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San Martín, el silencio de Coyette y el vínculo que no va más

ANÁLISIS

El técnico probó sin Bieler ni García y el Santo volvió a jugar mal, perdió una de las últimas oportunidades que le quedan en el torneo y en el vestuario se lo hicieron saber. La cadena de decisiones que explican este presente. ¿Qué dijo el vice Seoane?

La charla del plantel antes de salir a jugar. Foto CASM Oficial.





¿Será una de las últimas imágenes de San Martín en Primera ese tiro libre de Bieler al alambrado de la Bolívar? ¿Justo de Bieler y justo contra esa red metálica de púas, la que protege el arco que más alegrías le ha dado a San Martín en los últimos años? O será la imagen de Maxi Martínez expulsado, tapándose la cara con la camiseta porque nadie quiere ver esta realidad. Justo Maxi perdiéndose en el túnel oscuro que tanta luz tuvo cuando él era el primero en salir con el pecho inflado a jugar para San Martín en los días felices. 

O será la última imagen de Coyette al frente de San Martín yéndose de la cancha cabizbajo ante los hinchas gritándole a través de la vidriera de la platea que renuncie, que se vaya, que no vuelva más. Es un mensaje que, como si no quedara claro, se repite en esta noche negra de Ciudadela con 50 policías preparados para evitar incidentes que no sucedieron porque si bien todavía queda tiempo y San Martín aún depende de San Martín, sí, hay tiempo, pero sobre todo hay bronca y en algunos semblantes también hay resignación. Es, en todo caso, una galería opaca de imágenes que empezó a componerse cuando Arregui, justo Arregui, pidió el cambio por un golpe en el ojo.

La salida del volante empezó a generar el clima de malestar en los hinchas con la vista dirigida al banco de suplentes: a Arregui, a Coyette y a la imagen inentendible de la noche: Claudio Bieler y Matías García con pecheras precalentando al costado, moviéndose apretados en un pedazo de césped, detrás de la línea lateral, recordando en cada movimiento que no están jugando mientras Delgadillo y Ramiro Costa hacen lo que pueden contra la férrea defensa de Belgrano sólo inquietada por los movimientos de Valentín Viola, algún intento de Rodrigo Gómez y no mucho más.

Es una galería de imágenes que continúa después del entretiempo cuando Coyette no mueve el equipo y en el camino al banco de suplentes Taca pone su mejor cara cuando recibe la ovación de la platea, aplausos que continúan cuando Coyette da el brazo a torcer y le dice a Matías García que juegue en la posición que él sabe, pero Caco no entra bien, no está bien, se le nota cuando intenta y choca y San Martín sigue sin generar peligro entonces retumba: "Ponelo a Bieler la puta que te parió". Y Coyette manda a Bieler a la cancha, le da una palmadita, una indicación mientras el goleador toma un sorbo de agua y tampoco podrá cambiar la historia: con el arco entre cejas, dos remates arriba del travesaño y el tiro libre del final.

Son imágenes que el tiempo dirá si son las finales de este sueño convertido en pesadilla, de un equipo que había encontrado el rumbo con este mismo hombre vestido de negro esta noche, acorde al tono de la ocasión, yéndose en el primer asiento del colectivo que tantas veces paró en Bolívar y Amador Lucero con hinchas trepándose por las ventanillas para agradecer a los jugadores los huevos que ponen para ser campeón, una cara de Coyette tan distante a la de la noche que usó camisa blanca y agitó los brazos con sus ayudantes en el triunfo inolvidable del Monumental, la última noche que San Martín fue feliz.

Ese sábado 1 de diciembre marcó el fin de las alegrías (pero qué alegría) para Coyette y los jugadores. A partir de ahí, lo ya remarcado en este espacio: un camino de decisiones dirigenciales consensuadas con el cuerpo técnico que no se entendieron como la rescisión abrupta de los contratos en algunos jugadores, el supuesto ofrecimiento de Grecia y luego de Newell's por Arregui, la partida de Ignacio Arce, la injusticia con Franco Costa, la superpoblación de delanteros en un área que tenía cubierta San Martín y que se resume en esta noche sin goles de los que juegan y que dejaron sin palabras al técnico, abatido en silencio por lo vivido, como si hubiera asumido que ya no puede, y que luego de una reunión de una hora con el presidente Roberto Sagra tuvo el remate en la palabra del vice Ricardo Seoane: "No puedo confirmar si Coyette va a dirigir ante River".

Son imágenes, postales, gritos, voces y silencios de la noche que la relación de los hinchas con el técnico, definitivamente, se rompió. Y que no hay síntomas de que con él al frente, a esta altura del partido, se pueda recomponer.