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San Jorge y el final más triste para el equipo que unió a la provincia

ANÁLISIS

El Expreso hizo una gran campaña y acarició el ascenso. Despertó el interés de todos los hinchas de fútbol de Tucumán, pero los arbitrales desembocaron en una sentada histórica.

Foto: Job Monjes.





Pocas veces pasó en el fútbol tucumano que toda una provincia se una para alentar a un equipo. Al menos no en los últimos 40 años, desde que los campeonatos nacionales tomaron fuerzas y desde que comenzaron a separarse las diferentes categorías, allá por mediados de los 80.

La aparición de San Jorge y la posibilidad del ascenso al Nacional B del joven club de apenas 10 años, hizo que todo Tucumán esté pendiente del Expreso. Acá no hubo ni Atlético ni San Martín, solamente una camiseta verde que recibió el apoyo de todos, tirando para el mismo lado y queriendo que ascienda. Incluso ese cariño trascendió las fronteras de la provincia esta tarde, cuando comenzaron los polémicos fallos arbitrales de Adrián Franklin.

Todo ya venía caliente en San Jorge desde la semana pasada, en el primer partido, cuando no le cobraron un penal a pocos minutos del final. Hoy, la “bombeada” empeoró con el correr de los minutos. Primero con tarjetas amarillas repartidas para un lado y no para el otro. Luego vino la primera expulsión, la polémica, la de David Valdez. Julián Bonetto buscó claramente el contacto con el defensor, el árbitro compró y lo terminó expulsando por doble amonestación. 



Los fallos siguieron luego del gol de los marplatenses, pero no en el tanto de Emiliano López, sino posteriormente. Los jugadores del Expreso reclamaron fuera de juego (no había), y la protesta terminó con Maximiliano Guardia expulsado, empeorando la situación. Para colmo y para seguir con las polémicas, Franklin no amonestó a López por sacarse la camiseta en el festejo del gol.

Lo ocurrido en el complemento ya es conocido. El triste final de San Jorge, protestando con una sentada en el terreno de juego, puso en evidencia lo espantosos que son los arbitrajes en el fútbol argentino, llenos de polémica y con el presidente de la AFA, Claudio Tapia, sacándose fotos con la camiseta de Alvarado, como para tirar más leña al fuego.


A pesar de todo ello, nada tiene que empañar la enorme temporada que tuvo el conjunto tucumano en el Torneo Federal A, donde, en la Primera fase, terminó cuarto en la Zona 4, con 26 unidades, producto de siete victorias, cinco empates y cuatro derrotas, convirtiendo 18 goles y recibiendo 8. En la Segunda Fase fue tercero de la Zona 2, con tres triunfos, dos igualdades y dos partidos perdidos. Hizo once tantos y recibió cinco.

En el Pentagonal Final terminó cuarto, justo detrás de Alvarado, su rival del reducido por el segundo ascenso. En cuatro encuentros, ganó uno, empató otro y perdió los dos restantes, marcando apenas tres goles y recibiendo seis. Pero lo mejor del Expreso llegó después, en los mano a mano. Primero se despachó con Desamparados, 3 a 0 en San Juan y 3 a 1 en Tucumán. Luego fue el turno de Defensores de Villa Ramallo, con otro contundente 3 a 0 fuera de casa y perdiendo como local por 2 a 1, pero metiéndose en la final.

Tras el 0 a 0 en la ida, San Jorge perdía 1 a 0 en Mar del Plata, en la final con Alvarado, y llegó la sentada que quedará en la historia como la única protesta del fútbol argentino de los últimos 20 años.

La tristeza e impotencia queda por cómo se dio el final de un San Jorge unió a una provincia. Que se convirtió en el equipo del pueblo, ese que tiene casi todos jugadores tucumanos y que todos quieren. Ese que potencia el fútbol y les da la oportunidad a los futbolistas locales. Ese que nadie del Jardín de la República quiere ver sentado nunca más, sino con la frente en alto y más de pie que nunca.