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San Martín, Coyette y las razones de su hora más crítica

ANÁLISIS

Los errores defensivos despilfarraron las reacciones del equipo que perdió en Mendoza por falencias propias y porque hay decisiones del técnico que no se entienden.

García define ante Carranza, caído. Foto Télam.





Los grandes como San Martín luchan hasta el final, pero si atrás se cometen errores infantiles y los cambios de Coyette achican al equipo esa lucha se hace cada vez más difícil. Muchas veces ha perdido San Martín en este torneo, pero pocas de una manera tan increíble teniendo en cuenta lo que hoy se jugaba en Mendoza. 

Cuando el pesimismo empieza a pesar en los hombros se nota. Es como si la camiseta nueva viniera más pesada que la que tuvo su noche monumental. Justamente ese pesimismo empezó a vivirse antes de que se jugara el partido de esta tarde y fue cuando Tino Costa se bajó del avión por una lesión. Sin el mejor jugador que tiene San Martín en cancha, sin Matías García pagando con una fecha de suspensión el capricho del técnico al ponerlo de 3, y sin un volante que se haga cargo de la conducción, la mano parecía brava antes de jugar.

Tino, en su rol de motivador, había mandado un mensaje de aliento a sus compañeros minutos previos al choque. Ya en cancha, antes del pitazo inicial, hubo una reunión en ronda de los jugadores para dar fe de la trascendencia que tenía el partido de esta tarde, sacarse la tragedia que fue la derrota contra Defensa y Justicia y llegar motivadísimo al duelo directo contra Belgrano. De esa reunión se hicieron cargo los referentes y entre ellos el dueño de la cinta de capitán que había usado Tino: Claudio Bieler más necesario que nunca en este momento y con toda la responsabilidad de dejar en claro que es titular y que todo lo dicho durante la semana fuera un mal recuerdo.

Pero esa reunión de un par de minutos tuvo más concentración que lo que pasó a continuación durante todo el partido: Pons había avisado en la única que tocó, Vitale fue más de lo mismo, pero lo grave empezó a estar en el fondo: San Martín jugó todo el tiempo al límite y lo pagó con dos goles y una roja. Porque Carranza, justo el más experimentado de todos, salió apurado a cortar al borde del área y fue con los pies hacia adelante para cometer el primer penal de la tarde y cayó sin reacción ante el toque de García.

A la reacción que no había atrás, San Martín la encontró en Bieler, encargado de despejar cualquier duda (si alguien la tenía) que efectivamente es titular. Taca, en la primera que tuvo, como si viniera jugando todos los días, la mandó a guardar. Y esa reacción se contagió: San Martín volvió a mostrar su mejor versión como aquellos minutos contra Tigre, estuvo para ganarlo y parecía que lo ganaba, pero todo se disolvió cuando Acevedo, justo Acevedo, tomó a García en el área, vio la roja que a otro equipo con peso en la semana no se la cobran, 2 a 1 y al entretiempo nos vamos.

El entretiempo, se sabe, dura 15 minutos. Quizás sea el momento más importante que tiene el técnico para ver qué hace, qué dice, cómo lo dice, qué mueve, qué deja, qué saca, qué pone. Y lo que hace Coyette, lo que decide Coyette, lo que entiende Coyette que es lo mejor para San Martín es, perdiendo 2 a 1, con un hombre menos, pero con la obligación de ganar (como por ejemplo ya lo había hecho ante Racing) es sacar a un delantero y meter a un defensor, sacar a Luciano Pons y meter a Oliver Benítez, rearmar la defensa pero dejar solo a Bieler con su alma.

Pero aún así, pese a todo lo relatado hasta aquí, hasta Godoy Cruz le da una mano a San Martín cuando se equivocan los defensores, el arquero y Taca le erra en una situación clara que reanima a San Martín y deja en claro que es un partido ganable, que si se anima un poco más, que si se saca toda la carga que tiene ahí, puede empatarlo, al menos empatarlo, y como muestra está Droopy Gómez que lo clava con arquero y todo de tiro libre, que pega el grito de cara a la hinchada local, que todos van a abrazarlo, que se dan cuenta que con 10 y la mar en coche se puede empatarlo, pero que lo siguen festejando mientras Godoy Cruz saca del medio y el suplente que entró se escurre entre todos y define mano a mano ante Carranza otra vez de rodillas.

Entonces en cada casa donde hay un hincha de San Martín viendo el partido se escucha un golpe a la mesa, un vaso contra la pared y una frase que no miente: “Andá a la mierda”. Porque con el perdón del exabrupto, es como si no se tuviera conciencia de lo que cuesta lo logrado, de lo que vale haber llegado al empate, de lo que significaba jugar los últimos 15 minutos con la posibilidad de ganarlo y volver de Mendoza más liviano, todavía ahí, pero más liviano. Falta dimensionar lo que cuesta y lo que está en juego. De otra manera no se explica. Y falta concentración y palabras de peso en la concentración previa al partido contra Belgrano, la última posibilidad quizás que le quede a San Martín y su sueño de continuar en Primera. Ese sueño que fecha a fecha se parece cada vez más a una verdadera pesadilla.