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"Sería fantástico que un jugador salga del clóset"

FÚTBOL Y DECONSTRUCCIÓN

Cada vez son más los y las hinchas de Atlético y San Martín que se animan a cuestionar el folclore del fútbol por su contenido violento, machista, homofóbico y xenófobo. Impulsan un cambio que les demandará años, pero al que le tienen mucha fe.





Sufren por su equipo, porque quieren verlo ganar, pero también por sentirse a contramano de la masa que los rodea en las tribunas. Cada vez son más los fanáticos de Atlético y San Martín que se animan a cuestionar el folclore del fútbol por su contenido, y que buscan que el cambio de paradigma comience a entrar en un ambiente que parece cerrarle la puerta.


“De a poco intento cambiar el pensamiento de comparar un partido de fútbol con una violación, o de compararlo todo el tiempo con sexo, e intento que las personas que lo hacen lo puedan ver y cambiar, en especial mis amigos”, explica Luis Villafañe, un estudiante de ciencias económicas que no se pierde ningún partido de Atlético en el “Monumental”.


“También creo que hay que cambiar el pensamiento de que el perdedor es comparable a una mujer, porque sigue reforzando la idea de que las mujeres no sirven para el fútbol”, agrega.


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Pero no es el único. Rodrigo Escobar tiene 30 años y es contador. Lleva más de la mitad de su vida con asistencia perfecta a Ciudadela. Es un hincha apasionado del Santo, que ama sus colores con intensidad, pero al mismo tiempo frena la pelota e intenta tener una mirada más profunda. “No nos damos cuenta, pero si te pones a escuchar las canciones de cancha y las bromas que se hacen, advertís que hay un nivel de violencia tremendo, y sobre todo de violencia sexual. La mayoría hace alusión a que te hemos violado, te hemos roto el culo, y se ubica a los homosexuales en un lugar muy degradante, a contramano de lo que pasa con la sociedad en otros ámbitos. Es un discurso que tenemos asimilado y del que no podemos alejarnos tan fácilmente", reflexiona.


"Sería fantástico que un jugador salga del clóset o que ocurra algo que venga a romper con todos estos paradigmas que están tan instalados. Creo que abriría un debate que va a ir mucho más allá del mundo del fútbol, y provocaría un gran cambio”, añade.


Para él, los cuestionamientos internos empezaron hace un largo tiempo. "Me di cuenta que iba a la cancha pensando que un partido de fútbol era de vida o muerte, y con una actitud que también tenía que ver con el machismo y cómo tiene que ser el hombre hetero del patriarcado, que tiene que tener una impronta violenta, tiene que bancársela, llevarse puesto al otro y mostrar que es más que el otro. Sin darme cuenta que eso era machismo, lo fui cambiando, mientras  buscaba un poco de paz interior, porque eso no tenía sentido para mi", cuenta.  


Pero eso no es todo. “Me gusta mucho estar cantando, aplaudiendo y gritando, pero hay algunas canciones que las evito porque me parece demasiado ya. Directamente me hago el boludo, porque es así, hay cosas en las que tenes que hacerte el boludo porque si no vivis en un estado de angustia y confrontación permanente".


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Ramiro Suárez Bellanti tiene 27 años y trabaja en el ministerio Público Fiscal. Eligió ser hincha de Atlético después de haber acompañado a su papá a las dos canchas durante la niñez, y hoy sueña con ver a su equipo otra vez en la Libertadores, aunque también se cuestiona algunos comportamientos del Monumental. “Los hombres que entendemos el cambio cultural que estamos viviendo, nos empezamos a dar cuenta que antes naturalizábamos algunos mensajes que son horrendos, y ahora lo estamos cambiando. Particularmente siempre trato de evitar las alusiones a la sexualidad, y a la hora de bromear o chicanearme con hinchas de San Martín elijo otras cosas, siempre busco hacer referencia a cómo está su equipo o cómo está el mío”, explica.


