodía para calmar los nervios mientras pasaba otro señor en bicicleta entusiasmado por el sol de la siesta pensando que quizás cumplía años alguien, por eso los globos azules y rojos, por nada más y por nada menos. “La mamá de la Popis se quedó en la casa cuidando a los nietos”, explica Pepe Pinto en un detalle de esta historia que no es menor.

Cinthia Pinto durante todo este último tiempo hizo sacrificios enormes para poder llegar a la Selección y viajar a Lima. Los hizo desde siempre, pero una cosa es ser deportista soltera y otra es ser mamá de dos hermosuras que seguramente continuarán con la tradición: Isabela, de 4 años, y Stéfano, de 3, condenados felizmente a continuar con la tradición familiar.

Sólo el núcleo íntimo de la Popis sabe lo que significa para una mujer haber tenido que dejar su pasión durante cinco años para cuidar a sus hijos y aún así volver a jugar y tener que viajar todos los fines de semana para participar en distintos campeonatos y provincias luego de golpear mil puertas para que alguien la ayudara con un pasaje de colectivo. En ese momento, la Popis pasó a ser la que se iba y sus hijos con su marido Marcelo, y su mamá Alicia, y su hermano Jorge y su papá Pepe eran los que la despedían dejándole un mensaje en claro: “Cumplí tu sueño”.

Lo cuenta el Mocho Sánchez, que se emociona cuando los globos azules y rojos explotan en El Frontón mientras suena el Himno Nacional Argentino y llega el momento de la coronación, de que todo lo pasado haya valido el esfuerzo: “Esto es increíble, histórico para el club, para Tucumán. Nos juntamos a verlo en el club y vivimos con mucho nerviosismo el partido. No lo han pasado entero sino de a partes. Lo seguimos por una aplicación. Nos sorprendió que perdiera el primer set, ha remontado el segundo y ahí ha aparecido el juego de ella. Ya en el tercero lo ganaron a seis tantos. El lunes llega y la vamos a ir recibir en el aeropuerto. Estoy muy emocionado, claro que sí, es impresionante”.

El Mocho Sánchez, tan hincha de San Martín que a todos lados lleva un escudo rojo y blanco en el corazón, se besó la campera cuando llegó el tanto de la gloria, ese que ella festejaba bailando en plena cancha, el que confirmó que toda la confianza depositada en ella era sustentable: “Siempre estuve plenamente confiado en ella. Desde el principio la apoyaba. Estaba alejada del circuito. Mirá lo que es el esfuerzo de ella: mientras que en Buenos Aires se juega el Metropolitano y está todo más cerca, ella tenía que viajar por su cuenta. Muchas veces viajaba con un sánguche en el bolso y nada más. Dejó de jugar en la Selección porque ha tenido un brete: ha tenido dos hijos. Pese al sacrificio de tener dos hijos, viajar, costearse los pasajes, golpear puertas, lograr que el club colaborara hasta un punto, como el legislador Cristian Rodríguez o el intendente Darío Monteros, la Popis viajaba de verdad con un sánguche en el bolso. Me decía: ‘En Buenos Aires un sángüich vale 80 mangos, un café con leche en Aeroparque cuesta 250 pesos. Muchas veces viajó a competir comiendo mal”.

Mientras intentan comunicarse con ella, había un asado planeado para esta noche en El Frontón, pero se postergó para el lunes y Pepe, el papá de la Popis se despide: “Tenemos ganas de meter un asadito. Está cara la carne y ya lo vamos a celebrar como corresponde con ella. De aquí nos vamos a mi casa en Villa Mariano Moreno: estamos en la 25 y 12. Los vecinos también confiaban en ella. Todo el tiempo les decía: ‘Puedo llegar al oro. Si viajo, puedo llegar al oro’. Mírenla a mi hija: llegó”.