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San Martín, la mano de Dios y el grito al cielo

ANÁLISIS

El Santo estuvo a la altura de las circunstancias en una situación crítica: fue ampliamente superior a Huracán y le ganó 3 a 1 en Parque Patricios con el sello de un Caruso Lombardi de película. VIDEO




Todavía te tienen que doler las manos de tanto aplaudirlo a Caco. ¿Cómo no te van a doler si estabas hasta las manos si no ganabas hoy? Es el mismo dolor que sentís cuando le pegás un bombazo a la pared, cuando rompés una puerta, cuando partís la pantalla del celular y qué querés que haga.

Claro que todavía te tienen que doler las manos de aplaudir hoy, de tener algo hoy, de sacarte por unos días con las manos la mochila que cargabas hoy. Es una mochila más pesada de la que los chicos van a cargar mañana, en el comienzo de clases, todos los chicos con los hombros vencidos por el peso de lo que tienen por delante, de las materias que deben rendir, de las materias que tienen que aprobar.

Lo mismo pasa con los grandes: vos, si tenés un changuito, también sentís ese peso todos los días, ¿o no? ¿Cuánto te dolieron los útiles el fin de semana? ¿Te alcanzó o tuviste que pegar un llamado para que te salve un amigo? ¿Alguien sabrá lo que los hinchas viven durante la semana y que a esa carga se le suma la que viven los domingos?

Esta noche San Martín lo supo. Se hizo cargo del peso que muchos de los hinchas que leen estas líneas sienten, tengan hijos o no. Es el peso que sintió Caruso en las palmas de las manos, una de las principales terminales nerviosas que tienen las personas que sienten las cosas: por eso te hacés tronar los dedos, por eso aplaudís si Matías García de mi vida culmina el desborde de Gonzalo Rodríguez de mi alma y pone el 1 a 0.

Por eso le metés otro bombazo a la mesa para que salte todo cuando ves que el único que se olvidó las manos fue Carranza. No es la primera vez que el arquero se moquea y San Martín lo pega caro. Tampoco es la primera vez que Moreira patina en la marca y pierde como si mañana empezara las clases en el jardín de infantes. Que la alegría no tape el furcio: si te querés quedar en Primera no podés equivocarte más de esta manera ni contra Boca, ni contra Estudiantes ni contra San Lorenzo.

Para pensar en esos partidos con vida, para sentir como Caruso qué lindo que es estar con vida esta noche mientras otros pensaban que esta noche podían jugar con vos ya descendido, para todo eso hacía falta meter la mano en el equipo como lo hizo el técnico: meter al pibe Orellana de 4, acertar un pleno con Petryk de 8, ponerlo a Vitale por el que no quiso viajar a la cancha de Huracán, bancar a Turbo como si hubieras estado en Catamarca esa tarde, y mandarlo a Pons en lugar de Bieler.

Volvió Caruso, señores. El de esta tarde fue el técnico que los hinchas de San Martín esperaban. El que le mete un golpe de realidad a la previa y asume: “Hoy es nuestra final. De nada sirve el resultado de los otros si nosotros no ganamos”. Es lo que vos decías todo este tiempo desde el triunfo contra Atlético: los números pueden darte, a la inversa de la compra de los útiles para los chicos, pero si no le ponés el hombro a la situación estás en el horno, papá.

Es el técnico que esperabas desde que asumió: metiéndose en la cancha cuando no le cobran un penal a San Martín por mano del defensor de Huracán, el que se ríe cuando los plateístas de Huracán le gritan caradura, el que infla el pecho y grita los goles como ningún otro técnico grita. Es el técnico que se agranda después del gol de Nicolás Giménez, el enganche que en San Justo debe haber pateado algún penal picante pero no tan caliente como este que lo clava en el ángulo del arquero. El 1 de Huracán se había quedado parado como si Nico pudiera picarla, como si para lujos estuviera San Martín.

Es el técnico que apostó en Matías García y que valoró que Tino Costa acompañara al plantel más allá de que no pudiera jugar. Esos son gestos y eso tampoco se olvida. Eso es compromiso con la causa y eso lo valora Caruso, el técnico que volvió a poner a Vitale como titular, a Julián Vitale, el que siempre quiere jugar, mal o bien, más veces mal que bien, pero nunca escondió la patita ni la manito, el que puso la mano de Dios para llevarse la pelota y en el mano a mano que te tiene que haber quitado unos meses de vida, le dijo tomá y hacelo a Luciano Pons para que vuelva a gritar después del 1 de diciembre.

Si quieren que hablemos de las polémicas, también aparecerá Scocco en el segmento de los lunes. Por lo pronto, esta noche cambió la suerte para San Martín, por una vez los árbitros no lo perjudicaron, la defensa aprendió en el segundo tiempo de los errores cometidos en el primero y San Martín volvió a creer con hechos que la permanencia en Primera es posible. Es difícil. Sigue siendo difícil, pero andá a apagarle la esperanza a los que creen como vos esta noche, los que empezarán a vivir el partido contra Boca, preparándose para llevar las manos arriba porque no se olvidan de aquel día. Ya saben cuál. Porque creen. Porque están vivos.