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Si Bieler se apaga, se encienden las alarmas

ANÁLISIS

Taca tuvo en sus pies una situación clara en el mejor momento de San Martín ante Independiente. Las polémicas incidieron y la contundencia del rival fue la que le faltó a Ciudadela. El lunes contra Patronato, a todo o nada.

Taca no pudo. Hernández sí.





Cuando te suena la alarma y no te despertás, hay dos opciones: te quedás dormido o llegás tarde. No se sabe bien qué tiene esa camiseta negra, pero así terminó siendo la noche de San Martín en la cancha de Independiente. Porque el equipo despertó del letargo del comienzo del torneo, el que justamente había comenzado con esa casaca y gol de Franco Costa en el debut contra Unión. Se despertó cuando el colchón de puntos no sostenía el sueño de permanencia y lo sumía, lo chupaba, lo tragaba hasta el fondo de la tabla roja del promedio. Y se despertó con los goles de Bieler ante Racing, primero de cabeza tras brillante centro de Costa y luego con pie abierto luego de magnánimo desborde de Matías García.

El equipo salió del letargo, se sacudió las ideas, volvió a creer y ya fue otro en Córdoba, parecido al de esta noche en Avellaneda: salvo algunas salidas fallidas, luego se paró de igual a igual y siempre dio la sensación que si una quedaba, pumba, lo clavaba. Pero Bieler no siempre está encendido. A veces, en su lugar en el mundo, se apaga y se queda dormido y cuando quiere acordarse de lo que tiene que hacer, pif, se apura y desperdicia situaciones de gol que no hacen más que reflejar la sociedad de juego que genera el equipo. Le pasó a Taca aquel primer tiempo contra Talleres con un remate mordido que sacó el arquero. Mordido como él mismo se queda, con los dientes apretados, porque sabe que pudo haber definido de otra manera, porque nadie sabe mejor que él cómo es el asunto.

Pero el hombre falla. Demuestra que puede fallar, por supuesto que puede fallar, pero lo que pasa es que cuando él falla, él que no suele fallar, se nota mucho. Y esta noche le volvió a pasar: en el mejor momento de San Martín, cuando San Martín se lo llevaba puesto a Independiente, cuando merecía el empate, le quedó ahí, a traspié, incómoda como cama mal hecha, picando y la manda arriba del travesaño, y se agacha, y se agarra la cabeza, y adiós, empate, qué le vas a hacer. El tema, claro, es qué hacer cuando el goleador no está encendido. Porque contra San Juan hubo muestras de que San Martín tiene variantes de gol: Bieler puede errar un penal y vienen Tino Costa y Matías García y a otra cosa. Pero adelante, como atacantes, no ha aparecido otra variante tan modesta, exitosa y reclamada como ese pequeño gran encarador llamado Franco Costa, el del debut contra Unión, el del click contra Racing.

Sí han tenido sus posibilidades Gonzalo Rodríguez que, como ha sido costumbre este torneo, la única que tuvo esta noche la volvió a tirar afuera. Y Pons, que se fue muy aplaudido el domingo, hoy también ha exigido y ha demostrado que tiene mañas de goleador, pero nunca hasta el momento ha generado peligro. Juegue quien juegue, ya Bieler no está solo como al comienzo del campeonato: San Martín genera peligro pero no concreta todo lo que merece. Y lo contrario en cuestiones de efectividad pasó en el rival, que se lleva una goleada que nada tiene que ver con el partido y que se ha armado en base a dos jugadas polémicas: la posición adelantada del ex jugador de Atlético que por algo no le grita el gol a San Martín y la salida de Carranza que el árbitro no iba a cobrar penal y lo sancionó.

Como cruel reflejo de la contundencia que le falta a San Martín cuando juega de visitante, y cuya cifra más alarmante es que no ha marcado goles en esa condición, fueron esos dos últimos toques en el tercer y cuarto gol local que derivó en el certero escupitajo de Acevedo al canchero de Gaibor y en la lavada de cara que necesita San Martín ya de cara a la final de seis puntos que jugará el lunes en Paraná contra Patronato, rival al que Bieler ya le convirtió un doblete hace poco y que claro que puede volver a hacerlo para retomar la senda victoriosa. Sólo hay poner la alarma, y despertarse a tiempo.