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Colecciona camisetas gloriosas de San Martín y revela su tesoro más preciado

EN LA PIEL

Nicolás Ibáñez Bussetti tiene las casacas de los jugadores más importantes que brillaron en Ciudadela. Historia de una pasión que empezó en bicicleta junto a su abuelo por las calles del Abasto.

Nicolás tiene una colección invalorable.





Todos los sábados bien temprano don Humberto Bussetti agarraba la bicicleta con canasto de mimbre y a sus espaldas sentaba a Nicolás, quien ya a los cuatro años se subía con la camisetita de piqué roja y blanca. Desde San Luis y Rondeau, abuelo y nieto andaban así por las calles de adoquín, entonando las canciones de San Martín hasta llegar al mercado del Abasto y hacer las compras para el almuerzo de la abuela Nélida. "Todo el mundo saludaba a mi abuelo. Era el intendente del club en la época de don Natalio Mirkin. Nos demorábamos en todos los puestos del mercado, sobre todo en un puesto de revistas donde compraba las Sólo Fútbol que siempre le daba espacio a San Martín".


Ojeando las páginas de la revista, Nicolás veía las fotos de los jugadores de San Martín, pero sobre todo se fascinaba con las fotos a color de Jacinto, de Troitiño, de los primeros ídolos de su infancia con las camisetas bien rojas y blancas. Esas revistas, el gorrito de cancha del abuelo Humberto, la libreta de cuero carnet del abuelo Humberto y todas las reliquias vinculadas a Ciudadela iban guardadas debajo de un sillón que se abría y debajo tenía un baúl para atesorar los recuerdos. Siestas largas de Nicolás hasta que los amigos del barrio le golpeaban la puerta para salir a jugar con las pelotas verdes que caían de los naranjos, la cancha era la calle y los arcos los árboles. Pero faltaba algo.

"Mi abuelo empezó a llevarme a la cancha. Íbamos a la platea baja con un alambrado por el que vos metías la mano y tocabas el césped. Cuando sos chico, no le prestás tanta atención al partido: jugás con otros chicos tu propio partido, te escondés debajo de las tribunas, juntás etiquetas... Siempre me gustó coleccionar cosas, guardar cosas", le explica a eltucumano.com este fanático ahora de 36 años, que tiene colgadas en perchas y protegidas en bolsas herméticas los mayores tesoros de San Martín: "Son más de 100 camisetas de todos los tiempos que usaron grandes jugadores de la historia del club. Somos un grupo de 26 amigos fanáticos de San Martín, pero a mí el bagrecito de coleccionar me picó más que a todos".





La colección que guarda Nicolás y cuida semanalmente con perfume para telas incluye camisetas que el dinero no puede comprar y verdaderas rarezas: "Soy especialmente fanático de las camisetas con el número 10. La más hermosa de todas que tengo es una mangas largas de piqué que usaba Jacinto Eusebio Roldán. Tiene el 10 de cuero, cosido a mano con un relieve blanco. La cuido como oro y todavía nunca la usé", aclara Nicolás que, como esos coleccionistas de juguetes o vinilos, muchas veces han contemplado su reliquia sin tocarlos.

"A la cancha llevo camisetas más nuevas, como la Kappa del ascenso o alguna que, si pasara algo, pueda volver a conseguir. A la de Jacinto Eusebio no la llevaría. De los 10, también tengo una Topper que usó Oscar Román Acosta en el segundo ascenso, la del Hueso Pereyra, la de Juan Lubo... Después tengo joyitas de Troitiño, una 7 verde de Jorge López, una rareza morada Topper 93, la Zeus de Cejas con el número 4 y una del Pocho Moreno blanca mangas largas que parece un pijama. Están intactas. Son camisetas que si les paso algo me muero. Estás pegado a los hinchas, te pueden quemar con el pucho, mirá si vuela un fernet. No le quito más la mancha", se ríe, pero lo dice bien en serio.

(Foto de elplateista.com)

Ahora bien: ¿qué debería pasar para que Nicolás sacrificara una de sus camisetas? "He tenido amigos que, lamentablemente, por cuestiones económicas han tenido que desprenderse de sus camisetas. Son coleccionistas a pulmón que las contingencias los han hecho venderlas y confiaron en mí para que se las compre porque saben que están en buenas manos. Ojalá nunca me toque, ojalá nunca me tenga que desprender de una camiseta. Perdí aquella camiseta de piqué que usaba cuando tenía cuatro años y todavía me lamento".

Sólo una cosa es capaz, entonces, de lograr que Nicolás inicie la ceremonia de entrega, de desprenderse de una camiseta, de sacarla de la percha, quitarle la bolsa, despreocuparse si la quema un pucho, si la mancha un fernet: "Mi sueño es volver a estar en Primera. Lo daría todo por el ascenso. El último ascenso en 2008 fue muy significativo porque perdí a mi abuelo Humberto y cada gol era dedicado a él. El día que ascendimos contra Chacarita llamé a mi abuela y lloramos juntos. Ahora ya tiene 90 años y me gustaría volver a vivirlo con ella", cierra Nicolás, quien en la foto de perfil aparece con ella, con La Mami Tona, como todos le dicen. Y manda una foto de la abuela, con la Lotto roja y blanca más célebre, con su camiseta correspondiente, como toda la familia, por supuesto.