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Gustavo Díaz, el ex defensor de San Martín que hoy se convirtió en héroe

HISTORIAS DE ACÁ

El chofer de la línea 6 que llegó a Ciudadela a través de Alpidio Elizeche tuvo esta mañana un gesto notable con una señora pasajera. “Jugué 11 clásicos y los primeros viajes fueron los más complicados”, recuerda. Los clásicos jugados y el hecho que lo tuvo como protagonista.

Gustavo Díaz, en el 97, con la del Santo en un clásico tucumano.





Gustavo Díaz la rompía en Central Córdoba de Santiago del Estero cuando Alpidio Elizeche le recomendó su continuidad en San Martín: “El Alpi me dijo que Ciudadela era ideal para mí y desde que llegué aquí con Trossero viví una etapa espectacular, cargada de momentos. Jugué 11 clásicos. El de la foto que tengo es un 1 a 1: ganaban ellos y lo empató el Toti Rivero. Mirá lo que estaba la cancha”.

La historia de Gustavo Díaz sale a la luz este miércoles justamente a través de la foto que tiene de perfil en el WhatsApp: Ciudadela hasta la jeta, la Rondeau desbordada con hinchas en el alambrado, nuestro protagonista con el número 6 pegado en el pantalón, el mismo número de la línea que conduciría después, un alcanzapelotas atrás agachado intentado despejar la zona de papeles, la Lotto con la publicidad de Cerveza Norte y Caja Popular de Ahorros, los 90 resumidos en una sola foto, sacada por el Mocho Sánchez si lo apuran.

Pero para llegar a esa foto primero hay que conseguir el número de teléfono de Gustavo Díaz y él tiene que haber sido el protagonista de un hecho noble, heroico, humano con una señora avanzada en edad que subió al colectivo que él ahora conduce: “Se equivocó de recorrido y no tenía plata. La señora tomó mal el colectivo. Se pasó muchas cuadras. Y no podía caminar mucho. Paré el colectivo, frené un taxi, le dí el dinero para que llegara a su casa, unos 200 pesos nada más. Ella tenía que ir a Buenos Aires y Cangallo y yo ya estaba en Jujuy y Vespucio. Me sorprendió la repercusión del gesto. Nunca tenemos que perder eso”.

¿Cómo llegó aquel defensor al volante del colectivo? “Después de San Martín me había a jugar a Talleres de Perico. El Capo Noriega me estaba por llevar a Racing, pero me rompí la rodilla. Ahí se me acabó la carrera. Nunca más pude volver a jugar. Y colgué los botines. Tenía 28 años apenas y aquí ya había empezado a formar mi familia. Antes no se ganaba tanta plata como ahora y necesitaba trabajar: un allegado a la dirigencia de San Martín me recomendó el trabajo en la línea 6 y hace 15 años ya que manejo el colectivo. Y no soy el único”.

El Hueso Pereyra en el 118, el Toti Rivero en el 4, el Gusano García en el taxi, Di Rissio en una ambulancia, el Bomba Scimé en una carnicería, grandes jugadores del Santo colgaron los botines y le pusieron el pecho al presente con laburos que a muchos hinchas sorprendieron cuando se encontraban a sus ídolos al volante: “Los primeros viajes los hinchas se sorprendían y pedían una foto. Yo sabía manejar autos y camionetas, pero al colectivo le fui encontrando la mano con el tiempo. Los primeros viajes fueron complicados, pero me gusta el trabajo que hago. Cuando descanso, como esta tarde, me pego una escapada a mi Santiago querido a visitar a los familiares y los amigos. Y si puedo los fines de semana, me voy a Ciudadela”.

Con los valores inculcados por sus padres, Gustavo Medina cuenta que no es la primera vez que tiene una diferencia con un mayor: “Siempre que sube una señora o un señor con algún impedimento trato de ayudar. Son cosas que no hay que perder”. Y reconoce que son gestos que en este contexto particular de paros, bronca de usuarios, aumento de boleto y la mar en coche, adquiere otra trascendencia: “Se nota la molestia en la gente, pero no somos nosotros, los choferes, los culpables. Somos trabajadores como ellos y están pasando conflictos gremiales que nos superan. Ojalá estos gestos sirvan para que las diferencias se dejen de lado, recalquemos los valores y todos los días vivamos un poco mejor”.