A la vez, “Rama” elige hablar de esto con algunos amigos y compañeros de trabajo. “Siempre trato de cuestionar, preguntar, y al menos hacer que se queden pensando”.


Además, es otro que se anima a pensar en un jugador gay. "En la Superliga hay 26 equipos, con planteles de 30 futbolistas cada uno. Más cuerpos técnicos, más dirigentes. Más las categorías del ascenso. No hay posibilidad que no existan homosexuales, pero el ambiente machista no les permite que vivan su sexualidad a pleno. Creo que nos falta mucho tiempo para que podamos aceptar algo así, lamentablemente".


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En la tribuna de la Roundeau, bien cerquita de la barra de San Martín, casi todos conocen a Mariana y Gabriela Barrientos, una pareja de hermanas que llevan al Santo en su corazón, y también en su piel. Tienen 29 y 30 años, y un amor por los colores que les brota en cada palabra. "Vivir esta pasión con ella es la gloria. Atesoro en mi corazón tantos momentos que se me pone la piel de gallina", grafica Gaby, como para dejar en claro que ante todo está el Santo, pero que también hay cuestionamientos.


"Me considero muy pasional a la hora de ir a al cancha, y de pronto te ves diciendo cosas que nunca las dirías en otros ámbitos. Las burlas que se hacen son todas referidas al sexo y a la violación, y yo muchas veces caigo en esa, sin darme cuenta", confiesa Mariana, antes de disparar munición pesada sobre el último clásico. "Yo te gané, en tu cancha y con tu gente, pero no te cogí, no te violé ni sos mi mujer, eso es lo que deberíamos entender, los mensajes que damos no ayudan a los cambios que está viviendo la sociedad".


Gabriela, por su parte, elige reflejar otras desigualdades que sufren cada domingo. "Cuando vamos a una cancha y hay un inodoro celebramos, ja. Los baños son todos de hombres y no estamos contempladas nosotras. Eso nomás ya es una muestra que el fútbol no le da a la mujer un lugar de respeto y de igualdad", piensa, y también cuestiona los gritos de la muchedumbre. "Me encanta cantar y alentar, pero no me gusta la agresividad que hay en las tribunas. Todo el tiempo se usa el puto como insulto, y ni hablar si hay un negro en el otro equipo. Es algo que yo no hago y que odio cuando los demás hacen".


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En cancha de Atlético, en tanto, a Lourdes Herrera, de 22 años, le pasa algo que le parece insólito. “Muchas veces en el amontonamiento de gente me empujan o golpean, y en lugar de pedirme disculpas, lo buscan a mi novio para disculparse con él. Son micromachismos que se ven todo el tiempo", considera.


Pero a esta "Decana", además de tener esos cruces con sus compañeros de colores, también le pasó algo con un jugador del archirrival. "Después del último partido entre San Martín y Atlético, el Taca Bieler hizo una burla en Twitter cómo diciendo que nos habían violado. Tiempo después subió otra imagen, en la que decía que la lucha contra el machismo no era cosa de hombres contra mujeres, sino de gente buena contra gente mala. Entonces yo le contesté: para aportar algo significativo podrías por empezar no riéndote ni avalando chistes sobre violaciones. Los chistes también naturalizan la violencia", cuenta. ¿Y cómo reaccionó él? “Borró su imagen y me bloqueó, ja”.


A su vez, Lourdes reflexiona sobre lo difícil que es para el ambiente del fútbol abrir su cabeza y su corazón a los temas que hoy la sociedad está debatiendo. "Todo lo nuevo incomoda, siempre, todo cambio incomoda, porque la gente se siente privilegiada en su zona de confort, discriminando a los otros, y cuando les tocan eso se incomodan. Yo creo que es algo que está muy ligado a las leyes, porque lamentablemente la provincia no avanzó mucho en enfoque de género y a los proyectos se les pone trabas. Está naturalizado mantener contento a los que están cómodos con los privilegios de los hombres", considera.


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A Ezequiel Ramírez casi nadie le dice por el nombre. El popular “Carucha” es uno de esos “Cirujas” que piensan en su equipo casi 24 x 7, y que además de tener el fuego sagrado de Ciudadela en su alma, se anima a soñar con un futuro con más tolerancia y amor.  "Nadie pretende que las personas de un día para el otro cambien su modo de pensar, y hay gente que difícilmente la cambie, pero sí hay mucha gente que se está formando, que está leyendo, y yo siento la responsabilidad de ser parte de esto, y de no criar hijos machistas", detalla.


Para él, el cambio empieza por casa. "La gastada de decirle puto a los hinchas de Atlético yo la hice durante años, toda mi vida, y hoy ya no va más, no gasto por eso lado. En mi círculo más íntimo, 4 o 5 amigos, hay una cierta homogeneidad en el pensamiento y todos podemos advertir esto que está pasando y lo estamos cambiando. Ahora, cuando se amplía el grupo es más complicado de conseguir consenso, quizás si te escuchan y hoy no se ríen tanto como antes, pero hay ciertas bromas que hoy ya no hacen gracia y todavía son difíciles de extirpar. Hace 10 años todos nos reíamos de eso, y hoy genera mucha antipatía", asegura.


¿Y por qué? “En el tema del lenguaje es difícil todavía deconstruirse del todo, es algo que tenemos muy metido en la cabeza, pero es cuestión de pensarlo y en algún momento la cabeza va tomando otra forma”, dice.


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Nayla Dip es abogada, fanática de Atlético, y en pocos meses será mamá por primera vez. "Me gusta un poco romper con el patrón de que tenes que ser hombre para gustar del fútbol o ir a la cancha a cantar a los gritos ‘y dale de’. Y sobre todo con el estereotipo de mujer que algunos hombres construyen en sus cabezas. Eso si, no me pongo un short o una remera que me ajuste o sea escotada ni en pedo. Nunca me pasó nada, ni me dijeron ni me hicieron, pero eso probablemente tenga que ver con que siempre estoy rodeada de varones (hermano, padre, esposo) y eso me permite caminar segura. De todas formas, el miedo a que te acosen, te toquen o lo que fuera, siempre está y más aún en un ambiente tan misógino como es este del que estamos hablando, en el que los hombres creen que están autorizados para actuar fuera de las leyes o normas municipales, mear en la vereda, meterse al estadio con alcohol, romper autos, etcétera. Imagínate lo que piensan de tocar culos o tirar besos que nadie pidió".


Aunque nunca tuvo que vivir ese tipo de situaciones desagradables, si puede advertir algunos cambios que la divierten. "Algunos hombres son tan graciosos, que por tenerme a mí y a mi hermana al lado se guardan las puteadas o directamente las largan pero después piden perdón. Cómo si los oídos de las mujeres fueran de cristal y se rompieran cada vez que escuchan un ‘referí culiao, la concha de la lora’. Y yo me río. Ahora, por fin, el reprimido es él".


Pero hay más. Incluso, en su círculo más íntimo. "Mi papá, una de las personas cercanas más machistas que conozco, y probablemente a pesar de los sueños que habrá tenido cuando con su segundo hijo le dijeron ‘es varón’, ya hace seis años va a la cancha sólo con sus hijas mujeres. Tal vez se tuvo que guardar los prejuicios en algún lado ante nuestra insistencia por ir a aquel partido por la copa Argentina contra San Martín en el que ganamos 3 a 1 y fue todo una fiesta. Y ahora un poco medio que se agarra la cabeza cuando nos ve caer con el pañuelo verde atado a la mochila, pero aún así disfruta de vernos compartir con él su pasión más grande. Es difícil, nos está costando llegar, parece impenetrable, pero déjame decirte, déjame asegurarte, que se va a caer. ¡Y ni las canchas van a quedar de pie!".